Han
pasado treinta y cinco años y, como no podía ser menos, este renovado PP sigue
llegando tarde y vuelve con una propuesta que podemos resumir en una frase
“parid, parid malditas, que España se acaba” y lo peor de todo es que, al
parecer, ellos son los “progres” de la derecha española.
JOSE ANTONIO BOSCH.
El otro día escuché unas declaraciones de
Pablo Casado con relación al aborto (por cierto escasas fechas después de otras
que hizo el Papa Francisco) y me produjeron una sensación de “rejuvenecimiento”
porque me trasladaron al año 1983; el día 25 de mayo de aquel año se debatía en
el Pleno del Congreso de los Diputados el proyecto de ley del artículo 417 del
Código Penal, proyecto que dos años después dio lugar a la Ley Orgánica 9/1985,
norma que despenalizó el aborto en España. En el pleno, uno de los padres
fundadores del que luego fuese Partido Popular (en aquella fecha Alianza Popular)
Sr. Fraga Iribarne expresaba en forma vehemente su opinión y la de su grupo
contraria a la despenalización del aborto y proponía como alternativa al aborto
que “lo que debemos es establecer ayuda a
las familias necesitadas y a las madres solteras; ayuda igualmente a los hijos,
de cualquier origen: mejora de los sistemas de adopción, y así sucesivamente[i]”.
Treinta y cinco años después de aquel debate
el Sr. Casado propone derogar la Ley de salud sexual y reproductiva y de
interrupción voluntaria de embarazo y que se vuelva a la Ley del 1985, la que
no quisieron y recurrieron en su día, porque dice que con la vigente hay “barra libre y es un coladero”
proponiendo una ley para proteger a las mujeres embarazadas y a las familias,
es decir lo que ya proponía su partido hace treinta y cinco años como
alternativa al aborto; la parte positiva, por ser optimista en algo, es que como
sólo llevan de retraso siete lustros, para el año 2053 calculo que expresarán
su apoyo a la ley vigente hoy.
Por lo demás, las declaraciones del joven
dirigente no tienen desperdicio; lo que supone su pretensión de volver a la ley
del 1985 es partir del principio de que el aborto es un delito y sólo en
aquellas circunstancias excepcionales que se consideren adecuadas, se despenalizan
algunos supuestos, por eso proclama a los cuatro vientos que el aborto no es un
derecho sino un fracaso. Para justificar su posición habla del problema
demográfico de España y de la “barra libre” y “el coladero” y de que las
mujeres se ven obligadas a abortar, concluyendo que no le gusta la Ley de
Zapatero y que la derogará.
Lo que supone la “innovadora” propuesta del
Partido Popular es ignorar que los
derechos humanos de las mujeres incluyen el derecho a tener el control y a
decidir libre y responsablemente sobre su sexualidad, incluida la salud sexual
y reproductiva, libre de presiones, discriminación y violencia; lo que
realmente pretenden, es negar el derecho a las mujeres a tomar decisiones sobre
su propio cuerpo, derecho que hay que negarles porque no saben lo que de verdad
les conviene, que para eso estamos los hombres para indicar cuando hay que
parir y cuando se puede no hacerlo.
Llama la atención que, aparte de retrógrados,
sean tan poco rigurosos con los datos; la realidad es que desde el año 1985 al
2010, el tiempo en que estuvo vigente la ley a la que pretenden regresar, el
número de abortos en España fue incrementándose año a año (salvo en uno);
frente a ello, desde el año 2013 el número de interrupciones voluntarias de
embarazo en España se ha venido reduciendo; así si comparamos el número de IVE
del primer año completo de vigencia de la actual normativa con el año 2016
veremos que se ha producido un descenso del aborto en España del 21%, entre
ambas fechas, por lo que la referencia a “la barra libre” sólo podemos
entenderla como que aborta quién quiere, horrible pecado este, o que el aborto
es gratuito, y hasta ahí podíamos llegar que la Sanidad Pública se haga cargo
de la salud de las mujeres.
¿Cuál es la necesidad pues de cambiar la
norma? Por lógica un antiabortista, como mal menor, debería preferir una norma
que viene acompañada de la reducción del número de IVE a otra que estuvo
acompañada de un incremento progresivo de los mismos, pero no nos equivoquemos,
lo que molesta a los reaccionarios no es el número de interrupciones de
embarazo, lo que molesta no es ni tan siquiera el aborto como tal, dado que no
están pidiendo su prohibición, lo que realmente molesta, lo que no pueden
soportar aquellos que se empeñan en imponernos su moral, es que sea la mujer
quién decida, que sea la mujer quién disponga de su cuerpo; lo que rezuman las
citadas declaraciones es machismo militante y un paternalismo sexista.
Desde su caverna, reinstaurar una ley
despenalizadora, negar a la mujer el derecho a decidir si interrumpe o no su
embarazo e instaurar una ley de supuestos, es una magnifica alternativa para
venderle a sus parroquianos que están contra el aborto, aunque la solución que
proponen no lo disminuya; es una solución farisaica que permite mantener la
ambivalencia que tanto gusta a la derecha en algunas materias en épocas
preelectorales; que uno de los fundamentos de su propuesta sea el problema
demográfico, demuestra la poca imaginación que tiene el señor Casado para ofrecer
soluciones reales a problemas reales, porque si lo que quiere es aumentar la
tasa de natalidad antes que limitar el aborto e incrementar el nacimiento de
hijos no deseados, que piense en políticas de igualdad de género, de apoyos
públicos a todo tipo de familias, de mejoras sociales y verá como aumenta la
población y todo ello, sin hablar de inmigración que es materia que no gusta en
esa casa.
Han pasado treinta y cinco años y, como no
podía ser menos, este renovado PP sigue llegando tarde y vuelve con una
propuesta que podemos resumir en una frase “parid, parid malditas, que España
se acaba” y lo peor de todo es que, al parecer, ellos son los “progres” de la
derecha española.