martes, 25 de junio de 2019

¿ESTAMOS CONFUNDIDOS?



Enrique Cobo

25 de junio de 2019

La que ha sido alcaldesa de mi pueblo -y ahora no lo es- decía: “Me he dado cuenta de que aquí no cuenta tanto la ideología como la persona. Nuestros programas son casi fotocopias”. Yo creo que es verdad que todos dicen palabras iguales: todos hablan de libertad, de justicia, de progreso, de generación de empleo… y parecería que todos, la derecha y la izquierda, los trabajadores y los empresarios, los capitalistas y los otros tenemos objetivos iguales, ideales comunes, ideologías parecidas porque usamos las mismas palabras.

Pero también nos resulta evidente que eso no es verdad. Que lo que a ellos beneficia a nosotros nos perjudica, que su libertad es nuestra opresión, que su justicia es nuestra miseria, que su igualdad es nuestra discriminación.

Entonces: ¿dónde está el truco para que el uso de esas palabras parezca que decimos lo mismo diciendo cuando en realidad estamos diciendo lo contrario?.

La gente, los pueblos, los que vivimos de nuestro trabajo o no podemos vivir sabemos que lo que les viene bien a ellos nos viene mal a nosotros o como decían nuestros antiguos: “nuestros intereses son irreconciliables”.


Si nosotros queremos que nuestros hijos tengan una instrucción de calidad sabemos que tenemos que obtenerla a través de la instrucción pública y ellos saben que para que ellos tengan el privilegio exclusivo de elegir la educación de sus hijos otorgándoles más y mejores oportunidades lo mejor es que el estado organice la enseñanza de los suyos en escuelas que excluyan a los otros a través de la “concertada”, que también las pagamos entre todos, o a través de escuelas absolutamente privadas, concertadas con las empresas de los padres de esos niños y solo para ellos. Todos queremos oportunidades para nuestros hijos y, por tanto, todos queremos lo mismo, dicen ellos. Y en nombre de la libertad consiguen lo que quieren: que la educación de sus hijos sea diferente de la de los otros y les dé más ventajas en la carrera por competir en la sociedad. Porque la vida es una competición, dicen. Y nosotros sabemos que para que podamos ser libres para dar la mejor instrucción a nuestros hijos tenemos que conseguir que la instrucción pública para todos sea de la máxima calidad posible y que no se distraigan recursos para las escuelas de ellos donde además adoctrinan a los pequeños con sus ideologías a través de las escuelas religiosas y de las enseñanzas religiosas en las escuelas públicas. ¡Todos a tragar!; los niños tiene la libertad de tragarse lo que le dicen o no tragárselo pero no tienen la libertad de no tener que tragarse nada.

Es un ejemplo pero podemos seguir hablando de lo que entienden ellos por justicia social y lo que entendemos nosotros por las misma palabra y llegaríamos a la misma conclusión: los programas dicen lo mismo, las palabras son iguales, las que nos gustan, pero no decimos lo mismo, usamos las mismas palabras, pero estamos diciendo cosas que en realidad son contradictorias. Donde ellos dicen Dios nosotros decimos amor y ternura, donde ellos dicen libertad nosotros decimos justicia, donde ellos dicen libertad de mercado nosotros decimos dignidad y libertad de las personas…

Por eso necesitamos guías conceptuales para que no nos equivoquen, guías que debemos sacar de la reflexión, de la historia y de nuestra experiencia. Yo por ese camino he llegado a pensar que cuando hablamos de libertad unos y otros  hablamos de conceptos antagónicos, lo que ellos llaman libertad es mi prisión y lo que llamo libertad también lo es para ellos, para que todos tengamos iguales oportunidades para desarrollar nuestras capacidades y sueños, ellos también.

Pienso que cuando ellos hablan de la libertad de la mujer dicen en el fondo conceptos antagónicos con lo que nosotros decimos cuando decimos persona-mujer. Cuando ellos hablan de libertad de la mujer, de igualdad de la mujer, de respeto a la mujer no es para que sean libres sino para que consigan ser lo que ellos quieren que sean, lo que ellos quieren que sigan siendo. Y cuando nosotros hablamos de feminismo hablamos de libertad para todas la mujeres -las suyas también-, de quitarles cadenas, de que se apropien de su cuerpo, que se apropien del fruto de su trabajo, es decir, lo mismo que los trabajadores que queremos ser dueños de nuestro trabajo de nuestro cuerpo, de nuestras decisiones, de nuestro futuro.

Cuando ellos hablan de cuidar el medioambiente lo dicen siempre que no dificulte el ”libre ejercicio de la capacidad de emprender”, siempre que no disminuya la productividad. Nosotros lo  que decimos es que queremos que esta tierra sea habitable para todos  a ese objetivo se subordinen  la productividad y la ganancia.

El espectáculo al que estamos asistiendo en las negociaciones para formar los gobiernos municipales que, además de darnos bochorno, vergüenza ajena vemos con claridad como ellos no se equivocan y unen lo que está unido objetivamente por sus intereses de clase. Estamos viendo como mercadean pero sin perder la perspectiva de cuáles son sus intereses como clase explotadora y depredadora, para intentar confundirnos usan las palabras que nos gusta oír para que nos creamos que ellos también están en la misma tarea de buscar el bien común cuando su tarea es buscar el bien de unos pocos.

Estamos copiando demasiadas cosas de ellos, entre otras confundir con las palabras. Lleva razón mi exalcaldesa en que los programas, las palabras se parecen pero no la lleva en la conclusión a la que llega porque ella cree que la diferencia está en la cualidad de las personas que las dicen porque  yo creo que la diferencia está en la ideología y la intención desde la que se pronuncian. Flor, así se llama mi exalcaldesa, piensa que es lo mismo la libertad, la justicia, la igualdad que pronuncian nuestros enemigos de clase que la libertad, las justicia, la igualdad que predican los explotados.

Feminismo, ecologismo, justicias social, bienestar social forman parte de un todo que es la lucha por la emancipación de una clase social, es la misma tarea por lo que convienen ordenar los conceptos en conjuntos donde armonicen. Desde una interpretación rigurosa de la realidad lo que está pasando en al mercadeo de los ayuntamientos nos ayuda mucho a no equivocarnos por mucho que hayan conseguido apropiarse de palabras que nos pertenecen. Nos ayudan a poner detrás de todas nuestras aspiraciones y acciones políticas un denominador común: estamos, seguimos estando dentro de una lucha entre contrarios, nosotros estamos en un lado que es irreconciliable con los que están en el otro, no con los votantes sino contra los representantes de las clases dominantes, con más o menos tintes “democráticos”, desde el PP hasta VOX pasando por los “liberales” (apodo de nueva derecha).

La lucha por las palabras es importante. Libertad, justicia, igualdad son nuestras palabras por más que sus universidades y sus listos las quieran convertir en conceptos comunes para los dominantes y los dominados. Para distinguirlas según quien las pronuncien debemos considerar sobre todo como pretenden conseguirlo: explotando más a los trabajadores o quitándoles privilegios a los explotadores. Creo que sigue esto sigue siendo una lucha entre clases sociales que tienen interese contradictorios e irreconciliables. A ver si “tenemos clase” y  unimos a los que objetivamente pretendemos lo mismo.