Miguel
Toro
10 de septiembre de 2019
Hace
unos meses en este blog declarábamos públicamente que votaríamos a Pedro
Sánchez. Como dijimos en ese momento había una ventana de oportunidad política,
había la posibilidad de quitar al gobierno corrupto del PP y generar una nueva
mayoría que pudiera abordar los grandes retos que la sociedad española
necesita. En ese momento, Pedro Sánchez, fue suficientemente audaz para
embarcarse en una moción de censura y componer una mayoría parlamentaria para
ganarla. Había una estrecha ventana de tiempo y la aprovechó. Hizo más: diseñó
un gobierno con profesionales adecuados y aportó algo de sensatez al llamado
problema catalán. En ese camino llegó, incluso, a tomar decisiones importantes
como la subida del salario mínimo interprofesional, algunos cambios en las
leyes del autoconsumo eléctrico, etc. Muchas de esas decisiones fueron llevadas
a cabo con la colaboración de Unidas Podemos. Incluso el diseño del nuevo
presupuesto contaba con la colaboración de Podemos. Parecía que había llegado
el momento en que el sector progresista del PSOE, el que decía después de las
elecciones generales con Rivera no, había
tomado las riendas y que al pactar con Podemos, posiblemente ayudándolo a que
madurara en su infantilismo político, iba a permitir conformar la mayoría
progresista que, desde nuestro punto de vista, España necesita para salir de la
época oscura de los gobiernos corruptos del PP.
Fue
la ilusión de la mayoría progresista y el rechazo a que las tres derechas
pudieran gobernar y mantener los gobiernos corruptos anteriores lo que hizo que
Pedro Sánchez ganara las elecciones generales y aún aumentara número de votos
en las municipales. Y también muchos comprendimos que las respuestas infantiles
de Podemos no eran suficientes para avanzar. Eso provocó y está provocando un
trasvase de votantes de Podemos al PSOE. Era un momento en que todavía se
recordaba como Pedro Sánchez había ganado las primarias del PSOE teniendo
frente a él a todos los barones territoriales y a todos los grandes referentes
del viejo PSOE. Felipe González y a Alfonso Guerra entre ellos. Los mismos
barones que se abstuvieron para que Mariano Rajoy pudiera seguir gobernando.
Estábamos ilusionados y así lo dijimos reiteradamente. Y apoyamos
explícitamente a Pedro Sánchez en las generales porque entendíamos que era el
adecuado para liderar un gobierno de progreso, sobre el que tejer y mantener la
red que mantuviera la ilusión de la mayoría progresista.
Pero
ha pasado el tiempo desde las elecciones generales. Más exactamente se ha
dejado pasar el tiempo por parte del que tiene la potestad de controlar ese
flujo el tiempo: el presidente en funciones. Han pasado muchas cosas que han
cambiado completamente el escenario. El primer cambio significativo fue en las
municipales. Los barones territoriales socialistas que se habían enfrentado a
Pedro Sánchez en las primarias, que se habían enfrentado a él posteriormente
aprobando en algunos parlamentos regionales, como en Extremadura, proposiciones
en oposición a lo que estaba defendiendo el PSOE en Madrid obtuvieron mayorías
que les han permitido gobernar en Extremadura, Aragón, Castilla la Mancha, etc.
Está claro que esas mayorías que obtuvieron eran debidas en gran medida a la
ilusión creada alrededor de Pedro Sánchez. Y con esas nuevas mayorías se
produjeron nuevos pactos dentro del PSOE. Los antiguos barones que se oponían a
Sánchez, de repente se convierten en sus aliados y con algunos de ellos, con
Susana Diaz en particular, se produce un pacto que permite mantener a una gran
mayoría del antiguo PSOE andaluz en las diputaciones. Tras las elecciones
municipales Pedro Sánchez pacta con sus opositores y renuncia a llevar a cabo
la reforma que el PSOE tanto necesitaba. El PSOE andaluz fue la causa de la
derrota del sector progresista en las elecciones autonómicas andaluzas. Y fue
el responsable, entre otras cosas, por mantener al frente del partido a un
grupo de personas, los fieles a Susana Diaz, que eran incapaces de hacer que
Andalucía evolucionara de una forma progresista. Pero Pedro Sánchez, tras las
municipales, pactó con Susana Diaz y renunció a ese cambio totalmente necesario
del socialismo andaluz.
Y
después ha seguido pasando el tiempo porque como decimos se ha querido dejar
pasar el tiempo por parte del presidente en funciones. Tras el tiempo
transcurrido ya estamos convencidos de que Pedro Sánchez, o él más el núcleo
del PSOE en el que ahora podemos incluir a los barones territoriales, no
querían desde el principio formar un gobierno que incluyera a Podemos. En
muchos ambientes se habla de la responsabilidad compartida de Pedro Sánchez y
Pablo Iglesias por el fracaso de las negociaciones. Por sus respectivos egos.
Nosotros queremos ser más concretos. En el fracaso de una negociación hay que
mirar en primer lugar a la parte que tiene más poder. El presidente en funciones
es quien tiene el control de los tiempos. Es quien tiene los recursos del
estado disponibles. Él y solo él es el responsable de que no haya un gobierno
progresista. Pedro Sánchez fue el que tuvo la osadía de presentar una moción de
censura y la habilidad de tejer una mayoría para conseguirla y por ello generó
una gran ola de entusiasmo. Pedro Sánchez es quien tenía la responsabilidad de
seguir tejiendo y madurando la mayoría progresista que le ayudó a ganar la
moción de censura. Pero ha renunciado a ello. Ahora el PSOE liderado por Pedro
Sánchez, con el apoyo de sus antiguos opositores, ha vuelto a los viejos tics. Todas
las iniciativas tomadas por el presidente en funciones han estado orientadas a
eliminar o reducir el papel de Podemos, y posiblemente también de Ciudadanos,
en la política española. Todas las iniciativas están orientadas a volver al
viejo bipartidismo PSOE/PP. Pero este rumbo implica renunciar a cambiar algunos
restos de la época del PP que han sido muy demandados por la mayoría progresista.
Ya parece que se renuncia a cambiar la ley del mercado laboral, tampoco se nota
un especial énfasis en la subida de impuestos a las rentas altas para mantener
el estado del bienestar y combatir el aumento de la desigualdad que ha ocurrido
durante la crisis, etc.
Pedro
Sánchez ha dejado de ser el faro que movilizó a la mayoría progresista.
Posiblemente con el rumbo que ha adoptado provoque una importante ola de
abstención en la mayoría progresista que consiguió movilizar. Igual que pedí el
voto para él, si hay elecciones, yo ya no lo volveré a pedir. Si hay elecciones
yo votaré, pero desde luego no al PSOE.
Tampoco
ha ayudado mucho la actitud infantil de Podemos en las negociaciones. Pedir
Vicepresidencias y Ministerios sólo le ha servido para ser acusado de que busca
las poltronas del poder. Evidentemente hay que apostar porque las fuerzas
progresistas no solamente sean mayoría en el parlamento. También deben estar
implicados en el gobierno. Pero cuando un partido como el PSOE se enroca en su
postura de no permitir nadie de Podemos en su
gobierno, transmitiendo continuamente el mensaje, junto con los partidos de
la derecha, del radicalismo de Podemos, construyendo la idea de Podemos es la
imagen especular de Vox y que España necesita huir de lo que ellos llaman el
populismo, entonces hay que cambiar de estrategia. En esto momentos creo que
Podemos debería apoyar la investidura de Pedro Sánchez a cambio de nada y
posteriormente pelear en el parlamento por nuevas leyes que sólo la suma de
Podemos más PSOE puede en este momento sacar adelante.