martes, 23 de junio de 2020

No podemos ser neutrales frente a esta crispación



Miguel Toro

23 de junio de 2020

En una entrevista al expresidente Zapatero a raíz de los atentados del 11 de marzo de 2004 en España dice: "La crispación en la política española es como el Guadiana, vuelve cada poco". "Intentan la deslegitimación de un Gobierno de izquierdas" sobre la base de una "tragedia" y de "negar la evidencia". Todo por "no asumir las derrotas con deportividad y ejemplo democrático", resume el expresidente.

Entonces, igual que hoy, los líderes de la derecha no dudaron en utilizar a los muertos para sus batallas políticas. Poco importaba la verdad, el respeto por las víctimas, la convivencia pacífica o el interés general. En 2004 el PP acusaba a Zapatero de haber dado un golpe de Estado como el de Tejero con un tren de cercanías. Hoy la escisión del PP por su extrema derecha tacha al gobierno de "ilegítimo", "homicida", "dictatorial" y "criminal", mientras el principal partido de la oposición ríe estas gracias cuando no las fomenta. No son solo excesos verbales. Es una reacción profundamente antidemocrática, propia de quienes solo respetan la soberanía popular cuando ganan ellos las elecciones.

Para la derecha, para la extrema derecha, para los sectores más antidemocráticos de la sociedad, para los grandes poderes económicos, todo vale contra un gobierno que consideran ilegítimo, porque no es el suyo. Con un problema añadido la derecha es mayoritaria en casi todos los resortes del poder real incluso cuando está en la oposición en el parlamento: las grandes empresas, la justicia, las fuerzas policiales, los grandes medios… La extrema crispación que están generando le sirve para extender entre sus partidarios, en todos los ámbitos anteriores, la idea de que el fin justifica los medios. Que hay que tumbar a este gobierno de la forma que sea. Esta cultura de la crispación viene de antiguo. Luis María Anson en una entrevista publicada en 1998 ya decía que "La cultura de la crispación existió porque no había otra manera de vencer a González con otras armas".


Para los líderes de la derecha española, para el sector económico más retrógrado la presencia de Unidas Podemos en el Consejo de Ministros es una provocación intolerable, agravada por el hecho de que esta mayoría parlamentaria también dependa de los catalanes y los vascos.

Pero ¿Cómo está reaccionando la sociedad ante esto? ¿Cómo están reaccionando muchos sectores progresistas ante esta crispación? Crispación que irá en aumento a medida que el gobierno intente subir los impuestos que pagan las grandes empresas y fortunas, a medida que el gobierno intente derogar la reforma laboral, a medida que intente desmantelar las redes reaccionarias dentro de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, etc.

Hay un sector progresista que está reaccionando ante esta crispación provocada diciendo que las Cortes actuales no les representan, que no representan al pueblo español en su mayoría. En definitiva que todos los políticos son iguales porque no están haciendo su trabajo de llegar a acuerdos entre unos y otros para sacar el país adelante. Es una postura extendida entre sectores que considero progresistas y que ha sido defendida por importantes voces mediáticas como Iñaki Gabilondo. Es una postura política que pretende mantenerse neutral entre la izquierda y la derecha, entre los que están provocando la crispación y los que están siendo atacados por los bulos fabricados en muchos casos por las fuerzas de seguridad del estado. Una postura que encuentra justificado criticar al gobierno por cualquier fallo de coordinación. Que considera que en el gobierno sólo deberían estar profesionales supuestamente neutrales que llegaran a acuerdos con unos y con otros para hacer avanzar el país.

Esta postura está haciendo mucho daño a la opción progresista. Frente a ellos creo que la política es conflicto. No creo que se pueda hacer política para defender los intereses de todos porque los intereses de unos están enfrentados con los de otros y esto tenemos que tomarlo como punto de partida. Podemos hacer política para la mayoría pero esto implica, casi siempre, tomar decisiones que no favorecen los intereses de una minoría. Minoría que por otra parte es dueña de los grandes grupos mediáticos y controla los resortes económicos del país. La crispación actual está provocada y aumentará porque los sectores privilegiados de la sociedad no aceptan el gobierno que salió de las urnas, no aceptan que Unidas Podemos pueda estar en la comisión de secretos de estado, no aceptan que el gobierno se proponga derogar toda o una parte de la reforma laboral porque eso les permite mantener bajos los precios de la mano de obra, etc.

Frente a esta crispación creciente, como en el pasado, no podemos reaccionar simplemente pidiendo que desaparezca, pidiendo a todos los políticos que se pongan de acuerdo en cualquier acuerdo, diciendo que todos los políticos son iguales. Frente a esta crispación creciente tenemos que reaccionar desenmascarando los bulos fabricados por la extrema derecha y en muchos casos alimentados por partes del sistema judicial y las fuerzas de seguridad del estado. Frente a esta crispación creciente hay que apoyar a los políticos que están defendiendo opciones progresistas. El gobierno actual, para mí, es la mejor opción para responder a esta crispación. No podemos ser neutrales en esto. Yo no quiero ser neutral en esto. Ser neutral en política en estos momentos de crispación es una opción política respetable pero que no ayuda a hacer avanzar el país en un sentido progresista. Más bien lo contrario: genera alejamiento de la política, desmovilización, absentismo. Es justamente lo que buscan aquellos que están creando la crispación para conseguir que el gobierno tenga menos apoyos y hacerlo caer. A mi si me representa el bloque progresista, desde luego no todo el Parlamento. A mí me representa el bloque que con su alianza apoya al actual gobierno.

Hay una segunda reacción a la crispación liderada por algunos dirigentes del antiguo PSOE como Felipe González o José Bono. Este sector no critica el origen de la crispación. Simplemente no acepta que Unidas Podemos esté en el gobierno. El primero no acepta que Pablo Iglesias esté en la comisión de secretos de estado porque eso es solo para los que, como él, son profesionales de la política. No es, según él, para los advenedizos aunque hayan sido elegidos en unas elecciones y sea el vicepresidente del gobierno elegido en el Parlamento. No acepta que el gobierno pueda tomar decisiones sin su anuencia previa. El segundo, José Bono, critica abiertamente la subida de impuestos a las grandes fortunas como la suya. Esta actuación de sectores del antiguo PSOE rema en la misma dirección que los que están provocando la crispación: quiere hacer caer al gobierno. Quiere un nuevo gobierno en el cual no esté Unidas podemos y posiblemente tampoco Pedro Sánchez como presidente. Este sector no está siendo neutral.

Para que España siga una senda de progreso, para poder abordar las consecuencias de la crisis sanitaria y la desigualdad producida por la anterior crisis, tenemos que seguir apoyando a este gobierno progresista y consiguiendo que la mayoría que lo sustenta sea cada vez más amplia.