José Antonio Bosch. Abogado.
21 de diciembre de 2021
Al parecer deberíamos congratularnos todos porque la justicia suiza ha archivado la causa por presunto blanqueo de capitales y cobro de comisiones ilícitas y ello por falta de pruebas que impiden sostener una acusación contra varios investigados entre los que se encontraba nuestro rey demérito.
Y no han logrado pruebas de cargo, entre otros motivos, porque quienes debían de ayudar en la investigación, es decir, las autoridades sauditas, jamás colaboran con la Justicia de otros países y menos cuando esas mismas autoridades son cómplices necesarios de los delitos que se investigan. Lo de la soberanía nacional lo tienen tan asumido que sus trapos sucios sólo los lavan en casa y en sus embajadas, que para eso son también suelo patrio (no hay más que recordar el asesinato en Turquía del periodista Jamal Kashoggi).
Además, el fiscal que promovía la investigación no tenía del todo claro si ese manto protector que cubre al Jefe del Estado español, eso de que es inviolable y que no está sujeto a responsabilidad alguna, toda vez que cuando se cometieron los supuestos hechos delictivos Juan Carlos I era Jefe de Estado, podría hacer decaer cualquier acusación contra el rey demérito. De momento, el asunto de su inmunidad parece que está dando juego ante los tribunales británicos, por lo menos sus abogados la están invocando.
Personalmente no he logrado que la noticia me alegrase el día, sino que me ha vuelto a recordar aquello de que todos somos iguales ante la Ley, pero unos más que otros, y que siguen quedando demasiadas preguntas sin contestar por quien fuese el símbolo de la unidad y permanencia del Estado y a quien, desde su más tierna infancia, le hemos venido pagando sus gastos y caprichos todos los españoles, aunque parece ser que no lo suficiente, dado que tuvo que buscar ingresos extras de buenos amigos.
Que la fiscalía suiza no vea delito en que nuestro exrey, a través de una fundación de Panamá, recibiera en Suiza una donación de 65.000.000 de euros realizada por el rey Abdalá de Arabia Saudita, no alcanza para explicar los motivos por los que el rey Abdalá le hizo tal donación a nuestro Jefe de Estado. Seguro que son muy buenos amigos, pero no hay mucho precedente de amistad (sin sexo) que realice tales regalos sin contraprestación alguna.
No parece muy ejemplarizante y también requiere algunas explicaciones, el hecho de que el ex monarca, mediante entidades jurídicas opacas en Panamá y en Suiza, tratara de evitar todo control fiscal. No deja de ser paradójico (por decirlo en fino), que quién vive del dinero público, de los impuestos que pagamos el resto de los españoles, tenga el descaro de defraudar al fisco, de defraudar a quién le paga.
Y no quiero entrar en sus amoríos, aunque debiéramos entrar dado que este sistema anacrónico que tenemos hace que una relación sexual real se convierta en una cuestión de Estado, pero con independencia de sus novias, parece que de una de ellas, la tal Corinna, también debería despejar algunas incógnitas aquél que nos presentaban cada Navidad como el buen padre de todos los españoles y que, incluso algún año, nos daba consejos morales y reprendía a los que se portaron mal.
Y también alguien debería explicarnos cuál ha sido la bola de cristal con la que han contado sus abogados que han sabido regularizar, en el momento adecuado, la situación fiscal del señor Borbón, evitando toda responsabilidad penal del ex – monarca.
Y ya puestos, alguien debería explicarnos el motivo de que un inocente, alguien que, según dice, no tiene conciencia de haber hecho nada ilícito, salga huyendo de España y se refugie en Abu Dabi, país este poco dado a colaborar con la justicia extranjera. Que vuelva o no vuelva a casa por Navidad, me resulta intrascendente, lo que necesitamos es conocer la verdad.
Y quiero que alguien conteste a las preguntas, no por simple curiosidad malsana, sino porque resulta obligado conocer si se han producido o no conductas ilícitas, con independencia de que éstas puedan ser finalmente castigadas o no, porque estamos hablando de un ex Jefe de Estado que tiene toda la pinta de que ha tenido una ancha moral y un más ancho bolsillo y debemos de saber cuáles fueron los filtros, los controles que no funcionaron, para corregirlos y que no vuelva a suceder.
Aunque soy republicano, lo que me inquieta en este momento no es el debate monarquía/república, sino que todos los filtros con los que cuenta un Estado miren para otra parte cuando de controlar a determinados ciudadanos se trata. Lo que me repugna, es que no todos seamos iguales ante la Ley.
Ya sé que me dirán que Juan Carlos I ha prestado grandes servicios a la patria y por alguna que otra “cosilla” no se le debería condenar, pero les aseguro que en mi práctica profesional diaria me he encontrado con muchos acusados que eran buenos empresarios, magníficos padres, buenos ciudadanos, pero cometieron algún desliz, y todas sus bondades no sirvieron para que la Administración y/o los Tribunales dejaran impunes sus actuaciones ilícitas.
Está
claro que todos no somos iguales ante la Ley, pero que me lo restrieguen por la
cara me molesta tanto que cada día me siento más republicano. Con independencia
de ello, de lo que no hay duda es que si nada cambia, si no nos tomamos la
molestia de corregir los filtros, los controles que o fallaron o no funcionaron,
nada impedirá que la situación vuelva a repetirse en el futuro.