Sebastián Martín Recio
8 de
mayo de 2022
1.- Aclarando
conceptos: No es unidad de partidos, es alternativa unitaria
No se trata sólo de que las fuerzas de izquierdas se unan
en coalición.
Se trata, sobre todo, de entender que la sociedad civil tiene aspiraciones
compartidas y reivindicaciones comunes en muchos ámbitos de la vida cotidiana,
de su presente y de su futuro: me refiero en concreto a aspectos tan importantes
como el empleo, la calidad de vida, la sanidad, la educación y las pensiones
públicas, los servicios sociales a los mayores, la vivienda, la cultura, el
medio ambiente, la igualdad de género, los valores y la soberanía de nuestra
tierra, el pacifismo, la no violencia, etcétera. Todas estas aspiraciones se
concretan en las propuestas que las formaciones políticas de izquierdas plantean
al electorado. Resultaría un poco absurdo que, compartiendo reivindicaciones y
aspiraciones como las señaladas, se vaya por separado.
No se trata, pues, de “la unidad de la izquierda”, sino
de la alternativa unitaria de las izquierdas, con un programa común, para tener
mayor eficacia electoral. Pues la división genera pérdida de escaños en el
Parlamento. En resumen, se trata de hacer valer la diversidad social y la
pluralidad política e ideológica en un programa común que respete las
diferentes identidades, pero que permita trabajar conjuntamente en esos
objetivos comunes.
2.- De la diversidad a la división
Indudablemente todas
las fuerzas políticas, sociales, culturales y de cualquier índole, tienen en su
seno una pluralidad de matices que a veces genera líneas centrífugas,
tendencias fragmentarias, esto es típico en todos los partidos... Desde el PP
que parió las tres derechas nacionales, hasta el PSOE con el “susanismo” y las
tendencias más a la izquierdas pasando por la población inmersa en el
clientelismo institucional… Cualquier ámbito organizado social, político o
cultural está sometido a estas contradicciones internas.
Esto en el seno de
cada formación… Luego está la diversidad o la fragmentación resultante en cada
ciclo. En el mapa actual de la izquierda andaluza y del andalucismo de
izquierdas, puede haber en total unas once formaciones, que podrían agruparse
en tres ámbitos estratégicos: el polo social o igualitario, el polo ecológico y
el polo andalucista. Todas las formaciones abordan estas tres tendencias
estratégicas, sobre la base de una apuesta por la profundización en la
democracia. Todas se reclaman por la igualdad social y de derechos, contra las
desigualdades. Todas defienden el carácter público de las pensiones, los
servicios de salud, de educación y de atención a los mayores, contra las privatizaciones…
Todas apuestan por la llamada “transición ecológica”, por un cambio del modelo
productivo, por las energías limpias y por medidas de protección medioambiental
y de fomento de una cultura de respeto de la naturaleza. Y todas reivindican
mayores cotas de autogobierno para Andalucía, por la soberanía energética,
alimentaria, social y política, y por superar el papel subalterno de nuestra
tierra basado en el turismo, los servicios, el extractivismo y la precariedad….
Aunque cada una ponga especial énfasis en un aspecto concreto, todas tienen un
“programa común” que pensamos es el que pueden y deben compartir pública,
política y electoralmente…
Entonces la reflexión
está en ver qué “fuerza de atracción”, o cuáles son los vínculos que podrían
unir esta constelación diversa de matices en cada ámbito. Así, cuando el
vínculo es puramente material o económico y de intereses particulares la
impresión que da es que esa unidad es más sólida si se dan expectativas… como
ocurre en las derechas. Pero todos sabemos que dentro de cada una de las tres o
cuatro, cinco o seis derechas existentes (no olvidemos las nacionalistas) a su
vez hay matices y diferencias internas. Sin embargo, en la izquierda esos
vínculos son más ideológicos, son más teóricos, y más de utopías a veces, son
menos de intereses económicos privados (aunque también existen muchas veces
intereses particulares, dominios territoriales de los aparatos, de ahí el
“todos son iguales”) con lo cual la fragmentación se produce con más
frecuencia. Pero si te adentras a la realidad social, la diversidad existente
es enorme en cada ámbito dentro de cada grupo social y eso es algo saludable,
democráticamente es una riqueza inmaterial que permite que la democracia esté
viva…
Por todo ello, la
mayor “fuerza-pegamento” que puede unir a las izquierdas andaluzas son los movimientos
sociales transformadores. Las Mareas por la Sanidad Pública y por la Educación
Pública, los colectivos y movimientos feministas, los movimientos de
pensionistas, ecologistas, culturales, LGTBI, etc…, forman un espacio en el que
se desenvuelven reivindicaciones que solo un instrumento político amplio y
plural podría aunarlos en un frente amplio político y social con un programa
común alternativo y con posibilidades de avance sustancial en las
instituciones. Es el cambio de correlación de fuerzas que resulta necesario
para el cambio social en beneficio de la mayoría.
3.- La amenaza de la extrema derecha no es buen argumento
para propiciar la unidad de la izquierda.
Además de un cierto franquismo sociológico residual pero no
débil, que forma un remanente cultural que a veces regurgita y se muestra
evidente en ciertos aparatos de poder, el nudo gordiano de esta situación en
Europa, en España y por supuesto en Andalucía, viene dado por una indignación
acumulada por parte de muchas capas sociales, tanto de las clases medias como
de la clase trabajadora y del precariado. Han visto en estas dos últimas
décadas cómo el sistema neoliberal ha ido desmontando el Estado del bienestar y
muchos derechos sociales, amenazando el sistema de protección social en cuestiones
tan importantes como las pensiones, la sanidad o la educación. Esta indignación
se ha convertido en una cierta impotencia al ver que tanto los partidos mayoritarios
como el propio sistema económico son cómplices de la prolongación de este
deterioro de la calidad democrática, de los servicios públicos y del nivel de
vida.
En nuestros pueblos y barrios muchas personas, muchos
colectivos, se sienten incluso abandonados al ver que se van empobreciendo, se
quedan sin empleo, sin médico o sin profesores, o sin transporte público ni
posibilidades de llegar a fin de mes. Entonces, esa indignación unida a la
impotencia significa o bien abstención o bien actitudes de rechazo que se
concretan también en acciones y votos que puedan hacer daño al propio sistema o
a la misma democracia, porque consideran que les ha vuelto la espalda, y ahí es
donde aparece la ultraderecha como polo de atracción. ¿Qué más daño se puede
hacer a esa democracia que ha “traicionado” a tanta gente que apoyar a los que quieren
en el fondo destruirla?
Así pues, los argumentos han de ir sobre todo a las raíces
que provocan esa desafección y esa indignación, y no exclusivamente al efecto
producido por esas causas.
4.- ¿Y cuál sería la
alternativa que podría conseguir el objetivo de la unidad de la izquierda?
La alternativa comprende en primer lugar un método basado en
el encuentro y en el respeto entre todas las fuerzas políticas. Este encuentro
ha de hacerse y desarrollarse en clave de encontrar síntesis superadoras y
sumatorias, siempre en clave de las demandas sociales que muchos movimientos
sociales vienen reclamando. Y ello ha de concluir con un programa común
elaborado colectivamente.
La perspectiva de funcionamiento futuro de este conjunto
amplio de fuerzas políticas y sociales, para que no sea un proceso coyuntural
de corto plazo, debiera concretarse en una Coordinadora o Plataforma Política y
Social, donde estén presentes en equidad tanto las formaciones políticas como
los movimientos sociales. Y ahí es donde deben de tratarse las estrategias de
mayor relieve. De la misma manera, el grupo parlamentario que se conforme ha de
ser plural y dicha pluralidad ha de estar visibilizada no sólo en las
candidaturas electorales, sino también en el propio grupo parlamentario… En el
que todos estarían vinculados por el programa común y por la Coordinadora
Política y Social, teniendo autonomía cada fuerza para su funcionamiento propio
y paras sus actuaciones específicas en aquellas cuestiones que estén fuera de
los acuerdos comunes…
Y esta fuerza o movimiento político social y ese grupo
parlamentario alternativo de la Izquierda Andaluza debieran tener voz propia en
el Congreso de los Diputados. Porque esa visión plural alternativa, igualmente,
ha de expresarse territorialmente en las Instituciones del Estado.
5.- El proceso de
confluencias en Andalucía
A nadie se le oculta,
pues ha sido públicamente mostrado, la complejidad y contradicciones habidas en
este proceso de confluencias en Andalucía. Una experiencia, a mi entender, del
mayor interés para tener en cuenta estos procesos que habrán de llevarse a cabo
de manera similar en el conjunto del Estado y de cada una de las comunidades
autónomas.
Ya en el mes de
septiembre de 2021 iniciamos contactos con dos personas independientes de
prestigio para que se prestaran a ser mediadores. Sin embargo declinaron esta
propuesta porque consideraban que esa tarea estaba condenada al fracaso por el
enfrentamiento que existía en el seno de las propias izquierdas de Andalucía. He
ahí la primera dificultad: precedentes de fracturas y confrontaciones que crean
un clima adverso y que plantean resultados inciertos en estos procesos de
diálogo.
Por todo ello, dos
personas, Francisco Sierra y un servidor, nos pusimos manos a la obra de una
manera ciertamente temeraria o arriesgada. Entablamos contactos previos con
cada uno/a de los/las dirigentes de las distintas fuerzas políticas: con Teresa
Rodríguez, Esperanza Gómez, Toni Valero y con Martina Velarde, en los meses de
octubre y noviembre. Fueron reuniones bilaterales para conocer, en resumen, los
principales elementos estratégicos que cada una de las fuerzas políticas
consideraban del mayor interés en función de su propia identidad… En el mes de
diciembre hicimos una primera convocatoria que tuvo que ser aplazada porque dos
compañeras manifestaron que no les resultaba viable. Hasta aquí, tenemos que
agradecer a las distintas fuerzas que atendieran a nuestras solicitudes de
contacto y su disposición previa a la confluencia. Es muy importante resaltar
que la propuesta pública de Yolanda Díaz de “frente amplio” ha sido un
catalizador muy importante, pues plantea una expectativa de posibilidades para
una alternativa superadora del agotamiento político actual y una senda de
transformaciones posibles muy interesantes
Finalmente, el 8 de
enero se hizo la primera reunión en la que estuvieron presentes las cuatro
fuerzas políticas convocadas: Izquierda Unida (Toni Valero y Ernesto Alba-del
PCA-), Podemos (Martina Velarde y Nico Sguiglia), Más País (Esperanza Gómez y
Tasio Oliver) y Adelante Andalucía (Teresa Rodríguez y José Ignacio García). Se
les entregó un documento (que es el que sigue a este)
que pudiera resultar como una síntesis común de todas ellas. Hay que decir que
el documento fue bien visto por todas estas fuerzas y que la reunión transcurrió
de la mejor manera y con el mejor ambiente y el trato agradable y de
compañerismo entre todos. Al final de la reunión surgió un problema, cinco minutos
antes de que hubiéramos de irnos del Centro Cívico, que planteó Adelante
Andalucía, que fue una exigencia de la restitución de todos los cargos parlamentarios
y también municipales que, como consecuencia del desencuentro que hubo en su
día, determinó que la Mesa del Parlamento de Andalucía los enviara al grupo de
no adscritos. La reunión ya estaba terminada, este tema no iba en el orden del
día y esta exigencia no se había manifestado en los contactos previos, por lo
que acordamos consultar posteriormente este complejo tema con asesoramiento
adecuado. Pero, días después, Adelante Andalucía decidió salirse de la
confluencia. Esta fue la primera rotura lamentable de este proceso de confluencia.
Tuvieron que pasar
dos meses para una segunda reunión en la que ya los Verdes Equo (Mar González)
e Iniciativa del Pueblo Andaluz (José Antonio Jiménez) formaron parte de las
reuniones. Reuniones que fueron pivotando sobre todo en cuestiones de método,
de comunicados públicos sobre la situación, su conveniencia o no, de la “Hoja
de Ruta” a llevar a cabo y líneas generales de gran envergadura mediática (el
nombre de la alternativa) o del propio funcionamiento del grupo parlamentario
futuro.
Los mediadores
avisamos que no entraríamos en los debates de conformación de las listas de
cada provincia. Solo planteamos como exigencia común que la pluralidad política
debería estar visible en las candidaturas. Y así, también en reuniones
bilaterales entre los diferentes partidos, se trataron tres temas del mayor
interés: el nombre de la candidatura, quién sería el candidato o la candidata (todos
de acuerdo en que había que buscar una persona independiente) y cómo sería la
configuración y el funcionamiento del grupo parlamentario resultante y también
del proceso de Frente Amplio que se iniciaba en todos sus aspectos.