Antonia
Corona Aguilar. Profesora de Trabajo Social y Servicios
Sociales de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
7 de febrero de 2023
“La guerra me hizo pacifista y soltera"
(Gloria Fuertes)
No hay mañana que nos
despertemos sin escuchar acontecimientos violentos (guerras, asesinatos,
violaciones, insultos, pornografía, asaltos a los poderes estatales elegidos democráticamente…).
Y no podemos olvidar las violencias silenciadas e invisibilizadas. Sabemos que
son innumerables las diferentes maneras de ejercer las violencias. Para mi uno
de los referentes es Pierre Bourdieu cuando en su libro La dominación masculina nos va desgranando las tres manifestaciones
de violencias: las estructurales, las institucionales y las simbólicas (Bourdieu,
2000)[1].
En esta primera colaboración
con el blog Vientos de Cambios Justo,
he pensado en abordar la importancia del pacifismo dentro del feminismo, la
mirada y la intención de resolver los conflictos de una manera no violenta que
han tenido tradicionalmente los feminismos y el sinsentido que tienen las
guerras.
Hurgando en la memoria feminista española, nos encontramos que ya en el siglo XIX existía un movimiento antimilitarista, a favor de los tribunales de arbitraje y el desarme, promovido por las asociaciones feministas librepensadoras. Estas mujeres, las «afiliadas» y seguidoras que, según María Dolores Ramos, se habían negado a ser «portaestandartes», «floreros», objetos de adorno en los mítines, denunciando lo que ellas calificaban de «tibieza republicana». En ese marco defendieron su identidad política y su autonomía personal, declarándose «republicanas de nadie», «republicanas de la República», porque ésta no podía ser «monopolizada por nadie, sino elevada por la invencible fuerza popular».
Alejándonos un poco más, considero
que también es importante recordar las propuestas de Jane Addams, premio Nobel
de la Paz, que junto a más de 1000 mujeres se reunieron el 28 de abril de 1915,
nueve meses después del comienzo de la I Guerra Mundial, para celebrar en La
Haya el "I Congreso Internacional de Mujeres". Sí, más de 1000
mujeres de distintas culturas, lenguas y tendencias, procedentes de 12 países -incluso
enfrentados en el conflicto-, se juntaron, desafiando los peligros y obstáculos
del escenario bélico, en busca de la paz.
Las llamaban locas y traidoras, pero ellas, mujeres
valientes y comprometidas, estaban convencidas de que el logro de la paz,
la igualdad y la justicia para todos y todas eran objetivos inseparables. Durante
cuatro días debatieron y denunciaron el horror de la guerra, elaboraron
estrategias de paz e intentaron encontrar un mecanismo de mediación inmediato
para detener las matanzas.
Con esta iniciativa, no
exenta de valentía, tanto por la decisión como por las dificultades para viajar
en tiempos de guerra, aquellas mujeres estaban mostrando que era posible pensar
situándose en otro plano, en otro paradigma. Reclamaban cordura donde sólo
había irracionalidad y vías de diálogo donde predominaba la idea de que la
guerra seguía siendo la política por otros medios.
Mostraban así que, desde su
distinta socialización, la exclusión del ámbito público y los roles asignados,
era posible derivar un pensamiento alternativo, que puesto en acción condujo al
nacimiento de un feminismo pacifista internacionalista (Magallón, 2006)[2].
De este Congreso surgieron
varias iniciativas que urgían a los gobiernos del mundo a poner fin a la
terrible guerra, y construir una paz permanente y con justicia. Sin duda, marcó
el inicio del movimiento internacional de mujeres por la paz, del feminismo
pacifista y antimilitarista con vocación internacionalista.
Aunque, como casi siempre,
también surgieron conflictos, pero lo importantes es aprender y ver que hay
otras maneras de resolverlos. Por ejemplo, ninguna mujer francesa o rusa logró
asistir. A las feministas pacifistas francesas se les prohibió acudir al
congreso y fueron estigmatizadas como traidoras y antipatriotas. Muchas de
ellas serían juzgadas y condenadas por sus ideas de paz. Es significativo el
caso de Hélène Brion, sufragista y pacifista que en 1918 fue incapacitada en su
profesión de maestra por difundir panfletos pacifistas. En el juicio contra
ella, demostró un admirable coraje al seguir defendiendo sus ideas
públicamente, haciendo gala de un activismo esperanzador ante una Europa en
ruinas. “Soy enemiga de la guerra porque
soy feminista. La guerra es el triunfo de la fuerza bruta, el feminismo sólo
puede triunfar por la fuerza moral y el valor intelectual” (Brion, 1918).
Ahora, en estos tiempos y muy
cerca nuestra también existen movimientos antimilitaristas y feministas con una
larga trayectoria. Uno de los que me merece más admiración son Mujeres de Negro contra la Guerra, un
grupo de mujeres que desde la coherencia, la persistencia, el cuidado y la
incidencia política, denuncian e inciden en los despropósitos violentos que
amenazan constantemente. Un aspecto relevante de este colectivo es que
visibilizan conflictos que suelen estar visibilizados por los diferentes poderes.
Señalando algunas de sus
últimas acciones podemos hablar de la labor educativa que ejercen para dar a
conocer en los centros educativos la Carta
del Mandén[3]
proclamada en el claro de Kurukan Fuga,
en la cuenca alta del río Níger de Malí en 1236. Sí, en 1236. En el siglo XIII.
Esta carta tiene más de 40 artículos y principios claves para la convivencia
próspera, armoniosa y en paz. Es considerada una de las constituciones más
antiguas del mundo, aunque sólo existe en forma oral. Consta de un preámbulo y
siete capítulos en los que se proclaman: la paz social en la diversidad, la
inviolabilidad del ser humano, la educación de las personas, la integridad de
la patria, la seguridad alimentaria, la abolición de la esclavitud por raza y
la libertad de expresión y comercio.
Y nos creemos en Occidente
que inventamos los derechos humanos!!!! En fin!!! Cuánto por aprender.
Mujeres
de Negro contra la Guerra, además, de manera permanente, convocan
todos los primeros jueves de mes, en Sevilla, delante del ayuntamiento, una
concentración para denunciar los valores patriarcales, violentos y
supremacistas que dominan la mayoría de las estructuras, políticas, económicas,
sociales y culturales. Visibilizar, denunciar las violencias en su multitud de
manifestaciones, junto con hacer propuestas desde los cuidados y el bien vivir,
nos acercan a otras lógicas y paradigmas que nuestras ancestras ya inventaron.
Para
ir terminando, las violencias son evitables. Es una elección. Elijamos la no
violencia, como medio y como fin. Y nada mejor que este texto de Gloria Fuertes
y su llamada a la PAZ:
‘VENDRÍA LA PAZ’
“Si
todos los políticos
se
hicieran pacifistas
vendría
la paz.
Que
no vuelva a haber otra guerra,
pero
si la hubiera,
¡Que
todos los soldado
se
declaren en huelga!
La libertad
no es tener un buen amo,
sino
no tener ninguno.
Mi
partido es la Paz.
Yo
soy su líder.
No
pido votos,
pido
botas para los descalzos
-que
todavía hay muchos-”
Gloria Fuertes
[1] BOURDIEU, P. (2000). La dominación masculina. Anagrama. Barcelona. Documento completo http://www.multimedia.pueg.unam.mx/lecturas_formacion/relaciones_genero/modulo_3/m3_s1_l3.pdf
[2]
MAGALLÓN, C. (2006). Contar en el mundo.
Una mirada sobre las Relaciones Internacionales desde las vidas de las mujeres,
Horas y horas, Madrid
[3] Carta de
Manden. Aunque desde el siglo XIII se transmitía de manera oral ya podemos
encontrarla publicada entera: https://ich.unesco.org/es/RL/la-carta-del-mandn-proclamada-en-kurukan-fuga-00290