martes, 9 de abril de 2019

AGUA PARA TODA LA VIDA


Francisco casero Rodríguez

Luis Babiano Amelibia

9 de abril de 2019

El orden de preferencia para los usos del agua queda establecido por Ley y en el Plan Hidrológico de la cuenca correspondiente. A falta de dicho orden, la legislación vigente plantea unas preferencias de carácter general, encabezadas por el respeto a los ecosistemas (verdaderas fábricas de agua) y el abastecimiento a la población, si bien no discrimina en los usos agrícolas, aquellos respetuosos con el medio ambiente como la agricultura y ganadería ecológica frente a otros que no lo son.

Ante el Cambio Climático, la Agricultura y Ganadería Ecológica se muestran como una de las herramientas más eficaces, por lo tanto, la gestión del agua tiene que priorizarla frente a otros usos no respetuosos. En situaciones de sequía, la Agricultura y Ganadería Ecológicas tienen que estar tras el abastecimiento urbano, y por delante de otros, por el uso y respeto al agua.

El canon de agua superficial que cobra el Ministerio de Transición Ecológica del Gobierno de España, a través de las Confederaciones Hidrográficas, por la utilización del agua, tendría que repercutir de una manera clara en el territorio y, especialmente, en el fomento y desarrollo de la Agricultura Ecológica, al ser respetuosa con la calidad de agua. Sería recomendable un pequeño canon para las aguas subterráneas, actualmente inexistente, con la finalidad de controlar en calidad y cantidad los aprovechamientos que actualmente se están realizando.

 
Si se mantiene la vigencia del principio de que “quien contamina, paga”, en el caso del agua, tendría que haber una discriminación positiva a favor de la Producción Ecológica, pues no contamina frente a la convencional. Los costes asociados a la potabilización para el abastecimiento urbano en España, por descontaminación de plaguicidas, herbicidas e insecticidas utilizados en el pasado y en la actualidad, se evalúan en cantidades económicas muy importantes, frente a las irrisorias que reciben la Producción Ecológica. La administración, también debería incentivar los acuerdos entre las ciudades y el mundo rural para la protección de las fuentes de suministro tal como están haciendo ciudades como París con sus agricultores sostenibles.

Los proyectos de investigación en materia de aguas, muchos de ellos financiados con Fondos Europeos, han de evaluar los beneficios y su cuantificación de la Producción Ecológica, frente a las importantísimas cantidades actuales en inversión para nuevas técnicas de descontaminación.

Por otra parte, habría que intensificar los controles en la Agricultura Convencional, en especial en regadíos, sobre uso de fertilizantes, herbicidas, plaguicidas e insecticidas, creando la figura de Zona saturada de contaminantes y limitando su uso. Hay que informar a la población sobre calidad de las aguas, presencia y cantidades de plaguicidas en aguas


Del mismo modo, habría que potenciar las infraestructuras verdes, aquellas que facilitan la infiltración y recarga de acuíferos, potenciando de este modo la depuración natural, encaminadas a un mejor uso y prevención de la contaminación de las aguas, frente a la situación actual de descontaminación y planteamiento de nuevos embalses por colmatación de existentes. Habría que modificar el procedimiento actual de deslinde y amojonamiento del Dominio Público Hidráulico, como herramienta efectiva ante los riesgos de inundación, planteando que la seguridad de las personas y del territorio está condicionada al respeto de los riesgos ciertos que traen las crecidas de los ríos.

Todo ello, sin olvidarnos de que el contribuyente no puede soportar fiscalmente el coste ambiental del agua. Los productores en régimen superintensivo tendrían que pagar mucho más por el líquido elemento, porque su sistema productivo conlleva un mayor consumo de nutrientes y agua, además de minimizar la mano de obra en el campo.

Otras tasas aplicables para un uso más justo de agua, aumentando su calidad de servicio, podrían ser un canon aplicable al agua embotellada, por la cantidad de residuos que genera y la afección para la salud y el medio ambiente de los microplásticos en los que se descomponen; y una tasa para superficies impermeables, urbanizadas, por afectar de forma notable a la capacidad hidráulica de los arroyos y ríos o, en su defecto, plantear soluciones locales a través de redes pluviales sostenibles.

Nuestra agricultura cumplió con éxito los retos del siglo XX; una agricultura productiva que aportó alimentos a bajo precio para el desarrollo de nuestras ciudades. No obstante, el campo del futuro es otro y precisa un nuevo cambio cultural e institucional; de la hegemonía de la ecológica depende también el desarrollo de nuestras ciudades.

En este sentido desde la Fundación Savia proponemos:

La consideración del agua como recurso ecológico que favorece los servicios que nos aportan los ecosistemas es esencial en la configuración de una política sostenible en su gestión, como también lo es la búsqueda de la máxima transparencia en esta gestión en base a la cual se fomenten los necesarios acuerdos entre agricultores y ganaderos ecológicos y operadores de agua para fortalecer nuestras fuentes de suministro de agua.
Estos acuerdos ya son realidad en ciudades europeas como Paris.

La producción ecológica tiene como objetivo ambiental introducir nuevas prácticas de cultivo que redunden en la disminución de la contaminación de los suelos y el agua (ya sea superficial o subterránea), por medio de la reducción del uso de productos fitosanitarios y fertilizantes de síntesis química, contaminantes o potencialmente contaminantes. Además el empleo de productos ecológicos redunda en la mejora de la salud pública. Estos productos de síntesis química se usan de forma habitual en la agricultura tradicional y son los abonos y los productos fitosanitarios. En este sentido la ley de aguas y la planificación hidrológica debe ser un buen instrumento para favorecer la implantación de la producción ecológica. En este sentido es fundamental favorecer a la Producción ecológica en la normativa en materia de asignación de  concesión de agua establecidas por las Confederaciones Hidrográficas u organismos similares.

Las sequías afectan directamente a la agricultura, y suelen acarrear restricciones al riego. Desde la Fundación Savia creemos que la anticipación y planificación de este fenómeno recurrente es garantía de éxito. Por ello creemos que en los Planes de Sequía se singularice y proteja a la producción ecológica (uso diferenciado)  de manera que cuando se reduzcan las dotaciones para el regadío, en medida de lo posible y sin ser un problema para otros usos imprescindibles y prioritarios, la agricultura ecológica y el abastecimiento esencial del ganado, tengan garantizada su agua.