Miguel Toro
16
de octubre de 2018
En
las últimas semanas se ha hablado mucho de la universidad pública española. Se
están encontrando muchas imperfecciones, se ha amplificado hasta la saciedad la
venta de títulos a algunos políticos interesados en la titulitis pero que no están interesados ni en conocimiento y menos
en la tecnología, han aparecido institutos cuyo fin, parece ser era engrosar el
bolsillo de alguno. ¿Pero es toda la universidad así? ¿Y si fuera así, merece
la pena para un país tener una universidad así? Ya adelanto que estoy totalmente
convencido de que la universidad no es así como la han intentado dibujar en
algunos medios de comunicación. Y también estoy convencido de que un sector
político no precisamente progresista está demostrando que le importa poco la
universidad, su prestigio, su buen funcionamiento. Este sector político no da
importancia a la universidad y no comprende que la sociedad española necesita
una población formada para poder competir en el mundo en que vivimos. Que
necesitamos buenos profesionales para que nuestras empresas produzcan los
productos que necesitamos para vivir mejor. Que necesitamos buenos
profesionales para que nazcan empresas aquí en España que compitiendo con otras
a nivel internacional generen valor añadido y, a su vez, generen puestos de trabajo
de calidad. Los políticos de ese sector, como digo no precisamente progresista,
hablan de boquilla. Hablan de la necesidad de la formación. Pero por formación
entienden simplemente el tener un título que ellos consiguen fácilmente porque
creen que la universidad es suya y por lo tanto se merecen obtener un título
sin esfuerzo. Además, están convencidos que todos hacen lo mismo y, por lo
tanto, al ser tan sencillo obtener un grado, un máster o un doctorado, no es
necesario financiar la universidad. Total, para obtener un título, con lo fácil
que ha sido para algunos de ellos, no es necesario muchas inversiones, piensan
ellos.
Pero
hay gran consenso en que un país necesita para su desarrollo, para competir a
nivel internacional, para que se creen empleos de calidad necesita una buena, a
ser posible muy buena, universidad. Una universidad que forme buenos
profesionales capaces de aportar las tecnologías disponibles a las empresas
españolas y de grupos de investigación punteros que sean capaces de crear
nuevas tecnologías y generar nuevo conocimiento científico. Creo que la
formación de buenos profesionales y de grupos de investigación punteros es el
objetivo de la universidad y para conseguirlo se necesita más inversión
pública. Una inversión pública que es muy rentable a medio plazo para la
sociedad. Una inversión pública que los países más adelantados, Alemania, Reino
Unido, Japón, Estados Unidos, etc., han mantenido incluso aumentado en los
últimos años mientras que España ha bajado esta inversión en proporciones
claramente alarmantes en los últimos años. Este descenso en la inversión
pública está produciendo la fuga de muchos de nuestros mejores cerebros
buscando mejores oportunidades. Esto es empobrecer al país.
Pero
la universidad pública necesita, además de más inversión, una nueva gobernanza.
Una nueva forma de rendir cuentas ante la sociedad a la que debe servir. La
universidad pública española ha mejorado muchísimo desde los años 80. En
aquellos años era una universidad provinciana, incluso las de Madrid y
Barcelona, con contenidos obsoletos en la mayoría de las asignaturas que se
impartían y los pocos grupos de investigación que existían, salvo honrosas
excepciones, completamente desconectados del escenario mundial de
investigación. Ahora hay bastantes grupos de investigación, no los suficientes,
muy conectados a nivel mundial que pueden competir y si codean con los mejores
y un profesorado universitario más al día de las tecnologías disponibles.
Pero,
aunque ha mejorado mucho desde los años 80, la universidad pública necesita
mejorar más y, como he dicho antes, no sólo se necesita más inversión se
necesita cambiar la gobernanza universitaria. Se necesita que el poder político
comprenda la necesidad de una buena universidad y que priorice las líneas de
investigación necesarias para el país, que priorice y especialice las
universidades. Posiblemente unas más focalizadas a investigación puntera con
recursos para contratar a los mejores investigadores que formen buenos grupos
de investigación competitivos mundialmente. Posiblemente otras universidades
con un perfil más docente más centradas en formar profesionales para la
industria local existente. Esto implica una especialización del profesorado
universitario. Esto implica una carrera diferente para los funcionarios de las
universidades públicas. Esto implica una mayor participación de la sociedad en
las grandes decisiones de la universidad. En si se abre un nuevo grado o se
cierra. En si se abre una nueva Facultad o se cierra. En si se priorizan los
recursos de una universidad hacia un fin u otro. La sociedad debe tener un
papel más decisivo para valorar los resultados de departamentos, centros
universitarios y profesores concretos y a partir de ahí poder tomar decisiones
que orienten la universidad hacia los intereses de la sociedad. Claramente hace
falta más transparencia. Pero más transparencia teniendo claro el objetivo que
se busca. Debe ser más claro para la sociedad los egresados que encuentran
trabajo y los que no, los departamentos y centros que hacen bien su trabajo y
los que no. Incluso los profesores concretos que hacen bien su trabajo y los
que no. La comunidad universitaria no debe ser la única que opine en la
elección de un rector y su equipo. El director de un departamento o un centro
no puede ser elegido solamente por los profesores de ese departamento o centro.
Si queremos hacer que la universidad sea más útil para la sociedad tenemos que
conseguir cambiar todas esas cosas. Es lo que se llama cambiar la gobernanza
universitaria. Este cambio necesario no tiene nada que ver con lo que está
apareciendo últimamente en los periódicos. A raíz de las noticias de prensa se
pide más controles burocráticos, pero sólo eso. Más controles burocráticos
solamente empeorarían la situación. Hace falta un cambio más profundo. ¿y si
está tan claro por qué no se hace?
No
se hace porque hay grandes intereses en contra. Los partidos políticos
gobernantes en la última década han decidido que les interesa poco la
universidad. Que intentar cambiar algo sólo puede ser una fuente de problemas
para ellos. Han decidido atacar el problema de otra manera: la universidad no
les interesa, pero como no quieren reformarla por el miedo a fuertes
contestaciones del sector universitario, han optado simplemente por bajar
paulatinamente su presupuesto. Una muerte lenta. El sector universitario, no
siempre progresista, defenderá su statu
quo. Por mucho que se diga, tras la crisis y por término medio, el sector
universitario, en el cual me incluyo somos un sector privilegiado. Este sector
no está interesado que perder algunos de sus privilegios. Claramente hace falta
discriminar los profesores, centros y departamentos que lo están haciendo bien
y premiarlos. Pero con recursos limitados esto llevará consigo que otros no lo
sean. El problema es que esos otros son mayoría y eligen al rector, etc.
La
universidad necesita cambios que no tienen nada que ver con lo que está
saliendo en los periódicos. Los cambios no pueden venir del interior del mundo
universitario. Estos cambios tienen que ser liderados por un partido político
que crea que hace falta una universidad de más calidad. Pero ¿hay algún partido
político disponible para esta tarea? Si no lo hay lo necesitamos.