7 de diciembre de 2018
Compartamos
algunos datos:
Han
votado: 58,66 % de 6.541.748 andaluces con derecho a voto, del censo electoral
es decir 3.837.389 de los 6.541.748 andaluces del censo electoral
o lo que es lo mismo: el 41,3% de los andaluces censados, 2.704.359 personas,
han optado por no votar ninguna de las opciones que se les han presentado.
Un 4,86
% de los votos emitidos no están
representados en el parlamento.
Hagamos una lectura de los resultados añadiendo
la abstención como una de las opciones legitimas
de los electores
Al PSOE le han votado 28 de cada 100
andaluces que han ido a votar y 72 de cada 100 no los han elegido. Al PSOE 15 de cada 100 andaluces con
derecho a votar le ha elegido de entre las distintas opciones y 85 de cada 100
no le han señalado como su opción preferida para gobernar.
Al PP le han votado algo menos de 21 de cada 100
andaluces con derecho a votar y 79 de cada 100 de los que han votado no les han
elegido. Del total de los andaluces con derecho a votar 11 de cada 100 les ha elegido y, por tanto, 89 de cada 100 andaluces
no han preferido al PP como opción de gobierno.
A Ciudadanos 18 de cada 100
andaluces de los que han votado les han preferido a ellos y 82 de cada 100 no
les han elegido. De cada 100
andaluces que pudieron votarle solo lo han hecho 7 y 93 de cada 100 pudiendo
haberles elegido no lo han hecho
A Adelante Andalucía algo más de 16 de
cada 100 de los andaluces que han votado
les han preferido pero algo menos de 84 de cada 100 no les han elegido. De cada 100 andaluces que han podido
elegir a Adelante Andalucía les han preferido 10 y 90 de cada 100 andaluces que
pudieron votar no lo hicieron.
A Vox casi
11 de cada 100 votantes les han
preferido y casi 90 de cada 100 andaluces que han votado les han dicho que no quieren que les
gobiernen, han preferido otras opciones. Casi
95 de cada 100 andaluces que podían votar no quieren que les gobierne VOX y
solo algo más de 5 de cada 100 le eligen.
Si PSOE
y Adelante Andalucía unieran los votos de sus diputados electos no llegarían a representar
mas a 24 de cada 100 los andaluces que quizá
hayan expresado su voluntad de que gobiernen juntos o lo que es lo mismo que
quizá 76 de cada 100 andaluces con derecho a votar lo les han señalado como sus
elegidos.
Pero si
PP, Ciudadanos y VOX unieran sus voluntades resultaría que serían 26 de cada 100 andaluces con derecho a
votar los que quieren que gobierne esa coalición -que es mucho decir- y que 74
de cada 100 no les han querido dar ese apoyo.
Tendrían
que unirse todos para que más de la mitad de los votantes, por un pacto electoral que imagino que no
interpretaría la voluntad de muchísimos de los ciudadanos que han votado, fuera
más de la mitad de los electores andaluces pero si se unieran “solamente” todos menos VOX no
llegarían a ser ni el 45% del total de los electores. ¡Hay que hacérselo mirar!
No
quiero decir, con estos datos, que no sea legítimo, legal, que haya una opción
de formar gobierno en Andalucía. Tampoco quiero interpretar la voluntad de cada
andaluz que no haya ido a votar teniendo derecho a hacerlo. Lo único que quiero
constatar es que a cada una de las opciones se les debe de plantear como
problema qué tienen que hacer para que haya más andaluces que les den su
confianza; que relativicen sus expresiones de autocomplacencia o
autojustificación (cada uno considera que lo ha hecho todo bien pero es que los
electores…) porque a todas y a cada una de las opciones electorales hay una
mayoría muy amplia de ciudadanos andaluces que no les han dado su confianza.
Quiero
afirmar también que es un error grave y un insulto a la democracia que les
echemos la culpa a los electores, que han ido o que no han ido a votar, de las
consecuencias del libre ejercicio de su derecho. Creo, por el contrario, que es
preferible que nos afanemos en escuchar y ponernos al servicio de lo que han
dicho los electores tan mayoritariamente: que no hay ninguna opción, ni ninguna agrupación de opciones de entre las
que se presentan como posibles, que concite -en el mejor de los casos- el apoyo
de apenas 1 de cada 4 electores andaluces.
Es una
cuestión suficientemente seria, creo, como para despacharla con una perezosa
reflexión que eche la culpa a la desidia de los que han optado por no elegir a
ninguna de las opciones que se las han presentado porque es el derecho de cada
elector expresar su opinión votando o absteniéndose.
Es
tarea de cualquiera de las opciones adaptarse y cambiar para representar en el fondo y en las formas
la voluntad de los electores, hacer lo necesario para que la opción que nos gobierne concite
al menos la mayoría de las voluntades de los electores andaluces, de los más de
6 millones con derecho a participar.
Es
demasiado cobarde, mentiroso y peligroso que cada una de las opciones se
atribuya la representación de los que no han ido a votar o bien diciendo que
“no importa tanto los votos o los escaños como la democracia directa en la
calle” (como si fueran cuestiones alternativas y no complementarias) o bien
diciendo que la abstención es responsabilidad del adversario político externo o
del adversario de la propia organización. Tampoco podemos saber si el comportamiento
de los electores se ha debido el tratamiento de alguna cuestión (por ejemplo,
Cataluña). Podemos intuir que hay o puede haber causas que expliquen algunos
comportamientos pero creo que es deprimente ver como cada cual se esfuerza en
buscar las causas en aquellas que puede dañar al adversario, pero es demasiado
evidente que la búsqueda de las causas o la expresión de la búsqueda de las
causas, de los comportamientos electorales no se hace para adaptarse a la
voluntad de los electores sino, por el contrario, para sacar ventaja sobre el
adversario (a unos se les costea destacar la corrupción, a otros las actitudes
en la cuestión catalana, a otros las desigualdades, etc.) pero creo que no lo
hacen con la voluntad de acertar en el análisis sino con la voluntad de obtener
ventaja sosteniendo posiciones y no enmendando comportamientos.
Es
preciso afirmar que las opciones electorales tiene que ponerse al servicio de
los intereses de la mayoría, sin subirse sobre ella, sino escuchándola y sometiéndose a sus necesidades,
sus deseos y autoridad dado que cualquier opción política no tiene sentido en
si misma sino en tanto en cuanto sirve a los ciudadanos y que, por tanto, los
que así entiendan la democracia, procedan a conformar su organización, a adoptar
formas de relación con los ciudadanos respetuosas, tiernas y sinceras, a elaborar
sus proyectos de qué hacer -sus programas electorales y de gobierno- con participación
de los ciudadanos a los que ha de servir, proponiendo, compartiendo escuchando
y haciéndoles protagonistas tanto en los procesos de acceso a las
instituciones, como en el ejercicio de la democracia “en la calle” así como
también en la exigencia de comportamientos individuales y en pequeño grupo (familia,
vecinos, amigos, conciudadano, colegas, compañeros, camaradas…) que hagan
visible el verdadero rostro de los pueblos lleno de valores que hacen posible y
sustentan nuestra convivencia en paz… a pesar de todo.