Enrique
Cobo
7 de mayo de 2019
En estas elecciones
generales hemos frenado a la derecha porque tenemos más diputados y senadores
que ellos aunque en votos no es tanta la diferencia. Si se repitieran los
resultados, que no se repetirán, comunidades autónomas y muchos ayuntamientos
grandes serian gobernados por “las derechas”. Sirva esta reflexión para ver qué
hacemos el 26 de mayo, para no dormirnos en los laureles. También quiero que
esta reflexión mire un poco más a medio plazo.
¿Qué hacemos los ciudadanos
además de intentar que lleguen a las instituciones los partidos más
progresistas?
Está claro, lo sabemos todos, que nosotros
tenemos en nuestra mano decidir quién accede a los parlamentos y a las
instituciones democráticas y hoy sabemos que hemos decidido que en España nos gobiernen los progresistas
les hemos encargado que acaben con las desigualdades -económicas, de
oportunidades, de género, de territorios…entre personas- que acaben con las
incertidumbres y, por tanto, con los miedos al futuro y a la vida, que avancen
en el encuentro entre ciudadanos y territorios y acaben contra el rencor, Que
pactemos con nuestro entorno natural una relación de cuidados, pues
desigualdades, incertidumbre, miedos y rencores constituyen el caldo de cultivo
del fascismo y de las derechas en general.
Ahora nos toca que a
nuestras ciudades, a nuestras Comunidades Autónomas, lleguen también las
opciones políticas más progresistas. No lo tenemos fácil pero lo vamos a
intentar.
Terminadas nuestras tareas
electorales. ¿Qué podemos hacer?
Sabemos formular nuestros
objetivos en forma de quejas, de lamentos pero no sabemos qué hacer además de
votar cuando toque. Por ejemplo:
No nos gusta cómo se
relacionan con nosotros los partidos políticos, no nos gusta ni siquiera como
se relacionan internamente entre ellos. Digámoslo afirmando: Nos
gustaría que se relacionaran con más confianza con nosotros y entre ellos
mismos pero estamos viendo que año tras año, intento tras intento, los partidos
avanzan muy poquito en democracia interna y muchísimo en respeto y consideración
a los ciudadanos, les cuesta salir de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
Si ponemos la confianza en sus equipos de dirección en su organización interna,
vemos como no avanzan alegremente sino con miedos y desconfianzas en los
propios militantes y, desde luego, en los ciudadanos. Yo pienso que si ellos no pueden avanzar en mejorar
sus relaciones internas y con los ciudadanos es nuestro deber ayudarles
a “imponerles” nuestra presencia, unas relaciones más confiadas, más leales con
afiliados y ciudadanos en general, con la gente. Nosotros los ciudadanos sí que
podríamos influir, ¿determinar?, que las relaciones de los partidos sean mucho más
democráticas, más confiadas, más abiertas y podemos incluso inventar cómo
hacerlo. Vamos, vamos a tratar los temas que nos interesen, localmente y en
espacios más amplios, con todo el mundo, de forma abierta en las sedes de los
partidos y fuera de ellas, yendo los de unos partidos a las sedes de los otros
y reuniéndonos fuera o dentro de sus sedes, votemos a quien votemos o militemos
en el partido que militemos, para tratar de los deseos que podamos compartir
y/o escuchando sus propuestas, ofreciéndonos las soluciones que podamos
elaborar para condicionar la acción de
los gobiernos, proponer iniciativas que deban tomar y/u oponernos a iniciativas
que puedan tomar y en las que no estemos de acuerdo y todo mirando a que la
próxima vez que nos citen para que les votemos podamos influir mucho más de lo
que influimos tanto en el qué se deba hacer como en quienes serán los
candidatos que nos hayan de proponer. Sí, nosotros les podemos ayudar,
“imponer”, colaborar en una mejor
democracia.
Los partidos, ahora, después
de las elecciones tienen que mejorar sus relaciones internas y con los
ciudadanos. Han de ser más democráticas, más confiadas, más leales. Como a
ellos les cuesta trabajo hacerlo, por las estructuras tan cerradas que tienen, tenemos
que echarles una mano a mejorar.
Considero también, que a los
ciudadanos nos convendría que hubiera unos sindicatos más fuertes, más
participativos, más abiertos. Los necesitamos porque no solo el gobierno tiene
que cambiar la ley laboral, la política fiscal, la educación, la sanidad, la protección
social, las pensiones… sino que también nosotros
tenemos que mejorar el equilibrio de fuerzas en nuestras empresas en nuestros
tajos, impidiendo que la precariedad y el miedo a perder lo que tenemos nos
impida la solidaridad entre nosotros que es donde esta nuestra fuerza.
Nosotros tenemos que
gestionar en común nuestros intereses compartidos en cualquier ámbito. Tenemos
que aprender a hacerlo, superando las adscripciones partidarias o sindicales
aunque cuando vayamos a votar lo hagamos por una de las opciones concreta. La
gestión participada de los asuntos comunes, sean culturales, deportivos,
reivindicativos, festivos, de control de las instituciones, de solidaridad con
los más próximos, es el principal freno al fascismo y a las derechas, es el
mejor antídoto contra los miedos, es la mejor receta para mejorar nuestras
relaciones y ser más felices a base de ser más
inteligentes, más solidarios.
Empezamos el 27 de Mayo tras
cumplir nuestra obligación de ganarles el 26 y hablamos de cómo hacerlo,
haciéndolo. Contra nadie solo a favor de todos, no solo de los míos, porque
nosotros no somos “uno de los nuestros” somos “nosotros”, la gente. ¡Hablamos!