martes, 14 de mayo de 2019

La descentralización está asociada al progreso



Miguel Toro

14 de mayo de 2019

Las elecciones municipales, y autonómicas en muchos territorios del estado español, es un buen momento para traer a la palestra un tema recurrente en la política española: centralizar o descentralizar. La irrupción de Vox en la política española y su seguidismo, en muchos temas, por el PP y Ciudadanos ha hecho que sus seguidores achaquen algunos problemas de España a las autonomías. Argumentan que la proliferación de comunidades autónomas aumenta el gasto en políticos corruptos y sobre todo aumenta, desde su punto de vista, el tamaño de un estado ya demasiado grande y opresor de los negocios privados. El llamado problema catalán es, según esta forma de pensar, una manifestación clara. Si el estado español estuviera más centralizado, dicen, los independentistas catalanes no podrían tener tentaciones de separarse. En el fondo todas esas razones son simples manifestaciones de algo más profundo: el rechazo a la profundización democrática. La reivindicación de que todas las soluciones están en lema de tiempos pasados: España Una, Grande y Libre. Son ideas del pasado.


También en determinados sectores ligados al PSOE se mantienen ideas jacobinas que justifican la necesidad de la recentralización en lo injustificado, desde su punto de vista, de la duplicación de administraciones: europea, central, autonómica y municipal, de las diferencias de inversión o calidad de las atenciones en algunos servicios públicos entre distintas comunidades autónomas. Desde esos ámbitos se nos intenta convencer de que eliminando algunas competencias ya transferidas todos viviríamos mejor. Son visiones demasiado simplistas de la realidad que creen que al centralizar las decisiones en Madrid desaparecerían las tensiones territoriales y aparecería la igualdad en la distribución de los recursos y la eficiencia en su uso. Solo tenemos que pensar en el estado centralista de la época franquista en España para darnos cuenta de que allí también hubo, y mucho, desarrollo desigual de las ciudades y de las autonomías.

Frente a lo anterior, sin embargo, podemos observar que el aumento de la calidad de vida en las ciudades, los servicios públicos que se ofrecen en ellas, está relacionada claramente con época democrática. Las elecciones municipales le han sentado bien a las ciudades españolas. El del desarrollo descentralizado del estado del bienestar ha sido debido en buena parte a la existencia de comunidades autónomas. Los vecinos de un municipio exigen cosas concretas a sus representantes en el Ayuntamiento. Lo ciudadanos de una comunidad autónoma exigen cosas concretas a los políticos elegidos en el correspondiente parlamento.

La descentralización en España, y en muchas partes del mundo, está asociada a progreso. Es el momento de seguir con esa descentralización. Es el momento de seguir dando más competencias a entes más cercanos a los ciudadanos: ayuntamientos, comarcas y entidades autónomas. Junto a esto es conveniente resaltar que hay muchas tareas que requieren una visión centralizada más allá de un estado. Es el caso de los impuestos a las grandes multinacionales, la política bancaria, etc. que necesitan estar dirigidas desde la Unión Europea. La política internacional, y otras, debe permanecer asociada al estado. En otro lugar hemos hablado de ello, centrémonos hoy en el aspecto de descentralización hacia los municipios. Veamos algunos elementos que desde nuestro punto de vista deberían ser transferidos a los municipios, que nuevos elementos organizativos deberían potenciarse y que otros deberían irse eliminando progresivamente.

Se ha discutido mucho de la necesidad de eliminar las Diputaciones Provinciales. Estoy de acuerdo en ello, posiblemente de forma progresiva, pero habría que eliminarlas. Muchos de los servicios ahora en manos de las Diputaciones deberían pasar a entidades más pequeñas como podrían ser las Mancomunidades de Municipios asociadas a comarcas o áreas metropolitanas. Otras competencias, o determinados aspectos de estas, en manos de las autonomías deberían pasar a manos de estas Mancomunidades. Estas Mancomunidades deberían tener un órgano de gobierno y un presidente elegido directamente por los ciudadanos. Este órgano potenciaría las discusiones y las capacidades de decisión en temas ahora muy alejados del ciudadano medio. Sin ser exhaustivo veamos algunos.

Los servicios de abastecimiento de agua potable a domicilio y evacuación y tratamiento de aguas residuales, de tratamiento de residuos, de prevención y extinción de incendios deberían pasar a las Mancomunidades. Son servicios en manos de la Diputaciones en la mayor parte de los casos pero que su gestión debería acercarse a los ciudadanos.

El asesoramiento legal y la asistencia económica y técnica a los Municipios, los servicios de gestión de la recaudación tributaria, los servicios de administración electrónica y la contratación centralizada, actualmente en manos de las Diputaciones deberían pasar a las Mancomunidades. Posiblemente eliminando algunos funcionarios de los ayuntamientos pequeños como el secretario y otros técnicos. La complejidad técnica de esos servicios va en aumento. Los municipios pequeños no pueden mantener unos servicios de calidad. La Diputación está demasiado lejos y su elección es indirecta.

El acercamiento de los servicios públicos al ciudadano y su transparencia están totalmente relacionados con la descentralización. Un primer ejemplo es el caso de la sanidad. Actualmente los servicios de salud municipales están gestionados por gerentes que dan cuentas ante las delegaciones provinciales de la Consejería de Salud de la correspondiente autonomía. Esta gestión implica la gestión personal sanitario, la financiación, los equipos, los edificios, etc. Esto se nos presenta como algo técnico que debe ser decidido por técnicos. Pero es algo político que necesita ser discutido por los ciudadanos. La calidad de los funcionarios públicos de los centros de salud, el funcionamiento eficiente de los mismos, el presupuesto necesario, la elección de los directores de esos centros, etc. deberían ser discutidos y aprobados en las Mancomunidades de Municipios.

Un segundo ejemplo es la enseñanza primaria y secundaria. Los municipios tienen la competencia sobre conservación, mantenimiento y vigilancia de los centros educativos de las enseñanzas no universitarias y la gestión y realización de actividades o servicios complementarios a las enseñanzas. El aspecto central de su gestión, la elección de los directores de los centros públicos de primaria y secundaria, la planificación de nuevos centros, las unidades necesarias en cada uno, etc. son gestionados por la Consejería de Educación de la correspondiente autonomía a través de sus delegaciones provinciales. La educación, junto a la sanidad, son muy importantes para la población. Es muy importante que los aspectos anteriores dejen de ser sólo técnicos para pasar a ser políticos y por lo tanto decididos en organismos adecuados como las Mancomunidades de Municipios.

Otros servicios públicos pueden ser considerados desde el punto de vista anterior. Como hemos dicho arriba la descentralización está asociada a progreso. Un progreso ligado a la ampliación de la democracia y a las posibilidades de decidir por parte de la población sobre las cosas que le afectan.