martes, 5 de noviembre de 2019

MI TRIBU, MI DOGMA.




Enrique Cobo

5 de noviembre de 2019

Las ideologías, como las religiones, tienen sus propias respuestas para las grandes preguntas, pero estas suelen estar vinculadas a algún tipo de tribu. Hoy y aquí, en este momento de España, las ideas políticas se presentan de tal manera que otras tribus, otras ideologías no pueden aceptar. Cada tribu, la española, la catalana, la del partido tal o la del partido cual, se presentan despreciando la violencia, generosas, benignas, amorosas, solidarias con los suyos y coinciden en menospreciar a todas las demás tribus y algunas hay que declaran a las otras tribus como sus enemigos irreconciliables.

Esa actitud religiosa, dogmática, ante la política nos invita a muchos a huir de tener respuestas y preguntas, a no tener ideas políticas para no pertenecer a una tribu que tenga que tener a otra como enemiga. A vivir sin relaciones.

Por otra parte desprenderse de los sueños, de las utopías, de los ideales, puede ser la nefasta consecuencia de esta forma de plantearnos la convivencia. Si los sueños, los ideales los construyo para identificarme frente al otro, parece saludable renunciar a tenerlos pero una sociedad sin sueños, sin ideales se ensimisma, se entristece, se hace daño a sí misma.


Yo creo que los avances en la historia se han dado cuando hemos sabido que tu tribu y mi tribu compartíamos los sueños, cuando de la tribu-nación hemos pasado un poquito al internacionalismo solidario y cuando hemos vencido a los fascismos de distinto tipo.

Hoy por hoy estamos lejos de considerarnos una sola tribu que vive un mismo territorio y mismos sueños. Estamos lejos de poder afirmar nuestra convicción de que todos los seres humanos compartimos lo que somos y La Tierra en que vivimos.

Creo que también estamos lejos de tener las claves para  entendernos con los de otras tribus. Estamos más cerca que ayer pero lejos aún de poder relacionarnos en base a nuestras coincidencias. Estamos lejos pero pendientes de entender que sus sueños y los míos son demasiado parecidos.

Profundizar en subrayar lo que nos diferencia es un camino que nos lleva a una más precisa identificación de que somos distintos, de que tenemos cosas muy importantes que nos hacen distintos, fortalece la impermeabilidad de las fronteras y el rechazo al otro.

Compartir lo que soñamos difumina las fronteras entre tribus y establece las diferencias en las opciones individuales de vivir las esenciales coincidencias. La democracia es uno de los frutos de esta actitud y el internacionalismo es su futuro y, algún día, la tierra será nuestra patria, la de todos como se soñó cuando fuimos capaces de promulgar La Declaración Universal de los Derechos Humanos, por ejemplo.

Los individuos y las tribus, las organizaciones políticas y el líder de cada una, ante unas elecciones como las próximas, se posicionan o bien haciendo hincapié en las coincidencias entre una u otra tribu o profundizando en lo que las distingue y separa irreconciliablemente.

Evidentemente optaré, votaré por quien me parezca que esté más cerca de afirmar que nuestras pasiones son las mismas, que nuestros sueños son muy parecidos. Decidiré votar a los que saben que los otros son unos de los suyos. ¡Está claro!.