martes, 3 de diciembre de 2019

UN GOBIERNO PROGRESISTA, YA!!!



  • Esquerra debe facilitar la formación de un Gobierno progresista.
  • Reducir la creciente desigualdad social y reconducir el problema catalán por vías razonables, dos prioridades para un gobierno progresista.
  • El cambio climático, los derechos de la mujer, la recuperación de derechos y hacer realidad el Estado laico, otros ámbitos preferentes de actuación.
 

Juan M. Valencia Rodríguez

3 de diciembre de 2019

Las elecciones del 10 de noviembre han creado una situación parlamentaria que permite la formación de un gobierno progresista, en especial tras el rápido preacuerdo para una coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Anunciados ya los apoyos de Más País, PNV y otras formaciones, solo resta al día de hoy un requisito, la abstención de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC).


En la frustrada legislatura anterior ERC presionó a Unidas Podemos para que facilitara el gobierno del PSOE, con o sin su participación en el mismo. No se entendería que ahora fueran ellos quienes impidieran un gobierno progresista. Las audacias imprudentes, como ya se comprobó, se pagan caras. Esperamos que ERC se comporte con la cordura necesaria, pese a los ataques que puedan llegarle desde otras fuerzas del independentismo catalán. Si la única condición que ponen para su abstención es el diálogo entre los gobiernos estatal y catalán, no debe ser obstáculo. Hablar hay que hablar, eso es de razón, puesto que existe un problema político de primer orden. Otra cosa es que el diálogo concluya en un acuerdo aceptable para ambas partes o esto no sea posible.

El gobierno progresista que se forme tiene ante sí dos retos fundamentales: combatir con decisión el crecimiento de las desigualdades sociales, y buscar el camino para conducir por caminos más razonables el conflicto planteado en Cataluña. Esas dos crisis graves de nuestra democracia han de ser sus prioridades.


Reducir las desigualdades es obligación ineludible del Gobierno. Es de justicia, una democracia sana no puede admitir que la riqueza socialmente producida entre todos se reparta de manera cada vez más desequilibrada a favor de unos pocos y en perjuicio de la mayoría. Emprender con determinación políticas contra la desigualdad es además la mejor manera de frenar el avance de la ultraderecha, evitando la desafección que amplias capas de las clases medias y trabajadoras sienten en toda Europa hacia una democracia que no se preocupa por la calidad de vida de su población. Es precisa una política fiscal diferente y justa, que haga pagar más a los que más tienen para incrementar el ingreso y el gasto público, en vez de recortarlo. Tenemos margen más que suficiente: tanto el ingreso como el gasto público en España, en relación con la riqueza producida (% sobre el PIB) es muy inferior a la media de la eurozona (6,4 % menos de ingresos y un 4,8 % menos de gasto). En vez de recortar, hay que Incrementar el gasto público social: en Sanidad, Educación, el sistema público de pensiones, la atención a la Dependencia, etc.

El problema catalán ha llegado a un punto crítico. Que los gobiernos del PP lo hayan llevado en exclusiva hacia el terreno judicial no ha resuelto nada, todo lo contrario, ha contribuido a enquistarlo y agravarlo cada vez más, haciendo crecer exponencialmente el número de los separatistas. Por parte de los independentistas, han tensado tanto la cuerda con su intento unilateral de secesión y obviando el sentir de, posiblemente, más de la mitad de la población de Cataluña, que han guiado a la gente a un callejón sin salida, provocando de paso un crecimiento desorbitado de la extrema derecha española. Ni el Gobierno puede seguir cerrado al diálogo, ni los independentistas pueden seguir echando un pulso que no tienen posibilidad alguna de ganar y que conducirá a muchos a una frustración inmensa. Hoy no existe, ni de lejos, apoyo parlamentario suficiente en las Cortes para plantear una reforma constitucional que ampare el derecho de autodeterminación.

Otros problemas necesitan urgente intervención y hacen más necesario tener cuanto antes un gobierno estable que ponga en marcha políticas progresistas: la emergencia climática no admite más demoras, es urgente actuar contra el cambio climático porque se nos están pasando ya todos los plazos; hay que reforzar la lucha contra la violencia machista y por los derechos de la mujer; debemos recuperar los derechos democráticos que nos han arrebatado en los últimos tiempos, mediante la derogación de la contrarreforma laboral y de la “Ley mordaza”, etc. Sería también deseable que este Gobierno comenzase a suprimir los privilegios de la Iglesia católica y las injustificables inmatriculaciones de bienes públicos que ha realizado.

Los desaforados y falaces ataques al preacuerdo de Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos por parte de los sectores políticos y sociales más conservadores (el cavernícola Aznar y su discípula Cayetana Álvarez de Toledo, la Conferencia Episcopal, el arzobispo de Valencia, la gran patronal de la CEOE, los medios de comunicación afines al poder económico…), a los que han acompañado algunos dirigentes de los sectores más a la derecha del PSOE, no hacen sino reafirmar que ese es el camino correcto. Gran parte de la ciudadanía, hastiada de la interminable controversia entre los partidos, desea ya un gobierno que pueda trabajar con estabilidad para solucionar los problemas más cruciales de las personas.