China ¿Socialista o Capitalista?, en cualquier caso ¿cómo ha logrado el éxito manifiesto actual?
Antes que nada he de decir que buena parte de la información publicada en estos tres artículos se ha tomado de un grupo de analistas disperso. Entre ellos especialmente: Claudio Katz, economista, profesor de la Universidad de Buenos Aires; Pepe Escobar, analista internacional del diario Asia Times y Andrés Piqueras, sociólogo, profesor de la Universidad Jaume I. Tienen un gran trabajo hecho y de gran calidad.
Hoy
todo el mundo occidental se pregunta ¿qué ha pasado en China? La respuesta más
aceptada para los neoliberales y la que más les congratula es que han copiado
su modelo: el capitalismo. No han dedicado mucho tiempo a los 3.000 años de
civilización china y a su elección socialista, como tampoco lo han hecho
respecto a la historia de Persia (Irán), Mesopotamia (Irak), a los 6.000 años
de antigüedad de Egipto o los 2.300 años de Mongolia… Como si los pueblos
perdieran su cultura en un lavado de manos.
Por más que lo intentemos no nos aproximaremos lo suficiente para conocer el camino que seguirá China si no repasamos su historia. Difícil tarea esta, pero al menos podemos pararnos en los últimos 71 años, cuando el país sufrió una adaptación radical y revolucionaria de su vieja, pero inevitablemente presente cultura, a los nuevos tiempos de socialismo e ideales comunistas después de haber superado una guerra civil de más de 22 años que tuvo que compartir durante 14 años para superar también la Segunda Guerra Mundial.
Como la idea es resumir, dada la múltiple sectorización de la historia China de los analistas, es muy posible que podamos hacernos una idea muy cercana al proceso chino, a mi modesto modo de ver, si nos detenemos en tres personajes que pondrían cara a tres pasos dialécticos o períodos: Tesis, Antítesis y Síntesis, o sea Mao Tse Tung, Deng Xiaoping, Xi Jinping.
Período 1: Mao Tse
Tung. 1949 (Tesis)
Cuesta imaginarse la situación caótica de China el 1 de octubre de 1949 cuando gana la guerra civil el revolucionario Partido Comunista Chino (PCCh) encabezado por Mao Tse Tung y se establece la República Popular China, tras 22 años de guerra civil, e inmersos en ellos 14 años compartidos con su implicación en la II Guerra Mundial contra Japón. La pobreza, gran pérdida de vidas humanas, un país en bancarrota y tanto tiempo humillado era el punto de partida y todo un reto para crear un futuro sin ayudas de ‘Los aliados’ por su participación en la II guerra, que sin embargo sí concedieron al Japón fascista.
El nuevo gobierno sabe que sus decisiones se convertirán en los pilares de una nueva China y no duda en la implantación de un sistema socialista basado en las teorías marxistas leninistas. Desde 1948 a 1952 se acomete una reforma agraria que eliminó los últimos vestigios de la vieja clase terrateniente y creó las condiciones para construir una nueva agricultura basada en la propiedad colectiva y el desarrollo planificado. Mediados los años 50 la economía industrial se nacionalizó por etapas, los medios de producción pasaron a manos del Estado y la industria comenzó a crecer mediante el despliegue de la manufactura, de acuerdo con los planes quinquenales.
China también elige con prontitud socios en el mundo, y entre el 18 y 24 de abril de 1955 participa en la Conferencia de Bandung sobre el Altermundismo, reunión de Estados asiáticos y africanos, la mayoría de los cuales acababan de acceder a la independencia. Fue organizada por los grandes líderes independentistas: Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto; Jawaharlal Nehru, de India y Sukarno, jefe de Estado de Indonesia, además de los líderes de Pakistán, Birmania y Ceilán. Estos últimos cinco países asiáticos invitaron a otros veinticinco a participar en la conferencia.
Las décadas entre 1950 y 1970 vivieron una transición al socialismo asentada en 2 principios: la expansión de la propiedad pública y la intervención popular en la transformación de la sociedad, con las colectivizaciones, la campaña de El gran salto adelante (1958-1961) de medidas económicas, sociales y políticas con el objetivo de transformar la tradicional economía agraria a través de una rápida industrialización y colectivización. Algunos interesadamente no la califican como operación de éxito y en 1966 encaró una Revolución cultural que posteriormente también obtuvo críticas.
A partir de los 70 continúan otros mandatarios que flotan entre lo establecido que termina y lo nuevo que se propone y que toma cada vez más fuerza: los reformistas del PCCh y su líder Deng Xiaoping. Ya en 1970 aparece su Informe neoliberal y a partir de estas fechas en adelante se incluyeron numerosos mecanismos comerciales para reforzar el crecimiento… formándose una nueva clase propietaria de grandes empresas, etc.
El
9 de septiembre de 1976 fallece Mao Tse Tung y pocos meses antes, la conocida Banda de los cuatro provocó una
importante protesta en la Plaza de Tiananmén, por lo que fueron encarcelados poniéndose
fin a la Revolución Cultural.
Período 2. Deng Xiaoping Diciembre 1978 a marzo 1993 (Antítesis)
El período de Deng Xiaoping ha sido el más controvertido en el desarrollo de la Revolución China, pero es esencial para entender la China actual. En estas fechas de inicio del período Deng Xiaoping, China, pese a los grandes pasos dados, seguía siendo un país pobre, ya que el rápido crecimiento de la población contrarrestó los aumentos en la producción y el desarrollo de la industria pesada manteniendo el consumo de los hogares en niveles básicos.
En septiembre de 1977 Deng Xiaoping propuso por primera vez la idea de “Boluan Fanzheng” que literalmente significa “eliminar el caos y volver a la normalidad”, que actuó como la base del histórico programa “Reforma y Apertura” con su llegada al poder en el 1978.
Con la llegada de Deng Xiaoping en 1978 el Partido Comunista decidió emprender un camino de “reforma y apertura” con el objetivo de desarrollar rápidamente la economía y reorientar la producción.
Dicho programa cubriría el período (1978-2005) veintisiete años desglosados en tres fases: Reformas iniciales, 1979-1984 (un quinquenio); Reformas industriales graduales 1984 a 1993 (dos quinquenios) y la Rápida privatización 1993-2005 (doce años), si bien la tercera se le podría descontar por la fuerte reacción popular. La primera fase se puede calificar como la etapa de generalización de las reformas y relaciones mercantiles, se daba apertura a la inversión extranjera y permiso a emprendedores de iniciar empresas, pero con estrictos límites a la ‘privatización’ y a la ‘acumulación privada de capital’. Junto a ello la mayoría de la industria se concentró y permaneció estatizada. Se incluía la descolectivización de la agricultura, convirtiéndose en protagonista de un modelo centrado en el mercado interno. Se liberaron los precios, las políticas proteccionistas y las regulaciones, pero los monopolios públicos como la banca y el petróleo permanecieron.
Concretamente
la meta de la reforma económica china era transformar la
“Economía Planificada” de China en una Economía de “Socialismo de Mercado” que denominaron “socialismo con características chinas”. El
programa se detuvo después de las protestas de Tiananmén en 1989, en tanto que
fue Deng Xiaoping quien ordenó reprimirlas. Eran los últimos años de la segunda
fase, y se reanudó después de la llamada “Inspección del sur de Deng Xiaoping”
del 18 de enero al 21 de febrero de 1992.
Un espejo donde mirarse:
En este corto intervalo de tiempo entre 1989 y el 1992 sus homólogos soviéticos pasaban los peores momentos de su revolución: 15 de julio de 1989 se inicia la perestroika de Gorbachov; 9 de noviembre de 1989: cae el muro de Berlín; 1 de julio de 1991: disolución oficial del Pacto de Varsovia; 25 de diciembre 1991: la Unión Soviética dejó de existir como país; 1991-2001 guerra de los Balcanes (con una Rusia en baja, sin reacción); 1991: Borís Yeltsin sale de presidente de la Federación Rusa.
Para China ese era el final, pero eran conscientes de que la Unión Soviética se aferró a un sistema del que no podrían salir, unido a un fiero ataque neoliberal que se generaba desde inicios de los 70 y se materializó con Reagan y Thatcher en los 80.
¿Era este el espejo donde mirarse China? Los dirigentes chinos comprendieron con anticipación el suicidio que implicaba socializar la pobreza. China con la experiencia de su similar plan centralizado, no quiere repetir un camino con ese final y debió entender que tendría que elegir un curso diferente para evitar el mismo destino. Captaron que la renuncia abrupta y total al mercado conducía al dramático rumbo que también transitó Camboya y tampoco le servirían los caminos posteriores de Boris Yeltsin, con experimentos con el mercado capitalista que generó poderosos oligarcas, corrupción y pérdida de ingresos públicos que exacerbaban la desigualdad económica.
Las salidas que ofrecía la teoría marxista
La cuestión era ¿qué alternativas plantea el marxismo al estancamiento económico inicial y adaptativo de la revolución comunista? Creo que es el momento de hacer memoria de dos asuntos que seguramente no pasaron desapercibidos al PCCh: el primero la insistencia marxista de separar ‘mercado’ de ‘capital’; el segundo de cómo Marx, Engels, Lenin e incluso otros líderes de primera línea defienden que desde una Economía Planificada es necesario instaurar sistemas económicos capitalistas y privados, para lograr el éxito final del comunismo, como por ejemplo los modelos siguientes:
Modelos
marxistas o no comerciales:
- · Ley
del desarrollo desigual y combinado de la sociedad
- ·
Capitalismo
de Estado
- ·
Formación
económico-social
- ·
Socialismo
de mercado
- · Empresas Públicas
Hoy podríamos añadir el sistema chino que llamaron: “socialismo con características chinas”, pero ¿realmente era un sistema nuevo? Es mínima la duda, de los analistas más serios de esta parte crítica de la historia china, que las “…características chinas”, venía a ser la opción marxista que mejor se adaptaba a un país cuya sociedad partía con diferencias extremas de nivel de desarrollo, con sistemas singularmente diferentes según los sectores productivos. Por lo que, realmente, las “…características chinas” venían a ser la “Ley del desarrollo desigual y combinado de la sociedad” que George Novack publicó en el 1957.
Dejo a continuación un detalle del soporte político de esta ley según texto de Gerge Novack
EL TRASFONDO HISTORICO
“Marx y Engels
derivaron la esencia de esta ley, a su vez, de la filosofía dialéctica de
Hegel. Hegel utilizó la ley en sus obras sobre la historia universal y la
historia de la filosofía sin darle no obstante, un nombre especial o un
reconocimiento explícito.
De la misma manera,
muchos pensadores dialécticos, antes y después de Hegel, usaron esta ley en sus
estudios y la aplicaron más o menos conscientemente para la solución de
complejos problemas histórico-sociales y políticos. Los más destacados teóricos
del marxismo, desde Kautsky y Luxemburgo hasta Plejanov y Lenin, advirtieron su
importancia, observaron su funcionamiento y consecuencias y la usaron para la
solución de problemas que confundían a otras escuelas de pensamiento.”
La puesta en marcha de “Reforma y Apertura”
El Partido Comunista Chino retoma las políticas de introducción del mercado bajo el ámbito de la gestión planificada, que ya experimentaron Hungría y Yugoslavia, pero no otros sistemas socialistas.
El 31 de
enero de 1979 se fundó la Zona Industrial Shekou de Shenzhen convirtiéndose en la
primera área experimental en China de la “Apertura”. Es interesante comprobar la
influencia del subtrato cultural-religioso chino, un componente subjetivo tan
influyente en la evolución de los pueblos. Bajo el liderazgo de Yuan Geng, el
"modelo Shekou" de desarrollo se formó gradualmente, plasmado en su
famoso eslogan "El tiempo es dinero,
la eficiencia es la vida" para incentivar al pueblo chino en una
mezcla de dignificar el trabajo con la ética de la vida. Al respecto, Herman Kahn (estratega y
futurista americano de finales del siglo XX) explicó el aumento del poder económico asiático diciendo que la ética confuciana estaba jugando un "papel similar, pero más espectacular
en la modernización de Asia Oriental que la ética protestante desarrollada en
Europa".
- Perseverancia
en el camino socialista
- . Perseverancia
en la dictadura democrática popular.
- . Perseverancia en la dirección del Partido Comunista
- . Perseverancia en el marxismo-leninismo y el pensamiento de Mao Zedong.
En
enero de 1984, Deng Xiaoping realizó su primera gira de inspección a Shenzhen y
Zhuhai, alabando la "Velocidad de Shenzhen" del desarrollo, así como
el éxito de las “zonas económicas especiales”.
La última fase de “Reforma y Apertura” y la protesta social
Evidentemente la incorporación del capitalismo, con sus principios de Beneficio, Competitividad y Explotación del Mercado de trabajo, en cualquier sociedad genera fuertes desequilibrios propios del sistema. No obstante es muy importante resaltar que China nunca afrontó todas las contradicciones del capitalismo, nunca tuvo una economía financiarizada ni totalmente liberal, porque el Estado mantuvo una alta regularización, restricciones al movimiento de capitales con controles oficiales de sus bancos públicos, siempre mantuvo la propiedad pública de la tierra así como las empresas estratégicas.
No obstante a mediados de los 90, ya inmersos en la tercera fase, “Rápida privatización 1993-2005” de la reforma y apertura, China ya presentaba el problema de la disparidad extrema de la riqueza; una disminución del Estado Social; e incluso su implantación por zonas también generó desigualdades entre las provincias costeras y las continentales, estando estas últimas cargadas por un mayor sector estatal.
Por un lado se potenció una nueva elite de millonarios de los que buena parte han sido los protagonistas de todos los escándalos de corrupción de los últimos años, estos grupos enriquecidos propagaban la cultura de la mercantilización y del consumismo que asimilaba gran parte de la ascendente clase media que igualmente se incrementó notablemente.
En el polo opuesto una relocalización de millones de obreros en nuevas actividades y a una importante pérdida de conquistas sociales. El masivo ingreso de migrantes rurales debilitó ulteriormente en forma adicional a ese conglomerado. Pero una nueva generación obrera ha erigido sus propios ámbitos de protesta, con demandas de salarios y mejoras de las condiciones de trabajo. Esas reivindicaciones han encontrado eco en la sociedad y en la propia dirigencia, porque el Estado tampoco podría frenar las exigencias de los trabajadores al tiempo que permitía el enriquecimiento del empresario. El éxito de ciertas huelgas ha determinado la respuesta cautelosa y la inclinación a la concesión que impera en la dirección política, porque el impresionante peso social del proletariado obliga a considerar seriamente el estado de ánimo popular, de tal manera que los trabajadores con su lucha consiguieron triplicar los salarios formales y mejorar notablemente las condiciones laborales.
Conviene recordar que la masa de asalariados del país reúne a una cuarta parte de la clase obrera mundial. Una protesta emblemática de julio de 2018 ilustró, además, cómo la exigencia de crear nuevos sindicatos renueva la alianza obrero-estudiantil y la prédica de la izquierda. Los sindicatos ya existentes atendían a 300 millones de afiliados, no obstante se supone que el acercamiento con el Estado no era el más conveniente para resolver las auténticas contradicciones laborales y desde luego no hay que olvidar que las demandas populares constituyen un elemento central del sendero que seguirá el país.
Consecuentemente en esta última fase afloró una reacción popular en el ámbito político con nuevos pensadores de izquierda en China, para abogar por el regreso del socialismo de estilo maoísta, una Nueva Izquierda que cuestionaba las privatizaciones y la gestación de una clase burguesa. No era un antojo…, los datos eran claros y los evidenciaban los índices de inequidad. El coeficiente Gini retrataba un aumento de la desigualdad superior al registrado en cualquier otra economía asiática.
En ese momento crucial, de la mitad de los 90, la potenciación de las relaciones exteriores que la globalización estaba imponiendo hacía que China se adaptase mediante alianzas con Estados con objetivos comunes. Así, en abril de 1996 fundan la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y en el 2001 se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Período III. Hu
Jintao 2003-2013 y Xi Jinping 2013-hasta hoy (Síntesis)
En el transcurso de las reformas de
Den Xiaoping se gestó la resistencia a un peligroso salto al capitalismo, de
hecho China ya se consideraba
en gran parte del mundo políticamente indefinida: ¿socialista o capitalista? En
esta tesitura de equilibrio inestable llega Xi Jinping que fuerza controles a
los movimientos procapitalistas. No obstante el mundo sigue abriendo apuestas.
Tal vez quien más ayude a que la balanza se incline más hacia el socialismo
será Biden, como ya hicieron Obama seguido por Trump. Las presiones y las
manipulaciones de Estados Unidos (Biden acaba de retomar la teoría de un
Covid-19 de origen en laboratorio chino) a terceros países, pero es probable, y
lo más seguro, que lo que conseguirán es que China, Rusia y otros países en la
línea de la multilateralidad se hagan más fuertes y exigentes.
En cualquier caso los dirigentes del
PCCh, en ese estado de alerta, comenzaron a corregir la dirección del país con
la llegada de un más ortodoxo Hu Jintao
en 2002, hasta 2012 como Secretario General del PCCh y de 2003 a 2013 como
Presidente de la República Popular China, sucedido por el actual Xi Jinping, en dichos cargos desde 2012
y 2013.
En 2005 ya se restablecieron regulaciones y controles a la economía y se fueron revirtiendo algunas reformas al tiempo que se potenciaban convenios con el exterior. Así, el 20 de septiembre de 2006 se celebra la primera reunión BRIC-S (Brasil, Rusia, India, China, más tarde se incorpora Sudáfrica), siguiendo un guión de expansión en el mundo con su proyecto La Nueva Ruta de la Seda.
Crisis de 2008
En 2008 el mundo se vio colapsado por la realidad de una economía financiera donde todo eran burbujas y estafas de productos financieros sin valor alguno. El sistema de NO financiarización de China les hizo soportar con facilidad la crisis que hundió toda la economía occidental y derrumbó su instrumento necesario, o sea la BANCA… En 2009 China se ratifica en sus objetivos y apuesta fuerte planteando la creación del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII o AIIB), una entidad sólida para ayudar a las inversiones en infraestructura de la Ruta de la Seda, mientras en estos ejercicios 2009 y 2010 cuajaba la gran recesión mundial. En 2013 inicia oficialmente la creación del Banco AIIB y ofrece participación y cooperación a los socios que lo desearan para invertir en los países del Sur inmersos en La nueva Ruta de la Seda. La idea no gustó y menos su puesta en práctica ni al Fondo Monetario Internacional (FMI) ni al Banco Mundial (BM), de los que no hay que olvidar que el país que cae bajo sus ‘favores o ayudas en préstamos’ ya no vuelven a ser libres y soberanos porque sus deudas y pagos de intereses no terminan nunca... Una pena, como se vio en el caso de Grecia, y era un país hermano.
En 2010 China se convirtió en
la segunda economía más grande del mundo tras la de Estados Unidos, manteniendo
un crecimiento sin precedentes del 9,5 anual. El éxito de las reformas
económicas de China ha incidido en cambios masivos en la sociedad china: la
pobreza fue reducida drásticamente y en marzo de este año 2021 Xi Jinping declara
que ha terminado con la pobreza cumpliendo el objetivo del XIII plan quinquenal
2016-2020.
XI Jinping inicia su mandato el 24 marzo de 2013
En lo económico, durante la última década 2010-2020 China emergió como uno de los milagros manufactureros. En la primera mitad de la siguiente 2011-2016 China triplica la producción de circuitos integrados y demuestra que ya no era sólo el taller de productos básicos.
En lo político, Xi Jinping consolidó también su liderazgo, mediante una campaña contra la corrupción del gran segmento de altos funcionarios enriquecidos con burbujas especulativas, para recomponer la deteriorada legitimidad política de las cúpulas nacionales y regionales del Partido Comunista y restaurar la credibilidad de la organización política dominante. También limitó: la influencia del segmento que gestiona la inversión externa (“elite compradora”) y de la elite de ahijados del viejo liderazgo comunista (“príncipes”). También en lo político, impidió la revisión del curso actual que auspiciaban sectores radicales, pero reintrodujo la lectura del marxismo y cierto reconocimiento del legado maoísta. Para no dejar dudas de sus objetivos, en su nombramiento, Xi Jinping expuso la posición del partido:
“En 1992, el XIV Congreso Nacional del Partido
estipuló que la reforma económica de China tenía como objetivo establecer una
economía socialista, permitiendo que el mercado desempeñara un papel en la
asignación de recursos bajo un macro-control estatal».
“todavía hay muchos problemas. El mercado carece de orden y mucha gente busca beneficios económicos por medios injustificados. Debemos consolidar y desarrollar inquebrantablemente la economía pública, persistir en el papel de liderazgo de la propiedad pública, dar mayor importancia al papel de la economía estatal y aumentar incesantemente su vitalidad, levantando su poder y fuerza»
La visión generalizada ubica a Xi Jinping en un lugar de arbitraje, asegurando los equilibrios necesarios para viabilizar el comando unificado desde el 2012. Ha ejercido su autoridad introduciendo límites a las distintas posturas en choque, como la confrontación entre las corrientes neoliberal y antiliberal, los primeros partidarios del libre-comercio globalista y nuevas privatizaciones y los otros como promotores de la regulación estatal, a los que frenó el replanteo de la expansión externa.
Desde su inicio en 2013 Xi Jinping anunció el macroproyecto de La Nueva Ruta de la Seda, que supondría grandes Inversiones en infraestructuras: oleoductos, carreteras y aeropuertos. Como no podía ser de otra manera para los EE.UU. era un nuevo marco de rivalidad tanto en el comercio como en términos geopolíticos. De hecho respondió tanto a China como a Rusia en el mismo año 2013 atacando una de esas puertas a Eurasia de la que hablábamos en la parte II del artículo con la Crisis de Ucrania (noviembre 2013-febrero de 2014). Los actores fueron un bando formado por ucranianos prooccidentales, Estados Unidos y la Unión Europea, y el otro bando formado por ucranianos pro-rusos y Rusia.
Por encima de todo este escenario a partir de 2015 el mundo
entero vivió intensamente China a través de sus productos, avances económicos y
tecnológicos. Ya no era esa diáspora china de restaurantes de dragones de purpurina
y bombos rojos y dorados en sus fachadas… A estas alturas la mayoría de los
lectores inevitablemente habrán cambiado el imaginario de China. Por tanto
podemos dar por terminado este artículo sobre la evolución del país desde la
perspectiva de la dialéctica marxista, pero sin dejar de constatar que los tres
períodos forman parte de un único proceso.
El escenario político chino
Evaluación desde la ignorancia
En Occidente existe una gran ignorancia de la realidad asiática, desde ella se ha generalizado el mito de la uniformidad, obediencia y ausencia de divergencias en la sociedad china, imaginando un vacío resultante del autoritarismo. Sin embargo se olvida a propósito de las plutocracias occidentales. Ese olvido de su propia realidad les impide ver la variedad de tendencias y opiniones de otros regímenes políticos. China no es una sociedad uniforme, acallada y sometida. El propio PCCh tiene 90 millones de militantes repartidos por todo el país, ¿es imaginable que ese número de personas sean idénticos de pensamiento y carezcan de alguna divergencia? En la emergencia del COVID-19 actuaron junto al oficialismo distintas asociaciones que no pertenecían al partido hegemónico. Por otro lado es importante resaltar que el modelo occidental en el que las elites y la riqueza gobiernan, no se ha producido nunca en los 71 año de gobierno chino, porque el gran poder económico de los nuevos millonarios y clases altas generadas por el capitalismo jamás tocaron poder político.
No se valora de igual manera a EE.UU. un país que es calificado como dictadura bipartidista de la misma elite que se intercambia la presidencia entre demócratas y republicanos, aunque pese a ello existan tendencias políticas variadas… No es diferente esa diversidad en China. Sencillamente la incapacidad de entenderlo desde occidente deriva de un prejuicio que contrapone el autoritarismo asiático con la floreciente diversidad occidental.
No obstante, el simple registro de las corrientes políticas del país que han sido analizadas tumba la tesis monolítica asiática, distinguiéndose al menos seis vertientes significativas:
- ·
Los neoliberales que proponen expandir
las privatizaciones, reducir el Estado del bienestar y anular las leyes de
salario mínimo.
- ·
Los socialistas
democráticos que propician una economía mixta gestionada con formas políticas
multipartidarias.
- ·
La Nueva Izquierda que defiende las
empresas públicas, cuestiona la inserción en la globalización y rechaza la desigualdad.
- ·
Los milenaristas que retoman los
ideales de Confucio, para postular una reorganización del país con parámetros
éticos.
- ·
Las marxistas
singulares que exigen combinar normas de eficiencia con ideales altruistas.
- ·
Y sus colegas tradicionalistas
que retoman ideas de Mao, para
priorizar la defensa del país y la continuidad de las empresas estatales
La Nueva Izquierda (NI):
No se puede obviar uno de los programas políticos de esa vertiente de la Nueva Izquierda que nos comenta Claudio Katz y entrar en un mínimo detalle. Dicho programa es coherente con un diagnóstico de limitada reconversión capitalista de China. La implantación definitiva de ese sistema puede ser contenida mediante un curso opuesto de renovación socialista basado en el protagonismo popular. Evidentemente la NI no surge de la nada, lo hace precisamente a mitad de los años 90:
“cuestionando los proyectos de privatización y postulando la redistribución
del ingreso, denuncia el fetichismo del crecimiento, defiende el sistema de
seguridad social y condena la amnesia de la herencia revolucionaria. Por otra
parte Auspicia la acción colectiva y estima que Tian An Men fue una rebelión
contra la corrupción y la injusticia. También objetan la mirada angelical de
los cultores de Confucio, critican la despolitización y reivindican las
protestas populares. Promueven, además, una revisión de la Revolución Cultural
alejada de la demonización prevaleciente, cuestionando el énfasis unilateral en
las facetas negativas de ese episodio.
La evaluación del maoísmo: es uno de los principales temas en debate en la
Nueva Izquierda. Algunos analistas destacan la existencia de varias corrientes
herederas de Mao. Una vertiente de peso en las estructuras oficiales prioriza
la defensa nacional frente a la agresión de Estados Unidos. Otra se desenvuelve
fuera de ese ámbito y propicia la organización autónoma de los sindicatos.
Del mismo modo la Nueva Izquierda (NI) convoca a renovar el proyecto
socialista, en confrontación con el presupuesto de batalla contra la cultura de
la mercantilización y denuncian los desequilibrios que ha introducido el
capitalismo, reconociendo las mejoras registradas en el nivel de vida y la
complejidad creada con la creación de una nueva clase media urbana. Objetan la primacía asignada a la expansión
externa, destacando que China no necesita transformarse en una potencia
mundial, ni actuar como el faro del libre comercio, debiendo priorizar el
cúmulo de mejoras pendientes en la esfera doméstica. Señalan que en lugar de arriesgar
en inversiones foráneas convendría canalizar el ahorro excedente hacia
circuitos locales, para revitalizar las empresas estatales e incrementar el
gasto público. La Nueva izquierda privilegia la actividad económica interna
buscando la reconciliación entre el socialismo y el mercado y en el plano
externo promueve retomar las ideas antiimperialistas que el país alentaba antes
de amoldarse a la euforia de globalismo.”
Los dilemas de China no son sólo la economía o la geopolítica, también los desenlaces políticos internos son decisivos y la nueva Izquierda (NI) sintetiza distintas miradas y propósitos para el país que definirá su curso en el escenario global. La naturaleza capitalista, socialista o intermedia de China, no es una mera controversia académica.
El futuro del mundo se juega en esta tensión entre dos fuerzas hegemónicas una aparentemente agotada que se resiste a terminar su plazo con más triquiñuelas que realidades benefactoras para las poblaciones (EE.UU.) y una emergente con un empuje extraordinario hacia un futuro multilateral cooperativo y coordinado (China). El resultado parece decantarse más en la opción emergente, pero dependerá de cómo soporte los ataques externos, sus propias luchas políticas y sus movimientos populares.
Los interrogantes ahora
son: ¿qué superpotencia será en pocos años la hegemónica?, ¿Cómo tratará al
resto de países del mundo la potencia dominante? ¿Qué posición tiene España,
independientemente de Europa?