Francisco Casero Rodríguez
13 de diciembre de 2022
La ganadería extensiva es una actividad económica vinculada al territorio desde tiempos remotos, siendo una de las bases más importantes de la economía y del empleo local. Más allá de esa consideración, el sector supone toda una forma singular de entender la vida rural, arraigada de manera profunda al territorio, sus paisajes y sus recursos naturales, impregnando así los modos de vida y la cultura e idiosincrasia.
Cada día más gente es consciente de su falta de rentabilidad y las graves dificultades económicas y sociales por las que en las últimas décadas está atravesando el sector de la ganadería extensiva.
El modelo de ganadería extensiva siempre ha formado parte de nuestra cultura, ha conformado nuestro paisaje y ha sido el principal conservador del medio ambiente. Actualmente cumple todos los requisitos exigidos por los criterios de las políticas diseñadas por la UE en el nuevo marco de la PAC, y está perfectamente alineada con las exigencias de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible puesta en marcha por la ONU y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Pacto Verde Europeo.
El impacto del Cambio Climático provocado por el hombre y las sequías derivadas del mismo, suponen un reto cada vez mayor que deja a muchas explotaciones a merced de la falta de agua.
No obstante, y por lo contrario a lo que se dice en los continuos discursos de apoyo institucional a este modelo ganadero por parte de las autoridades comunitarias, nacionales y autonómicas, la realidad demuestra una falta de compromiso firme con planes estratégicos y ayudas básicas que contribuyan a frenar las continuas bajadas de los censos, la falta de relevo generacional y en definitiva el abandono de la actividad.
Las consecuencias derivadas de la difícil situación del sector de la ganadería extensiva, está provocando un crítico envejecimiento de los ganaderos y una alarmante disminución de la población de las zonas rurales, con efectos adicionales no menos preocupantes, tales como el lógico incremento del riesgo de incendios y los efectos devastadores de los mismos como consecuencia de la pérdida de las prácticas tradicionales de pastoreo, una disminución de la actividad económica, y una preocupante pérdida de biodiversidad del entorno.
La ganadería extensiva y el pastoreo bien gestionado mejora la fertilidad del suelo, evita la erosión y es compatible con la regeneración del arbolado. Por otro lado, la presencia de animales ayuda a la dispersión de semillas, facilita el cierre del ciclo de nutrientes a la escala del paisaje y acelera el reciclado; además disminuye la acumulación de biomasa vegetal minimizando así el impacto de los incendios forestales.
Por todo ello desde la
Fundación Savia estamos instando a las distintas administraciones competentes a
que se tomen las siguientes medidas, que contribuyen, en nuestra opinión, a
evitar la progresiva desaparición de la ganadería extensiva en esta zona de
suelos pobres, pero de incalculable valor ambiental:
1.
Reconocer y compensar
económicamente la ganadería extensiva y el pastoreo por los servicios
ambientales prestados, tanto por la sociedad como por los organismos públicos y
comunitarios, contribuyendo a mejorar la rentabilidad y a fomentar la
aplicación de buenas prácticas para la conservación de los ecosistemas.
2. Poner en marcha un plan estratégico para la ganadería extensiva y el pastoreo que contribuya a revitalizar el sector económico y los efectos beneficiosos sobre el territorio, la fijación de la población en el entorno rural, la conservación del paisaje y el medio ambiente y combatir los efectos del cambio climático.
Igualmente, instamos a
poner en marcha medidas de choque y estructurales, como las que demanda el
sector, entre otras:
a)
Incrementar las ayudas
directas de la PAC, especialmente a través de los pastos y de los pagos
asociados a las UGM.
b)
Reducir y simplificar la
burocracia ligada a la actividad ganadera y adaptar las políticas púbicas al conocimiento
científico actual y a las necesidades específicas de la ganadería extensiva.
c)
Mejorar la rentabilidad
de la actividad asegurando formas dignas y lucrativas de ejercer la profesión,
poniendo en marcha Incentivos fiscales y ayudas económicas a los que ejerzan la
actividad y fijen su residencia en el municipio.
d)
Aprobar ayudas
específicas y diferenciadas para la incorporación de jóvenes ganaderos con el
fin de garantizar el relevo generacional que en la actualidad no alcanza ni al
10 % de los jubilados.
e)
Sensibilizar a la
sociedad sobre los valores diferenciales de la ganadería extensiva respecto a
otras formas de producción animal.
f)
Fomentar el consumo de
productos derivados de la ganadería extensiva tanto por sus beneficios
ambientales y sociales como por sus mejores características nutricionales.
g)
Incorporar la actividad
de la ganadería extensiva y a sus productores en los instrumentos de
planificación y gestión territorial, incluyendo los espacios naturales
protegidos, la Red Natura 2000 y la prevención de incendios.
h)
Poner en marcha un plan
de infraestructuras hídricas (aljibes, depósitos, pantanetas, conducciones,…,)
que permita a las explotaciones ganaderas de extensivo almacenar agua en
previsión de sus necesidades.
i)
Diferenciar de manera
clara, con efectos inmediatos, la ganadería extensiva de la ganadería
industrial o intensiva. Son dos formas totalmente diferentes de entender el
campo, a los animales y la naturaleza. Los animales en las producciones
industrializadas actúan como elementos competitivos para producir carne o leche
para la población. Sin embargo, en las producciones extensivas ejercen como
productores de bienes públicos, ocupando además una dimensión social más noble
y humana, están integrados en la naturaleza, generando ecosistemas armónicos y
produciendo paisaje y biodiversidad, además de unos excelentes alimentos para
la sociedad. Hablar de ganadería en general, sin mayor especificación, ha
provocado que en los últimos 30 años hayan desaparecido el 70 % de los
ganaderos de extensivo y el 75 % de los pastos en España.
j)
Crear una organización de
productores (similar a las “OPFH”, la Organización de productores de frutas y
hortalizas), u otras fórmulas de cooperación entre los ganaderos y ganaderas
que contribuyan a facilitar las inversiones, así como a mejorar la eficiencia y
las estructuras productivas, promover la digitalización y modernización de las
explotaciones ganaderas extensivas.
k)
Fomentar la investigación
científica aplicada a la ganadería extensiva con inversiones a largo plazo para
afrontar los retos derivados del cambio climático. Promover el conocimiento
compartido, la investigación científica y la capacitación del sector ganadero.
l)
Apoyar la trashumancia,
aumentando los incentivos para la práctica de la trashumancia y otras prácticas
de movilidad ganadera como la trasterminancia y el pastoreo dirigido tanto por
sus valores culturales como por su potencial para la adaptación al cambio
climático.
m) Poner en marcha un plan coordinado para frenar y revertir
la enfermedad de “la seca de los quercus” que está asolando la dehesa, un lugar
emblemático y singular de la Península Ibérica donde se desarrolla la ganadería
extensiva, intensificando la investigación de la enfermedad.
n) Acordar ayudas específicas para todas aquellas cooperativas ganaderas y explotaciones familiares que promuevan, transformen y comercialicen sus producciones con el fin de que actúen como actores dinamizadores de su cultura agroalimentaria.
En definitiva, impulsar todas aquellas medidas que ayuden a rentabilizar las actividades económicas de las explotaciones, que fijen población, que mantengan y cuiden nuestro territorio, y que mejoren las condiciones de vida de nuestros pueblos.
El sector de la ganadería extensiva es un
pilar esencial en la gestión de nuestro territorio, nos aporta toda una serie
de productos de alta calidad y de servicios ecosistémicos. Tenemos que
garantizar su continuidad, los ganaderos hoy nos necesitan. Ahora más que nunca
tenemos que reconocer y valorar su papel esencial.