viernes, 16 de diciembre de 2022

A PROPÓSITO DE TODO (memoria contra el expolio)

Abordo aquí un repaso, mediante algunas pinceladas, a la historia de la consolidación del poder de los negocios en nuestro sistema socioeconómico. Y algunas soluciones, centradas en la utilidad de la memoria, contra los expolios.[1]


José Carlos González Lorente. Activista por el Cambio Eco-Social

16 de diciembre de 2022

… tuve la oportunidad de referirme al fenómeno de las corporaciones transnacionales y destaqué el vertiginoso crecimiento de su poder económico, influencia política y acción corruptora. De ahí la alarma con que la opinión mundial debe reaccionar ante semejante realidad. El poderío de estas corporaciones es tan grande, que traspasa todas las fronteras.

50 años hace que Salvador Allende pronunciara estas palabras en su histórico discurso en la ONUEl 6 de diciembre se celebró el aniversario de nuestra condicionada Constitución. Y el 10, el de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DDHH).

La memoria falla, cada vez más, hasta el punto de que se ha perdido la conciencia social de las causas de las calamidades sufridas por la humanidad en las dos guerras mundiales. Cabe preguntarse si alguna vez la hubo. En nuestro país no existe conciencia social colectiva sobre el nivel de terror sangriento al que fuimos sometidos en 1936, y menos sobre las causas y circunstancias que hicieron que un grupo terrorista, apoyado por las élites del poder (aristocracia, iglesia y oligarcas) tomara el poder de una forma sangrienta, genocida. Y ahí sigue, mezclado con el poder de los nuevos amos del mundo (una coalición tóxica de fondos, macro empresas y sus aliados políticos y mediáticos)

 

‘El horror, el horror’ (J.Conrad ‘El corazón de las tinieblas’)

Realmente, existe un boicot a la definición de terrorismo: “no nos conviene”. De la radio de Queipo a la La radio de las mil colinas. De la Sevilla de 1936 al genocidio de Ruanda al 1994.  Seis millones de muertos, de una forma atroz. Dijimos “nunca más” (en la declaración de los DDHH, en el Informe Sábato sobre la dictadura Argentina, en el desastre del Prestige…). Como siempre, los negocios y la maldición de los recursos, como causa y consecuencia de todos los horrores. Del caucho y el petróleo al coltán, litio, diamantes… El empresario dueño de la radio que alentó el genocidio no ha sido detenido hasta hace muy poco.

La última escena de la película Amén (Costa Gavras) lo dice todo: “hay mucho trabajo que hacer, en Latinoamérica, en Asia” (utilización de los nazis y sus métodos en la lucha contra los derechos de los pueblos). Se está cumpliendo la advertencia de Orwell sobre el totalitarismo (del poder corporativo, aliado con los Estados). Sí, si seguimos así, puede que incluso los algoritmos corporativos gobiernen el mundo.

Todo está escrito en El Orden del día

Los agentes comerciales, los conseguidores, han minado la democracia global. Están en todas partes. En las fundaciones, en la Universidad. También en la izquierda, y en los sindicatos. Es el triunfo del modelo de EEUU, donde tras cada político hay un lobby. Estamos paralizados. Ha triunfado el pragmatismo cortoplacista, y han ido apartando a los molestos. Y con ello, a la utopía. “José Carlos, si no puedes contra ellos, únete a ellos”; “desengáñate, el mundo es de los malos”; “no nos conviene”... Frases del 2008 de ciertos líderes sociopolíticos, cuando estalló la crisis anterior, que retumban en mi cabeza. Doce años después, ante la oportunidad de incluir algún criterio de condicionalidad eco-social en el momento álgido de la crisis del COVID, la frase fue: “José Carlos, olvídate. No van a hacer nada. Están aterrorizados. Van a pedir que vengan todos los fondos e inversores posibles, sin casi ninguna condición”. Y así está siendo. Ya es hora de organizar la resistencia. Agrupémonos todas. Porque hay gente razonable en todos los estamentos citados.

 

De la pesadilla de Darwin a la pesadilla de Orwell (1984)

Una socialdemocracia adaptada a la colaboración público privada, a ese inmenso poder corporativo, se turna en el poder con una derecha (y ultraderecha) que hace tiempo está en manos de la economía de la delincuencia. Todo se precipitó con Reagan y Thatcher. Y qué poco caso se le hizo, en aquellos años, al informe encargado por la Unesco sobre el poder de las corporaciones mediáticas (informe MacBride)
Fue también el momento del impulso de ese modelo de capitalismo popular, que luego pasó a la corrupción popular que representa como nadie el sistema Berlusconi. “Tony Blair fue mi mejor obra”, decía Thatcher. Y hoy, continuamente intentan apartar a gente como Corbyn o Ken Loach, apostando por los viejos barones (Borrell en la UE, que de su papel en Abengoa al que está haciendo en la guerra de Ucrania, es todo un ejemplo). Sólo en Francia parece que se atisba un cambio, y apoyan a Mélenchon, más que por convicción, por el hundimiento del Partido Socialista.

 

¿La vida secreta de las palabras?

Vivimos en la impunidad -avalada por esa Constitución condicionada- del emérito, de la Corona, como agente comercial del Ibex/Marca España; la impunidad con la que la Iglesia se apodera (casi) definitivamente de 100.000 fincas, palacios, templos (qué decir sobre su pederastia y su complicidad en el crimen de los niños robados); la impunidad y el descaro con el que las empresas se revelan ante cualquier intento de regulación, amenazando (y cumpliendo) con subir los precios, en todos los sectores y mercados (y sus beneficios. Increíble, cómo siguen apareciendo informes sobre el aumento de las retribuciones de cúpulas y directivos. ¿No estaba claro, ya, de quién es la culpa de la inflación?). Se ha repetido mil veces: la desigualdad disuelve la democracia. Hemos vivido cómo el poder judicial, el mediático y el empresarial se unen en esos sistemas de lawfare tan eficaces (de Lula, Assange, a nuestros casos más cercanos: Victoria Rossell y a todo lo ocurrido aquí en Sevilla). Hay que desenmascarar a toda esa saga de jueces y juezas corruptas, y visualizar sus conexiones con la política y los negocios tóxicos (en especial, la impresentable saga de ministros y compañeros de pupitre del Aznarismo).

Hemos vivido cómo se ha desvanecido -de nuevo, como en el 2008-la posibilidad de reformar el frustrado sistema de mercados, ante su evidente fracaso en la crisis del COVID. ¿Qué quedó de todas aquellas solemnes promesas de reformas y de “mea culpa”? Nada. Se reforzó el poder empresarial. Incluso la violación masiva de los Derechos Humanos perpetrada en las Residencias de Mayores ha estado hasta ahora protegida por la inacción del deber fiscalizador del Estado.

Avanzan los nuevos proyectos mineros, las macro granjas (tremenda la reacción al simple señalamiento del sobreconsumo de carne), el asalto al agua como negocio (Doñana…); el abandono de Palestina, del Sáhara; el mundial de Qatar, como cumbre de impunidad del negocio del deporte; lo ocurrido en la valla de Melilla; el auge de la burbuja de la energía del hidrógeno verde como nuevo negocio para los imperios del gas, la nuclear y las viejas energías fósiles, que también son parte ya de la nueva burbuja de renovables. La vuelta al crecimiento irracional en vez de reforzar la línea de un decrecimiento equitativo enfocado a la felicidad y al bien común. Es el imperio de la economía especulativa, de la mentira, el triunfo de la “lex mercatoria” y de la taxonomía del lucro, de los necios que confunden valor y precio (J. M. Naredo). La gran inmatriculación: estamos asistiendo al último asalto a los bienes públicos (agua, tierra, aire, fuego, energía, Salud, educación social,... Vida) de un capitalismo desbocado y reaccionario ante cualquier intento de regulación razonable (económica, social o medio ambiental).

Las religiones son parte del apoyo mediático de este imperio. La Iglesia católica, en especial, es una multinacional más. Quizá, la multinacional primigenia. El modelo de influencia global. Urge avanzar hacia un laicismo real.

 

Plan de acción

Organicemos, pues, la resistencia para el futuro. No abandonar el plan de cambio y condicionalidad eco-social. No abandonar a las rebeldes, a los rebeldes, a las denunciantes. El sumar no puede estar condicionado a un “no molestar” a los muy poderosos; no puede ser sólo para las y los pragmáticos. Apartar a los molestos significará el fracaso de cualquier proceso de cambio, la consolidación de ese inmenso poder corporativo frente al que tantos se han rendido o adaptado. Hay que acabar con la inmensa división y fragmentación de las fuerzas progresistas (políticas y asociativas). Hay gente muy razonable en casi todos los partidos y asociaciones. Hay que terminar con la actitud “pero este no es de los nuestros”. Hay que terminar con la cultura de la competitividad irresponsable (competimos unos contra otros, de forma cainita, incluso para aplicar las soluciones), y pasar a la cultura de la colaboración.

Recuperar la memoria, por justicia, verdad y reparación. Y por lo que atañe a este plan, para evitar que siga el expolio de los bienes públicos. Del planeta. De las generaciones futuras. Las causas y consecuencias económicas del golpe. De los golpes.

Avanzar mediante mapas de la especulación, que es la causa de todos los males, para que la próxima generación no sufra el flagelo de la deuda (hoy el foco estaría en la aplicación de los fondos next generation). Apoyar las iniciativas de Boicot, sanción, desinversión (BSD).

 

Contra La Gran inmatriculación. El último asalto

Recuperar Constituciones saboteadas (asesinadas, como la nuestra de 1931) y activar nuevos derechos (algunos ya están en algunos artículos, como en la nuestra), que incluso ya están siendo propuestos en otras (véase el intento de hacerlo en Chile, aunque, atención, sigue vigente la constitución de Pinochet), como los derechos de la Naturaleza, el derecho a un medio ambiente sano. Reactivar el Tribunal Penal Internacional y el Tratado vinculante sobre Derechos Humanos y empresas, para controlar el poder de las multinacionales, mediante la regulación de conceptos fundamentales, como el ecocidio.

Avanzar en los procesos regulatorios sobre la transparencia, sobre el pasado y el presente. Para un futuro verdaderamente sostenible. Garantizar el Derecho a Saber. El derecho a la verdad. Superar las limitaciones de leyes como la Ley de Memoria Democrática (pero al tiempo, aplicar todo lo bueno que incluye) e impedir más vetos y limitaciones a otras que se están elaborando, como la de secretos oficiales. Abrir, como las grandes alamedas -que decía Allende-, definitivamente los archivos, en los que está el origen ilícito de muchas fortunas y poderes.

Hay que desenmascarar a los saboteadores de estos procesos, y a su modus operandi, para crear una verdadera marea de indignación popular organizada y unitaria, con consecuencias políticas contundentes. Para terminar contra la asimetría de la aplicación de la justicia internacional ('La narrativa')para luchar contra el abandono de la (Cultura de Paz)la memoria, contra los expolios históricos y presentes, es la clave.