martes, 23 de mayo de 2023

De la invisibilización al ejercicio de los derechos de las mujeres con diversidad funcional


Antonia Corona Aguilar
. Profesora de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

23 de mayo de 2023

La visibilización de las violencias que se ejercen contra niñas y mujeres con discapacidades sigue siendo una cuestión activista, que lentamente se incluye en las agendas políticas, en planes específicos que no se acompañan de políticas sociales de impacto, o en algunos apartados de otras leyes en que las mujeres con diversidad funcional (DF) se reducen como minorías que podrían presentar mayor vulnerabilidad, sin tener en cuenta la especificidad o diversidad de violencias de que estas pudieran ser objeto (Serrato-Díaz-Corona, 2018).

A esa visibilización nos ha ayudado mucho la idea de “Ponerse las gafas violetas”. Esa fue la expresión que usó Gemma Lienas en su libro El diario violeta de Carlota (El Aleph, 2010) para referirse a lo que hizo la protagonista de sus páginas: colocarse un filtro diferente para observar el mundo. Animada por su abuela, Carlota se coloca las gafas y descubre que las realidades cotidianas que le parecían incuestionables ahora le resultan injustas. Este concepto de las gafas violetas ha servido desde entonces para nombrar la decisión, el gesto, la intención de comenzar a ver el mundo con todos sus matices y diversidad. Esto quiere decir que, considerándonos parte de una sociedad, individualmente y en colectivo, tenemos algo que aportar y cierta responsabilidad a la hora de habitarla.

En nuestra Andalucía, si nos ponemos esas gafas se puede apreciar que hay una marcada “feminización” de la DF, que se manifiesta con algo más de intensidad que en el resto del Estado español: aquí la proporción de discapacidad entre las mujeres es 4,2 puntos superior a la masculina (11,7 frente al 7,4); para el total nacional la diferencia es de 3,4 puntos (Plan Andaluz Atención a la Dependencia, 2020).

 Si además de las gafas tenemos un enfoque feminista, se pone en evidencia cómo la política de la identidad impuesta por el ideario moderno posiciona un sujeto particular que se asume como representativo de la humanidad a un sujeto supuestamente universal (masculino, occidental/blanco, heterosexual, adulto y burgués), el llamado Modelo BBVA, que es considerado como el referente de la vida social y política en Occidente, en relación al cual todo lo demás (“lo otro”) es subalternizado y excluido, en función de su diferencia (Avtar Brah (1996/2011:247). Yo a ese modelo que tanto se parece a una entidad bancaria le añadiría la HC, un modelo que es además heterosexual y capacitista.

El feminismo, desde diversas vertientes, ha cuestionado esta política de la identidad que posiciona la “identidad masculina” como céntrica y universal, mientras representa la “identidad femenina” como periférica y particular. No obstante, no todos los feminismos han reparado en cómo este sujeto moderno ha excluido e inferiorizado, también, a otras subjetividades en función de su raza, su orientación sexual, y su clase social, por ejemplo. Situación que ha relegado a los márgenes a mujeres de pueblos originarios, afrodescendientes e inmigrantes del que podríamos llamar “mainstream” (o corriente principal) de la teoría y el activismo feminista. De hecho, hay que reconocer que ha reparado bastante tarde en las mujeres con diversidad funcional.

En este sentido, la teoría feminista de la interseccionalidad ha proporcionado interesantes contribuciones para desestabilizar al sujeto moderno y repensar el cómo interpretamos la realidad social, las políticas públicas y los procesos de generación de conocimiento. Las experiencias de las mujeres con DF son cualitativamente incomparables a las de los varones con DF, ya que las primeras se ven afectadas por un conjunto cultural y normativo de mandatos de género, siendo el sistema patriarcal el principal factor de exclusión común a todas las mujeres del planeta.

España se ha visto presionada por organismos internacionales para visibilizar las violencias que sufrían las mujeres con DF. Desde organismos como Naciones Unidas y el Foro Europeo de la Discapacidad, así como desde asociaciones de personas con diversidad funcional, se ha puesto el acento en la discriminación sufrida por las mujeres con diversidad funcional en lo que a sus derechos sexuales y reproductivos respecta, y por otro lado, en el papel clave de los Estados en la erradicación de tales desigualdades. Asimismo, en 2016 se le hizo una Observación general del Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas, llamándole la atención sobre la necesidad del uso de la interseccionalidad como marco de análisis debido a la heterogeneidad del colectivo de mujeres con discapacidad.

El análisis feminista de la interseccionalidad emergió en Estados Unidos, al visibilizar y denunciar la perspectiva sesgada del feminismo hegemónico (o “blanco”) que, promoviendo la idea de una identidad común, invisibilizó a las mujeres de color y que no pertenecían a la clase social dominante.

Por eso, ya es hora de que se vayan implementado políticas públicas con un enfoque interseccional. Este enfoque no trata sencillamente de hacer notar que todas las personas están atravesadas por ese cruce de desigualdades que las colocan en una situación de desventaja en la sociedad y en un lugar de menor acceso a bienes, sino que se trata de desentrañar cuáles son esos mecanismos interseccionales de desigualdad que acaban afectando a unas determinadas personas en un determinado contexto y en un determinado momento (en este caso, género, diversidad funcional, clase, etnia…). La novedad e interés del planteamiento de la interseccionalidad radica en que pretende ir al fondo de la cuestión de la desigualdad y quitar el velo de la presunta homogeneidad de los grupos sociales a través de las múltiples identidades (a veces ventajosas y a veces no) que forman a los sujetos.

Una cuestión de derechos humanos es visibilizar, denunciar y transformar esas desigualdades en derechos subjetivos.

Para terminar, unos versos sueltos:

Brindemos por las locas, por las inadaptadas
por las rebeldes, por las alborotadoras,
por las que no encajan,
por las que ven las cosas de una manera diferente. (…)

(…)

Mientras algunos las vean como locas,
nosotras vemos el genio.
Porque las mujeres que se creen tan locas
como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo hacen.

Jack Kerouac

(Estados Unidos, 1922 - 1969)