Manuel
Lara Castejón
12 de abril de 2024
Desde la Transición Política
en 1977, pensada y orquestada por el aislado y poco competitivo capitalismo
español de aquel periodo (que en su día organizó y financió el golpe de Estado),
dirigida por los sectores franquistas más abiertos a adaptarse a las
democracias europeas una vez muerto el dictador, y hecha posible gracias a la
colaboración necesaria e imprescindible de los partidos políticos contrarios a
la dictadura por su renuncia miserable a lograr un sistema democrático avanzado
en derechos y libertades, en particular el PCE, la República ha estado siempre
en el debate político.
La traición más dolorosa de
estos partidos para los trabajadores y los ciudadanos fue no exigir
incondicionalmente la reinstauración de la república como forma de gobierno
legal y elegida por el voto popular, derrocada por el golpe militar del
dictador por la fuerza de las armas, y apoyar la monarquía parlamentaria que
tenemos. Ni siquiera se planteó un referéndum para que los ciudadanos eligieran
la forma de gobierno que querían.
Hoy hay multitud de grupos y
plataformas republicanas que reclaman su instauración, incluso aquellos que en
aquel periodo histórico renunciaron a ella.
¿QUÉ
ES UNA REPUBLICA?
La República es una forma de gobierno. Es una manera de organizar la administración de un país, es una estructura jurídico-administrativa para garantizar su funcionamiento: elaborar leyes, designar gobiernos, convocar elecciones al parlamento, organizar la economía, mantener un ejército y policía para la seguridad, establecer los contenidos de la formación y la cultura que deben recibir los ciudadanos, construir infraestructuras civiles, etc. Pero no es la única, hay diversas formas de gobierno. España en particular hemos tenido en los últimos cien años hasta tres modelos: dos repúblicas a principios del siglo XX, una dictadura fascista desde 1939 hasta 1979 que se celebraron las primeras elecciones democráticas y la actual monarquía parlamentaria desde que el dictador Franco impuso al padre del actual rey como su sucesor y cabeza visible del Estado.
Igualmente hay variantes la
forma de Estado republicano: federal, confederal, democrática, popular...
Muchos, cuando reivindican
la República, la presentan como la solución a los problemas que tenemos los
trabajadores y ciudadanos, como si fuera una fórmula mágica. Sin embargo la
realidad es otra. El Estado español está rodeado de repúblicas: Portugal,
Francia, Italia, Alemania…, países en todos los continentes adoptan esta forma
de gobierno: EEUU, Brasil, Chile, Etiopia, Sudáfrica…, y muchos más. En todos
estos países se dan los mismos problemas, con más o menos intensidad que en
España: desempleo, pobreza, represión, explotación, déficit de derechos
humanos, desigualdades, persecuciones, privatizaciones de los servicios
públicos y un largo etc. Por tanto, la forma
de gobierno, sea republicana o sea otra, no determina las condiciones de vida, la
justicia y la igualdad social, el buen gobierno o las libertades y la felicidad
de la ciudadanía. Bien podría presidir la república un presidente del PSOE,
del PP o incluso de VOX, bien un Felipe González o un Rajoy o Aznar. Basta
recordar que la República Italiana la gobierna un partido fascista, o que bajo
regímenes republicanos se han cometido y se cometen las mayores atrocidades
contra su ciudadanía y contra pueblos enteros que luchan por un sistema
económico y social más justo. Hoy los EEUU, la mayor potencia económica y
militar del mundo, el imperio que dirige los destinos de muchos países, tiene
unos niveles de pobreza altísimos, el índice de muertes violentas es de las
mayores del mundo, el racismo impregna a buena parte de su sociedad, ha
invadido y destruido países, asesinado cientos de miles de personas, ha
provocado guerras y mantiene bases militares y soldados en alrededor de 90
países y alrededor de 1.000 bases militares repartidas por todo el mundo. Y es
una república.
El caso más fácil de
entender por nosotros es Cataluña. Quieren lograr su independencia del Estado
español para constituirse en la Republica Catalana independiente. Sin entrar en
valorar el derecho a la autodeterminación que tienen los pueblos para decidir
su futuro, sí merece la pena comentar que ese proceso está impulsado desde hace
siglos por un sector muy grande de la burguesía catalana fuertemente
nacionalista e independentista, que ha sabido atraerse a muchos trabajadores y
ciudadanos a esas posiciones independentistas. Estos mismos trabajadores que no
entienden hoy por hoy que quien dirigirá esa añorada república serán los mismos
que han estado gobernando Cataluña durante este periodo “posfranquista”,
representantes políticos de esa misma burguesía que explota a catalanes y a emigrantes
andaluces y extremeños, privatiza los servicios públicos, recorta salarios y
derechos, reprime a quienes luchan. No entienden que serán los mismos quienes
gobernarán esa república y harán las mismas cosas. Y que para esa burguesía lo
fundamental será lograr la independencia de Cataluña, romper vínculos
económicos y políticos con sus hermanos burgueses del resto de España y en
particular de la burguesía centralista de Madrid que les limita decidir sobre
su poder económico y romper con el status otorgado por Madrid a Cataluña de ser
burguesía periférica, entre otras cosas porque la burguesía catalana es una de
las más fuertes y competitivas del Estado. La república es un logro para esa
burguesía, pero los catalanes seguirán igual que ahora. ¿Qué beneficios tendrá
entonces el pueblo catalán?
Evidentemente un Estado
republicano es una forma de gobierno más avanzada y democrática porque permite
elegir a su presidente y quitarlo. Es mejor que una monarquía parlamentaria
hereditaria con raíces en el feudalismo y en épocas de servidumbre y
esclavitud, en nuestro caso impuesta por un dictador, y que no ha sido votada.
Y desde luego superior a una dictadura militar fascista donde no existen
derechos ni libertades para el pueblo. Sea la que sea, su naturaleza y su fin
será seguir defendiendo a esa clase social minoritaria burguesa.
Pero todos estos modelos de gobierno tienen en
común que son adoptados en cada momento histórico según conviene a la
burguesía, al capitalismo dominante. Es esta clase social minoritaria la que
decide la mejor forma de gobierno adecuada a cada momento para garantizar sus
intereses y privilegios, incluso si llega el caso de eliminar lo que se haya
decidido por votación popular como ocurrió con el golpe de Estado fascista de
1936, porque ese aparato jurídico-administrativo (Estado) fue construido por
ellos mismos precisamente para protegerse y perpetuarse como clase dominante.
En estas condiciones poco cambiará la vida de los trabajadores y el pueblo en
general. Por ello hay que tener claro por qué se lucha por la república en el Estado
español
¿QUÉ
DETERMINA QUE UNA REPÚBLICA DEFIENDA LOS INTERES DE TRABAJADORES Y CIUDADANOS?
Lo que menos importa es la
forma de gobierno. Lo que importa es el contenido y la naturaleza de la misma.
¿Qué va a hacer, cuáles son sus políticas, para qué intereses gobernará, quiénes
van a dirigir la república? En una palabra, ¿es la clase social que domina
quien va a decidir los contenidos y la forma de gobierno?
Ya hemos argumentado antes
que, aunque trajésemos de nuevo la republica a España, las condiciones de vida
de los trabajadores y el pueblo en general poco iban a cambiar, porque la
estructura del aparato jurídico-administrativo (Estado) sería la misma, aunque
adoptando otro nombre. Esa estructura de la que hablamos es la que nació con el
surgimiento y desarrollo de la nueva clase social: la burguesía, el capitalismo,
tras la desaparición del régimen feudal absolutista. Fue construida por ella y
sirve a la burguesía, para mantenerse y perpetuarse. Aunque es una pequeña
minoría de población, concentra todo el poder en sus manos, económico, social,
jurídico, político y militar, pues construyó “su” Estado precisamente al ser
consciente de ser una minoría de la población.
Es
la clase dominante quien determina la naturaleza del Estado y también sus
políticas, sus contenidos, sus decisiones de gobierno y sus leyes.
¿ENTONCES,
QUÉ MODELO DE ESTADO DEFENDEMOS?
Hay otros Estados
republicanos que no se constituyeron con los parámetros que acabamos de
estudiar: la antigua URSS, Cuba, Vietnam, Corea del Norte, China, etc.
Son
repúblicas que surgieron tras revoluciones que acabaron con el dominio
hegemónico del capitalismo en sus países. Surgió en cada uno de estos países,
con más o menos aciertos y errores, un nuevo poder hegemónico dirigido por
partidos políticos obreros que defendían sus intereses de clase mayoritaria y
empezó a construir un modelo de Estado diferente y amoldado a la defensa de los
intereses de los trabajadores y la ciudadanía, optando en la mayoría de las
veces por repúblicas populares, ya que fue la clase obrera mayoritaria la que
asumió ese nuevo poder, representada en partidos comunistas.
Este modelo de república no
solo cambió sus contenidos sino también sus formas. Se puso en pie una estructura jurídico-administrativa (el Estado
obrero) cuyos resortes de poder eran radicalmente distintos al dominio de la
burguesía.
La economía, los derechos
sociales y políticos, la judicatura, el poder político, el ejército, la
policía…, todos los poderes del Estado se construyeron para servir al pueblo, a
los trabajadores, a las mayorías. Sus decisiones políticas se
orientaron a mejorar las condiciones de vida, se promulgaron leyes para la
igualdad entre las personas, se eliminó la explotación en el trabajo, se
protegieron y se desarrollaron los derechos y libertades, los servicios
públicos como la sanidad y la educación, se garantizó el derecho al trabajo, a
la vivienda y a la alimentación, y también se crearon ejércitos populares para
protegerse de las agresiones externas e internas de aquellos que perdieron sus
privilegios para evitar que conspiraran para recuperarlos. El Estado que surgió
era para defender y garantizar la vida y la felicidad a los trabajadores y a la
ciudadanía, y sus decisiones políticas eran para beneficiar a las mayorías. Era un Estado de los obreros para los
obreros. Son repúblicas populares levantadas para servir al pueblo y no
para explotarlo y vivir de él como parásitos, tal y como ocurre en los países
capitalistas. Como se puede ver, son
modelos de Estado de naturaleza distinta que obedecen a intereses de clase
distintos. Los contenidos, las decisiones de todo tipo, la gobernabilidad de un
país, no los determina el modelo de Estado, sea el que sea, sino la clase
social dominante en ese país.
¿SE PUEDE REIVINDICAR UN MODELO
REPUBLICANO DE ESTADO EN UNA SOCIEDAD DOMINADA POR LA BURGUESÍA?
¿Por qué no? Es lo que
estamos haciendo cada día. Siempre que
ello conlleve un avance en los derechos y condiciones de vida de trabajadores y
ciudadanos, pero teniendo en cuenta el contexto social y político y bajo
las condiciones que vivimos y siendo conscientes que esta lucha solo es un
tramo de nuestro camino, un peldaño más
que debemos subir y nos sirva como ayuda y avance para conseguir una democracia
más desarrollada y plena. Debemos ser conscientes que se puede luchar
ahora, en estos momentos, por la república perdida, pero sabiendo que no es un
fin, que solo será un avance en nuestro camino, pues sabemos que la burguesía
seguirá siendo la clase dominante.
Es posible alcanzar esta
forma de gobierno que será de más calado en la medida que se configure un
movimiento popular que lo reivindique en las luchas en la calle. Sería iluso
creer que vendrá por sí solo o por la buena voluntad de la burguesía o
cualquier gobierno. Conforme más presión
ejerza la ciudadanía en la calle más podemos conseguir y más favorable será
para todos. Es nuestra obligación ir configurando una amplia plataforma de
grupos republicanos y partidos políticos y sociales que compartan la lucha por
la III república española en términos similares a los señalados en este artículo.
No
es nuestra condición apoyar una forma de Estado republicano en abstracto, o
contribuir a la implantación de la república sin ningún contenido y fines
concretos y claros. No podemos creer de forma infantil que con
la llegada de un Estado republicano van a desaparecer los males y problemas que
padecen los trabajadores como si fuera la fórmula mágica. Para nosotros no debe
ser solo una palabra, sino hechos, avances y mejoras concretas en la sociedad. Defenderemos y estaremos en la lucha por la
república, pero bien arropada por un programa reivindicativo de contenido
democrático, con avances sociales para la mayoría, con el desarrollo pleno de
las libertades y los derechos democráticos y de fuerte contenido pacifista,
ecologista, de derechos de igualdad para la mujer y políticas bien definidas
antiimperialistas y antimonopolistas.
Un programa de gobierno
avanzado y progresista mínimo, que rompa con los vínculos e hipotecas heredados
tras el régimen franquista y el pacto vergonzoso de la Transición Política, y
que la cohesione políticamente. Cuyos ejes fundamentales vayan dirigidos a:
- Apostar decididamente por
la instauración de la república.
- Defender lo público frente
a lo privado.
- Avanzar en el Estado del
bienestar, recuperando y consolidando los derechos perdidos.
- Luchar por una sociedad
democrática plena, incluyendo la depuración de elementos fascistas y democratización
de la policía, ejército, guardia civil, poder judicial y otros estamentos del Estado.
- Potenciar las libertades individuales y
colectivas, fomentando la participación ciudadana en los órganos públicos y/o
de poder.
- Enriquecer el conocimiento y la
concienciación de todos contra el racismo y la xenofobia.
- Democratizar la economía
con un reparto de la riqueza más justo. Medidas para erradicar la pobreza,
teniendo en cuenta que el 30 % de la población vive por debajo del umbral de la
pobreza. Uno de cada tres ciudadanos no tiene cubiertas sus necesidades
vitales.
- Ayudar al desarrollo de los autónomos y
PYMES.
- Poner la sanidad, la educación y la cultura
al servicio de todos.
- Colocar en el lugar que le
corresponde a la mujer, a nuestros mayores y a nuestros jóvenes, garantes del
desarrollo presente y futuro.
- Desarrollar una Reforma Agraria Social y
Colectiva, que garantice el acceso a la tierra a jornaleros y a pequeños
campesinos, frenando al mismo tiempo la compra de tierras del capital
financiero e industrial y los fondos buitres. Garantizar una renta digna a
pequeños campesinos, control de precios.
- Garantizar el derecho a la
vivienda, impidiendo su acaparamiento por fondos de inversión, garantizando un
parque público de viviendas para asegurar techo a todas las familias.
- Desmantelar las bases
norteamericanas presentes en nuestro suelo, reclamando la salida de la OTAN y
comprometer nuestra política exterior por la paz y el comercio justo.
- Controlar a los monopolios
limitando el poder y los abusos de bancos, energéticas, fondos buitres, y
grandes multinacionales, favoreciendo la nacionalización de la gestión de los
recursos naturales y empresas estratégicas.
- Perseguir la corrupción política, el robo a
las arcas públicas y el patrimonio público.
- Reducción del gasto
innecesario en subvenciones, en especial las de la Iglesia, cargos de confianza
y despilfarro institucional.
- Asegurar la protección del
medio ambiente, persiguiendo a quienes lo maltratan, deterioran, incendian y
contaminan, intensificando la lucha contra el cambio climático que garantice la
vida en el planeta.