martes, 10 de marzo de 2020

La utilización de ciertos feminismos




Rosario Granado

10 de marzo de 2020

Da gloria escuchar a la gente joven cuando habla con coherencia y determinación sobre mujeres y feminismo. Las ponentes presentaban su monográfico sobre Feminismo Andaluz y nos contaban con entusiasmo las distintas luchas de las trabajadoras andaluzas a través del tiempo. Hablaron entre otras cosas del importante papel que jugó en su momento la Asociación Democrática de la Mujer Andaluza “Mariana Pineda”, la ADMA, muy especialmente en la huelga general del 12 de Noviembre de 1976. Rescataban un artículo de Antonina Rodrigo publicado el 1 de Febrero de 1978 en un especial de la revista “Vindicación feminista” cuyo sugerente titular era: “Las mujeres andaluzas irrumpen en la Historia de su tierra”. Me parece fundamental que la gente joven conozca y considere la historia de sus madres y sus abuelas, sólo así podemos avanzar. El traer a la memoria otras luchas anteriores a las suyas, dice mucho a su favor.

En el movimiento feminista en los años setenta hablábamos de la alienación de la mujer recluida en el hogar, hablábamos de igualdad y de derechos: educación, trabajo, participación social, divorcio, anticonceptivos, aborto libre y gratuito... pero hablábamos también de que para conseguir todos nuestros derechos teníamos que cambiar la sociedad. Nuestra lucha era también por una sociedad libre y democrática, con plena participación de la mujer y con derechos para todos. Eran dos caras de la misma moneda, la lucha feminista tenía que ir unida irremediablemente a la lucha por la justicia social.


Hubo un avance evidente en la legislación igualitaria, reconocido en la Conferencia de Nairobi en 1985, pero en la práctica no fueron tantos los avances conseguidos y en la vida cotidiana de las mujeres aún nos quedan importantes problemas sin resolver.

Mucho ha cambiado el movimiento feminista desde entonces. Sin duda ha crecido, se ha diversificado y se ha consolidado como uno de los movimientos sociales más importantes. El éxito y la capacidad de movilización han asombrado a todas las fuerzas políticas. Pero este gran éxito obtenido le lleva a correr ciertos riesgos derivados de la posible utilización del mismo por aquellas fuerzas conservadoras que siempre estuvieron en contra y que ahora intentan utilizar al feminismo en beneficio propio.

Una clara utilización del feminismo ha sido el caso de Julian Assange, periodista fundador de WikiLeaks, gracias al cual pudimos conocer la actuación de EEUU en Irak al destapar los casos de tortura y de crímenes cometidos por su ejército.  Hoy se encuentra en una cárcel de alta seguridad británica, sometido a aislamiento y a tortura psicológica. El delito de Assange es hacer periodismo de investigación e informar a la sociedad. Pero la acusación que se utilizó para dar la orden de detención fue la de violar a dos mujeres suecas. Desde el primer momento estaba claro que todo era un montaje basado en falsedades filtradas desde Suecia, estaba claro que se trataba de una persecución política, y hoy sabemos que ni las mujeres afectadas ni las autoridades suecas formularon nunca una acusación. Sin embargo no hubo entonces ni ha habido después ninguna reacción a tanta manipulación desde el ámbito del feminismo.

Otro de los riesgos es ser utilizado para fomentar la islamofobia y contribuir a la actual política colonialista de las potencias occidentales. Leemos la noticia en Público  (29-8-19)  de que María Eugenia Rodríguez, eurodiputada de Unidas Podemos, pide al Parlamento europeo que interceda ante las autoridades iraníes para liberar a tres mujeres condenadas por participar en un acto contra el uso del velo obligatorio. Consideramos que la mujer debe tener la opción de usar libremente el velo. Consideramos también que la mujer iraní debe tener libertad de expresión, de asociación y de manifestación. Pero nos sorprende la elección de este su primer trabajo en el Parlamento en el mismo momento en que EEUU con Trump a la cabeza está llevando a cabo una campaña mediática contra Irán, con bloqueo económico, con maniobras militares en sus costas, con la amenaza de guerra.

Han pasado 30 años desde la primera intervención de EEUU en Afganistán. Previamente había habido toda una campaña sobre el burka. Los civilizados occidentales teníamos la obligación de intervenir para liberar a la mujer afgana. Estaba claro que se trataba sólo de propaganda para ocupar el país, y ya vimos cómo con la invasión, la mujer afgana y todo el pueblo afgano, sólo empeoró su situación. Mucho nos tememos que ahora ocurra lo mismo. La campaña mediática sobre la mujer iraní sólo pretende hacer más aceptable la intervención occidental en Irán. Poco les importa la suerte de su población. Sólo los intereses económicos y estratégicos marcan las líneas de actuación de las potencias occidentales.

Y esto se hace en los mismos momentos en que miles de mujeres mueren en el Mediterráneo y otras miles sufren condiciones inhumanas en los campos de refugiados en los que están muriendo de hambre y de miseria. En unos momentos en los que están muriendo miles de personas inocentes, mujeres y niñas, en una guerra en Yemen silenciada por los medios. En unos momentos en que las mujeres palestinas están sufriendo el horror de las cárceles israelíes.

Quizás si María Eugenia Rodríguez defendiera en el Parlamento europeo el principio de no injerencia, la paz y la fraternidad entre los pueblos, las Convenciones de Ginebra y el Derecho Internacional,  pudiera ayudar más a todas las mujeres que hoy luchan en Irán y en otros países por su libertad y sus derechos.

Otra utilización del feminismo es la que están haciendo las fuerzas conservadoras en toda  América Latina. Como ejemplo el caso del Golpe de Estado en Bolivia. La estrategia del Golpe era presentar al país y al mundo que hubo fraude electoral (hoy se ha demostrado que no lo hubo) y que la renuncia forzada de Evo Morales era un acto democrático de “sucesión constitucional”. El ejército tomó el país, se ocuparon los medios, y con la represión y los muertos afianzaron el golpe. Pero para llegar a este momento, desde años atrás había comenzado en ciertos sectores una campaña mediática de desprestigio de la figura de Evo Morales. Esta campaña era llevada a cabo entre otras fuerzas por parte del movimiento feminista. Todas pudimos ver ampliamente difundido en la tele el mensaje de determinadas feministas como María Galindo acusando falsamente y actuando contra Evo Morales en una campaña que culminaría con el apoyo al Golpe.

Por último, uno de los riesgos del feminismo actual en España es la utilización de quienes intentan llevarlo hacia una deriva reaccionaria, basándose en pedir más censura, más prohibiciones, más castigo, como si el endurecimiento de las penas sirviera para solucionar o mejorar los problemas. Es verdad que estamos condicionadas por la brutal violencia machista; la cantidad y la intensidad de esta violencia nos lleva a no ir a las raíces de los problemas ni a plantearnos otras estrategias, perdemos de vista las medidas educativas en un sentido amplio, más a largo plazo, y nos enroscamos y nos centramos sobre todo en cómo proteger a las mujeres. El movimiento feminista corre el riesgo de quedarse en la superficialidad y no profundizar en los problemas. Habría que volver la mirada hacia fuera, marcarnos y trabajar en objetivos de transformación social, imbricarnos en la lucha de los movimientos sociales, educación, trabajo, inmigración, sanidad, pensiones, cultura de paz... Al final será la lucha por las libertades, la igualdad y la justicia social la que irá consiguiendo erradicar las nefastas consecuencias de la cultura patriarcal.