martes, 6 de marzo de 2018

DE “MUJERES EN GRIS” A “MUJERES ARCOIRIS”

El 8 de marzo haremos una Huelga Feminista. Seguro que habrá una Huelga Feminista. Mujeres herederas de años y años de desigualdades, sometimiento, educadas para la reproducción de roles basados en la obediencia a un patrón de relaciones patriarcales en todos los ámbitos de la vida, saldrán de sus espacios privados para sumarse al espacio colectivo del NOSOTRAS.

Mujeres que se mueven a diario en medio de la hostilidad, la indiferencia, el acoso (el directo y el otro, el menos visible, pero, auna así, tan palpable)... Mujeres al mismo tiempo luchadoras, valientes, afrontando un día a día cargado de búsquedas de equilibrio entre el "quiero y no puedo"

Desde la época en la que las feministas éramos “feas, putas y lesbianas” hasta el día de hoy, antesala de la 1ª Huelga Feminista, ha llovido mucho. Julia Conesa expresó antes de su asesinato por el régimen franquista su última petición: “QUE MI NOMBRE NO SE BORRE DE LA HISTORIA”. Rescatar los nombres de las mujeres que han contribuido a recomponer una identidad colectiva de nuestra sociedad, implica reconocer la importancia de construir individualidades diferentes, inclusivas, en una conversación dialéctica que no tiene ni tendrá, afortunadamente, fin.

Un pequeño recuerdo: Se presenta en público movimiento feminista con la celebración en Madrid de las 1ª Jornadas Nacionales por la Liberación de la Mujer en diciembre de 1975, en las que participan 500 mujeres. En enero de 1976 se realizó la primera manifestación importante bajo el lema “Mujer: lucha por tu liberación”;  las Jornadas Catalanas de la Dona, organizadas en Barcelona en marzo del 1976, con participación de tres mil personas; se lideraron dos grandes luchas a lo largo de 1977, a favor de la amnistía para la mujer (de la que se habían olvidado los partidos políticos en su reivindicación de amnistía para los presos políticos) y por la despenalización del adulterio, y se celebra, por primera vez, en la calle y de forma unitaria, el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Se inicia una potente campaña por una sexualidad libre y se elabora un programa reivindicativo para que sea incorporado a los programas electorales de los diferentes partidos ante las primeras elecciones “democráticas”. En 1978, el movimiento feminista centra sus esfuerzos en el análisis, debate y propuestas para el proyecto constitucional: la Plataforma de Organizaciones Feministas elabora El Manifiesto feminista frente a la Constitución planteando numerosas enmiendas en relación a la familia, desarrollo igualitario de la educación, que no fueron incorporadas y defendiendo pública y activamente la ABSTENCION.


Dice Amelia Valcárcel ("Rebeldes hacia la paridad"): "No nos tocó enfrentarnos a una misoginia travestida o vagarosa, sino a las prácticas civiles y penales del Estado y al conjunto de la moral corriente. (...) No es (el nuestro) un feminismo por lecturas, sino por vivencias. Primero vinieron la rabia y el coraje. Las lecturas vinieron después"

Sin embargo, de la lectura de los relatos oficiales se desprende que la lucha de las mujeres no existió. “A todos los grupos oprimidos se les roba la historia y la memoria”, nos recuerda Rosa Cobo, lo que no tiene pasado no tiene legitimidad, por lo tanto, no tiene capacidad de propuesta política”.

Quedan en la agenda del presente indiscutibles retos que hay que seguir afrontando: el reconocimiento pleno de los derechos de las personas con cualquier orientación sexual e identidad de género. Un indiscutible éxito del feminismo es haber logrado la visualización y la aceptación social de lesbianas y homosexuales, y a partir de finales de los setenta, realizar un recorrido común de parte del camino con los diferentes colectivos que conforman la diversidad sexual.

La erradicación de la violencia machista, con una apuesta real y decidida de las organizaciones del Estado, incorporando una profunda revisión acerca de los modelos educativos imperantes. Las Naciones Unidas declararon en 1980 que "la violencia contra las mujeres es el crimen encubierto más numeroso del mundo”: ¡Nos queremos vivas!

La pobreza de las mujeres: la precariedad, la discriminación laboral, el abuso de la doble jornada, la hipocresía de los cuidados, la ley de dependencia amparada en el encadenamiento de las mujeres pobres al cuidado de mayores, menores y dependientes, el agotamiento psicológico de las mujeres que no disponen de nada…

La tremenda desigualdad que se constata en la convivencia con mujeres pertenecientes a sectores poblacionales aún más marginados por su raza, su procedencia geográfica y cultural (inmigración), receptoras del rechazo y la exclusión propia y de sus hijos e hijas, y que se evidencia en la falta de apoyo real y efectivo en su derecho a avanzar.

Rescatar para el presente el término “sororidad” para designar una nueva forma de fraternidad entre las mujeres, que debe reforzarse para articular respuestas cercanas y redes alternativas para el apoyo mutuo y el reconocimiento de un espacio propio donde expresarse en libertad.

El feminismo, ha logrado sobrevivir a los procesos de sometimiento ideológico y de reabsorción institucional, pero lo ha hecho desde soledades individuales y desde pequeños grupos que han logrado mantener unida su esperanza intelectualmente sostenida.

Somos las mujeres las que debemos rescatar del olvido intencionado esta realidad y ayudar a las generaciones jóvenes a comprender los procesos de cambio promovidos desde el feminismo, que no sólo se centran en aspectos de igualdad “normativa”, sino que cuestionan buena parte de los valores dominantes: invalidación de los modelos masculinos imperantes y lograr un cambio radical en las relaciones entre las personas y en la misma forma en que se construye la identidad (que tanto asusta a la derecha de nuestro país, a la de siempre y a la nueva derecha, pero que también desconcierta a los partidos de “izquierda”).

Las mujeres que tuvimos la fortuna de construirnos por aquellos años, cargados de imborrable experiencia de lucha y de transformaciones, tenemos hoy la posibilidad de reconocernos, también, en una colectividad que se mueve, imparable, hacia realidades profundamente igualitarias.

Dentro de poco se conmemorará, también, el surgimiento del “Movimiento 15 M”, hoy diseminado entre frustraciones y esperanzas, que confluirán de nuevo en el surgir de nuevas propuestas de alternativas progresistas, protagonizadas especialmente por mujeres y por pensionistas, en un proceso indiscutible de avance hacia cambios profundos que nos acerquen cada vez más a una realidad igualitaria, sin posibilidad de retorno.

El día 8 de marzo hay que parar en las fábricas, en las empresas, en los lugares de ocio, en el transporte y en la escuela, en las casas y en el campo. Hay que parar para empezar a andar, con las mujeres de todo el mundo, para CAMBIAR las cosas.

Nos quedan muchos colores por descubrir, por debajo de la luz que inspira los del “arco iris”. La HUELGA FEMINISTA del 8 de marzo, seguro que nos aportará colores nuevos más intensos

Margarita Laviana. Feminista