martes, 12 de julio de 2022

REVERTIR ESA PENDIENTE QUE NOS LLEVA AL DESASTRE


Sebastián Martín Recio. Médico y miembro del Ateneo Republicano de Andalucía y de las Mareas Blancas

Con frecuencia los análisis que hacemos de los resultados electorales vienen a circunscribirse a los factores externos y circunstancias internas de carácter inmediato que pueden explicarnos las causas de los mismos. Casi siempre referidos a un presente o a un tiempo próximo a las elecciones habidas; como mucho pueden hacerse referencias a “tendencias” de unos meses previos para una evaluación de los resultados. 

Sin embargo, es del mayor interés analizar los procesos en etapas de tiempo mayores, relacionados con ciclos culturales, políticos o económicos, para comprender mejor los hechos y poder diferenciar los que son puramente coyunturales de los que realmente son líneas estructurales que marcan cambios más profundos en las sociedades. También para apreciar las causas originarias de esos comportamientos sociales y, en consecuencia, poder establecer tácticas y estrategias políticas más en consonancia con los procesos que se han desarrollado, mucho más si los objetivos planteados son de transformación o superación de esa realidad.  

Así, merece la pena destacar dos estudios publicados en elDiario.es al respecto: uno, de Javier Ramajo, es el titulado ¿Cambio sociológico o voto prestado? Razones del giro absoluto a la derecha en Andalucía. El cambio de sintonía política en la clase media, los relevos al frente del PSOE-A, el componente económico y cultural del electorado, la pedagogía política o la reducción del conflicto izquierda-derecha, entre las claves que han podido hacer que el PP obtuviera una victoria tan contundente en las urnas el 19J. (1)

Y otro, de Raúl Sánchez, publicado en 2019, es el titulado Por qué los barrios pobres no van a votar: la abstención en las zonas más excluidas duplica a la de las más ricas. El barrio sevillano de 'las 3.000 Viviendas', uno de los más empobrecidos de España, fue el que más se abstuvo en las elecciones generales de 2016. Los que más participaron fueron los vecinos del acomodado barrio del Pla del Remei, en Valencia. (2).

Junto a este informe, un artículo más concreto al respecto, de Alfonso Alba y Victoria Oliveres, incide también en el tema de la abstención: La Andalucía pobre no llega a las urnas: los barrios más desfavorecidos se abstienen y las rentas altas se movilizan. La comunidad acumula siete de los diez barrios más pobres de España, donde apenas vota uno de cada cuatro censados. La brecha entre ricos y pobres se multiplica en las ciudades. “La política no se ha orientado hacia las zonas pobres. Si la pobreza se hereda, la abstención también”, dice el sociólogo Braulio Gómez. (3)

En este análisis destaco tres aspectos estratégicos o estructurales para comprender no sólo los resultados electorales del 19J sino también la situación actual de Andalucía y aquellas líneas de trabajo necesarias, también de carácter estratégico, para revertir esta realidad consecuencia de un proceso de al menos tres décadas… Me refiero al problema de la abstención, al problema de los medios de comunicación y a los cambios económicos y culturales habidos en menoscabo de nuestra identidad como pueblo.

El gran problema de la abstención

Si nos centramos en el fenómeno de la abstención, que ha sido superior al 40% en estas elecciones, los estudios que se adjuntan demuestran claramente que “la pobreza es inversamente proporcional a la participación en las elecciones, existiendo una brecha gigantesca entre los barrios más deprimidos en relación a los más ricos”. El Polígono Sur de Sevilla, cuyo corazón acoge Las Tres Mil Viviendas, encabeza la lista de barrios más desfavorecidos. La renta disponible por habitante es de 5.666 euros al año. La abstención en una de sus secciones censales en las últimas elecciones al Parlamento de Andalucía se fue al 92%, una cifra inaudita. No votó ni una de cada diez personas convocadas. A media hora andando está el Distrito Sur de Sevilla, donde vive parte del 1% más rico de la ciudad. Allí, la participación en las elecciones de 2018 superó ampliamente el 80%.

Esta es una tendencia que se ha podido observar desde principio de los años noventa, explicitan los investigadores. Ahora bien, un análisis publicado por un dirigente político de izquierdas sobre las causas de la abstención viene a decir: Esta situación se ha producido por tres principales factores: la izquierda en todas sus variantes no ha conseguido despertar entusiasmo, excepto en la última semana y con una amplitud limitada; una campaña de bajo perfil, con profusión de encuestas que no dejaban duda de la victoria del PP, narcotizando la voluntad popular y la elección estratégica del momento electoral por parte de Moreno Bonilla que ha sido clave para contribuir a la desmovilización electoral del electorado progresista… Obviamente, este análisis, aun señalando puntos que son ciertos, es bastante superficial, no atiende a las causas ni al proceso, y mucho menos aporta conclusiones o alternativas de cara al futuro.

La izquierda, y en clave unitaria, de acción compartida y plural, debe analizar este fenómeno de la abstención, de “dimisión ciudadana de la política”, de desafección con las instituciones. Y en este ámbito hay que evaluar cuáles han sido las políticas realizadas desde los años 90 encaminadas a establecer un proceso de igualdad social, derechos sociales, accesos a bienes y servicios públicos como la sanidad y la educación, a la vivienda, a las pensiones… Los millones de personas que se han abstenido, en su mayor proporción de capas vulnerables y empobrecidas, han visto a las instituciones y a la política como ajenas a ellas, indiferentes a sus problemas, se sienten literalmente abandonados, y, en consecuencia, no se sienten concernidos para votar unos partidos o unas instituciones que no han tenido en cuenta sus problemas concretos. Ese es el problema. Las izquierdas, unitariamente, han de ser percibidas por la población como instrumentos útiles para su vida cotidiana, para sus derechos, para su futuro.

Curiosamente, en estos estudios se muestra que la abstención es un fenómeno más urbano que no se repite en los pueblos de la misma manera. Ello nos debe servir de referente para vehicular estrategias y programas para el futuro. Además de las inversiones y dotaciones de servicios e infraestructuras en los barrios, de priorizar la atención social, la calidad de vida, y el empleo digno, hay un factor fundamental que casi siempre obviamos y es la cercanía presencial, el vínculo fraternal y afectivo, las relaciones solidarias y humanas, el compañerismo, la comunicación real… En los pueblos estos factores permanecen aún, quizás en menor medida por la influencia de la cultura competitiva e individualista. Son una seña de identidad de Andalucía. Por ello, las izquierdas, unitariamente, han de saber establecer y estrechar lazos sociales, comunitarios, generar confianzas en la propia lucha y en los procesos transformadores. Son los movimientos sociales los que más pueden actuar como catalizadores de estas dinámicas unitarias, reivindicativas y de conquistas sociales.

El papel de los medios de comunicación

Todos los análisis del espectro progresista vienen a coincidir en el papel tan influyente y descarado al mismo tiempo de determinados medios de comunicación que ya elaboraron desde antes de la campaña un “mantra”, una repetición constante y monótona de la anunciada victoria del PP, incluso vehiculando sin disimulo al voto de centro izquierda hacia el PP como medio de evitar el “mal mayor” que era la presencia de Vox… Esos “mantras” difundidos por los medios persisten: ya dan por segura la victoria del PP y a Feijóo como presidente, establecen un estado inminente de recesión económica y, por supuesto, Pedro Sánchez y el gobierno de coalición social-comunista son los responsables de la crisis y todos los males existentes…

Todo eso lo hemos presenciado públicamente sin el mayor recato. La mayoría de los medios de comunicación, periódicos, cadenas de televisión y emisoras de radio, están inscritas, como poder mediático, en un 80%, en los ámbitos del poder económico y de la derecha política (4). El proceso de concentración de medios, en manos paralelas al proceso de concentración de poderes económicos, no es un fenómeno reciente, sino una constante que ha acompañado el desarrollo y la expansión del sector de la comunicación a lo largo de todo el siglo XX de forma generalizada…” (5).

¿Ha habido señales, medidas y actuaciones más que suficientes en las dos o tres últimas décadas para percibir este proceso de concentración de medios en manos del poder económico y político? Sí, todos hemos visto la precarización, cuando no la eliminación, de los medios y de las emisoras comunitarias, de los ámbitos locales…, los periódicos con cierto perfil de izquierdas han quedado en su mínima expresión y las iniciativas de la red, como los periódicos digitales, quedan muy lejos de alcanzar las audiencias o los lectores de las grandes corporaciones. Y por supuesto la financiación pública y privada está orientada claramente hacia los grandes.

¿Qué han hecho ante todo esto las izquierdas, la sociedad civil organizada? Los intentos que han surgido han sido de escasa entidad. Las izquierdas, en las tres últimas décadas, no han realizado un esfuerzo conjunto de largo alcance con la sociedad civil y los movimientos sociales para implementar ámbitos de comunicación potentes dirigidos a defender los intereses de la mayoría. Ni siquiera, cuando han tenido cierto poder por estar en los gobiernos con mayoría absoluta, se les ha ocurrido la idea de establecer medios de control ético contra el fraude o los bulos, y mucho menos medidas de limitación en la financiación privada para evitar que en vez de ser “medios de comunicación social” –como dicen ser- sean en realidad “medios de desinformación y propaganda de los poderes fácticos” según convengan a los poderes económicos de las élites. Las izquierdas, con su propia fragmentación, intimidadas por el poder de los intereses corporativos, y víctimas también del autoengaño de que estos medios del poder económico pueden tener un margen para difundir sus ideas, han llegado a mantener un posicionamiento pasivo que ha derivado en la situación actual, deprimente y antidemocrática.

Revertir esta situación requiere normativas éticas y de transparencia, de control democrático y de limitación de la financiación de los medios por parte de empresas y entidades financieras o fondos de inversión… Pero, sobre todo, implica igualmente un proceso de concienciación por parte de la sociedad civil ante esta manipulación existente y, en consecuencia, participar activamente en proyectos comunitarios y sociales de comunicación que superen la alienante situación actual.

Cambios económicos y culturales. Pérdida de identidad como Pueblo.

Andalucía ha sufrido un proceso de transformación en las últimas décadas que ha conllevado igualmente cambios sociológicos que tienen un impacto en los procesos de decisiones en el ámbito democrático de unas elecciones y también en el ámbito de la participación y de la movilización social. Estos procesos de transformación, dirigidos desde los intereses económicos de la UE en concordancia con la globalización neoliberal, y en complicidad con los poderes políticos gobernantes en Andalucía y en el Estado, han afectado enormemente a los propios sentimientos de identidad como pueblo. En consecuencia, las movilizaciones y las reivindicaciones como pueblo en pro de una “autonomía plena” y de mayores cotas de autogobierno y de soberanía, han ido postergándose hasta quedar ahora envueltos por un “españolismo” de banderas rojigualdas, por ejemplo, en las movilizaciones agrarias, difícil de imaginar aquel 4D repleto en exclusiva de banderas blanquiverdes…

La pérdida de identidad como pueblo y el hecho de estar supeditadas las líneas estrategias económicas y sociales de desarrollo a los intereses económicos de las grandes corporaciones, han mermado en mucho la capacidad reivindicativa y la movilización social por otro modelo productivo sostenible que permita unas mayores cotas de soberanía política, social, económica, energética, alimentaria, etc… Y, al mismo tiempo, estos cambios han supuesto un modelo basado en el extractivismo de materias primas, del territorio como lugar de explotación y de la precariedad como oferta para la competitividad… Ese cambio de paradigma “de jornalero a camarero” que señala Joan Font, constituye… un proceso del “cambio sociológico a largo plazo”… si el mito de la representación de Andalucía era el jornalero y ahora es el camarero… Los dos son sectores populares pero, en términos de conciencia de clase, de comportamiento político, de afiliación sindical, etc., no tienen nada que ver. Uno es de los más combativos y el otro al revés, muy afectado por la precariedad y que funciona con una lógica del 'me busco la vida'… aquí ya no hay ningún sindicato que me defienda.

Son procesos simultáneos de décadas de desarrollo, el de la pérdida de identidad como pueblo en aras de los intereses de la globalización neoliberal y el cambio productivo que nos hace ser más precarios y dependientes… Por tanto, revertir esa situación requiere estrategias simultáneas consistentes en hacer valer nuestra identidad y soberanía como pueblo, nuestras capacidades propias para el desarrollo endógeno, y la articulación de fuerzas sociales y ciudadanas para ese cambio productico y cultural que nuestra tierra necesita. Permitiendo así “Construir un nuevo camino para transformar Andalucía”, en palabras del profesor Manolo Delgado y la Plataforma Andalucía Viva (6). 

NOTAS:

 1.- ¿Cambio sociológico o voto prestado? Razones del giro absoluto a la derecha en Andalucía

2.- Por qué los barrios pobres no van a votar: la abstención en las zonas más excluidas duplica a la de las más ricas

3.- La Andalucía pobre no llega a las urnas: los barrios más desfavorecidos se abstienen y las rentas altas se movilizan

4.- Los grandes medios de comunicación, meros turiferarios de los grandes poderes económicos

5.- PODER ECONÓMICO E INFLUENCIA SOCIAL: LOS RETOS DE LA CONCENTRACIÓN MEDIÁTICA PARA LA DEMOCRACIA

6.- BASES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN NUEVO FUTURO PARA ANDALUCÍA