Enrique Cobo
5 de marzo de 2024
Estamos en un momento
especialmente importante, estamos en un momento en que en España, en Europa, en
el mundo nos estamos preparando para la guerra, para no ser vencidos, para
vencer o, al menos, para que el miedo al otro dé como fruto la paz.
Unos dicen que en realidad
existimos nosotros, y los otros que esos son los sujetos agentes y pacientes,
que las personas, la humanidad, no puede acordar la paz, no pueden actuar
unidas, que la humanidad no existe en este proceso ni como agente ni como
paciente, que la humanidad está dividida inexorablemente entre “unos” y “otros”,
dos conjuntos de personas; y algunos de nuestro continente, los más modernos,
piensan que nuestra mejor propuesta para vivir en paz sería crear un tercer
grupo -le llaman “autonomía estratégica de la UE”- preparándonos todos, eso sí,
para la guerra, porque los UNOS y los OTROS nos dominan y nos ponen a su
servicio y nos imponen lo que les conviene, así que mejor crear un tercer grupo,
el grupo de otros unos u otros otros, si queremos que no no nos puedan vencer
y, en su caso, para que podamos vencerles.
Solo existen, nos dicen, tres posibilidades: no ser vencido, o vencer o que el miedo a los otros nos permita asustar y vivir asustados…, eso sí: en paz. Para ello tenemos que estar siempre dispuestos a vencer o morir, como destino de todas las generaciones de personas de aquí en adelante, una humanidad de combatientes asustados pero dispuestos a vencer o morir para que la “madre patria” de cada cual se vea temida y honrada. (Por cierto, madre y padre que, en contra de nuestra universal experiencia, son los que nos exigen que estemos dispuestos a morir por su interés en ser temidos y honrados).
Estamos construyendo la paz
preparándonos para la guerra, hacemos las armas más mortíferas y más destructivas
de lo que los otros necesitan para vivir; el mejor futuro será solo para los
vencedores de los otros, vendrá después de la victoria total, de la desaparición
total de los otros o, en el mejor de los casos, que los que quedemos de los
otros o de los de nadie -siempre habrá alguno- vivamos sin esperanza, como si
eso fuera posible.
Por ejemplo: nos quieren
convencer de que el planteamiento del Estado israelí, su madre patria, la mayoría
de los ciudadanos de ese Estado respecto a los otros, los palestinos, de hacer
desaparecer al pueblo palestino es lógico, aunque no se atreven a decir “lo
justo y necesario” como decían antes. A la vez nos convencen que también es
lógico que el pueblo palestino considere que lo que debería desear, lo
moralmente deseable, es que no quede un israelí vivo o con capacidad de defenderse.
Claramente nos sitúan a todos ante la única perspectiva de que el futuro solo
es la victoria o la muerte definitiva de los otros, …, es “lo lógico”.
Otro ejemplo: nos dicen que
la Rusia de Putin tiene derecho o al menos hay que entenderla, es lógico que
quiera hacer la guerra contra los ucranianos, los otros en este caso, y,
simultáneamente, nos parece lógico que los ucranianos traten de vencer a la
Rusia. Es lógica, pues, que la guerra, la matanza de unos y otros, sea la única
lógica de futuro para conseguir la paz tras la victoria de unos sobre otros.
De otras guerras menos
famosas no hablo, pero todas tienen la misma lógica: Victoria o muerte:
venceremos o “… hasta conseguir vencer o morir”. Lo más que podemos hacer cada
uno de los que aún no tenemos a quién matar por ahora es actuar para expresar
nuestro apoyo a una de las lógicas de cada conflicto, cada uno de nosotros solo
podemos simpatizar con una u otra lógica según la lógica de cada cual o según
su doctrina o según sus intereses.
A nosotros, los otros
humanos que ahora no matamos, ni nos matan, pero que nos mataron y matamos en
el próximo pasado, se nos exige que tomemos parte en la guerra, en toda guerra,
porque antes o después nos afectará el resultado.
Nos han convencido de que no
tenemos más salida que aumentar el gasto militar, de organizarnos para la
guerra, para las guerras. Nos dice hace poco Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios
sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), un especialista estratégico:
“…nos hemos recreado imaginando que somos una potencia no imperial,
convencidos de que el comercio y las interdependencias con nuestros potenciales
rivales y enemigos sirven como antídoto contra la guerra y de que todos ellos
comparten nuestros valores y nuestros principios.”1 Sigue diciendo: “… pero la
realidad es que, frente a esa idílica ensoñación, el orden de seguridad
continental ha quedado destrozado, tanto por las divergencias internas entre
europeístas, atlantistas y neutrales, como por las unilaterales acciones
estadounidenses en suelo europeo y el imperialismo belicista de Vladímir
Putin…” Y Continúa: “… Frente a esa
idílica ensoñación, el orden de seguridad continental ha quedado destrozado,
tanto por las divergencias internas entre europeístas, atlantistas y neutrales,
como por las unilaterales acciones estadounidenses en suelo europeo y el
imperialismo belicista de Vladímir Putin, como si no fuera evidente que ninguno
de los ejércitos nacionales sirve para garantizar la seguridad de su propio
Estado y que la subordinación a Washington nos arrastra a situaciones
indeseables, sea en Europa, Pekín o Moscú”
Es una cita cualquiera en la que se opta por una opción de entre todas
las posibles que son, todas las de prepararse para la guerra de manera
extraordinariamente exigente.
Hoy no hay una sola opción
política organizada que predique otra alternativa distinta a la guerra. “Unos”
nos alinearemos con los perdedores en este o aquel conflicto y ”los otros” con
los que tengan más posibilidades de vencer en cualquier conflicto.
No obstante, ayer, tras la Segunda
Guerra Mundial, tras la muerte de más de 100 millones de personas, sentimos tal
horror a la guerra todos los humanos que creímos que la paz era posible
construyéndola e impidiendo las guerras, y creamos, todos, la ONU.
Como aquella decisión,
aquella otra lógica, aquel sueño de la paz como única alternativa de futuro, la
hemos hecho desaparecer. Nos quieren imponer que la guerra como perspectiva
cierta del futuro para toda la humanidad es la única posible, la única lógica.
Nos quieren convencer que aquella decisión por la paz solo fue sueño de una
noche de verano y que lo que debe traernos la paz no es el acuerdo por la paz
sino prepararnos fuertemente por la guerra como un futuro cierto e inevitable.
De tal forma que a los que
no nos creemos que la historia de la humanidad haya sido el resultado de las
guerras, los que hemos sufrido directamente el resultado de esa lógica
sintetizada en “si vis pacem, para bellum” (“si quieres la paz, prepara la
guerra”), los que vemos con horror , con espanto, el sufrimiento que causa en
cada persona, en cada familia, en cada pueblo, sea este de los unos o de los
otros, tenemos que afirmar y organizarnos para la paz, para hacer imposibles
las guerras, cualquier guerra en toda la Tierra, resolviendo los conflictos,
acordando normas, concertando salidas para los distintos conflictos,
administrando la imposición de normas acordadas por una administración de
justicia mundial y regional, exigir a cada Estado la definición de una senda
para la paz que no sea la carrera de armamentos, o del gasto militar en
general, en cada región. Nosotros en la UE tenemos que exigir que se diseñe y
se siga un camino para la paz distinto a la de constituirnos en un enemigo
temible y mientras tanto, mientras nuestros representantes se lo piensan, los
ciudadanos, los pueblos, podríamos acordar imponernos como tarea exigir a
nuestros gobiernos locales, regionales, estatales y europeos, una senda para la
paz que no sea la de prepararnos para vencer o ser vencidos, la de matar o ser muertos.
Y dado que ninguno de nosotros queremos matar ni que nos maten, hay que
conseguir que en cada uno de nuestros países la norma que hace obligatoria la
movilización de los ciudadanos en caso de guerra sea sustituida por la norma
que respete nuestras libertades individuales, y que la decisión de formar parte
de un ejército sea individual, personal e intransferible. Porque sin soldados
no hay guerras, porque si nosotros, la gente normal, nos negamos a matar, será
más difícil la guerra, se harán mayores esfuerzos por la paz.
INSUMISION LOCAL, Exigir normas que hagan posible la objeccion
de conciencia.
REFUNDAR LA ONU Y SUS
ACUERDOS MUNDIALES PARA EVITAR LAS GUERRAS A TRAVES DE UNA FUERZA DE
INTERPOSICIÓN MUNDIAL Y UNA CORTE PENAL INTERNACIONAL QUE SENTENCIE LOS
INCUMPLIMIENTOS CONTRA LA PAZ Y QUE PUEDA IMPONER A LAS PARTES SUS DECISIONES
EN CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO.
CONSTRUIR DÍA A DÍA, EN CADA
LUGAR Y EN TODOS LOS LUGARES, LA JUSTICIA EN LAS RELACIONES ENTRE PERSONAS Y
ENTRE PAÍSES, DESDE LO INMEDIATO A LO UNIVERSAL.
Estos son algunos de los
caminos que podríamos construir para que la paz sea percibida como una
perspectiva creíble de futuro.
En cualquier caso, hoy, más que nunca, parar esta cruel perspectiva del belicismo, de aumento de los gastos militares, de prevalencia de los ejércitos mercenarios, además de oponernos a las guerras, a todas, creo que es tarea política esencial. Hacer lo necesario para que un mundo en paz sea una de las posibilidades a contemplar. Estas son algunas iniciativas en ese sentido, pero seguro que si nos ponemos a hacer posible que todos visualicemos la paz como un horizonte creíble para toda la humanidad se nos ocurrirán muchas más y mejores por su mayor eficacia, entre las que valoro en mucho hacer presentes todas las inmensas crueldades de las guerras, que deben enseñar al mundo todos los comunicadores, entre los que nos encontramos todos y cada uno de nosotros.