Manuel Lara Castejón. PHTA.
13 de junio de 2025
Siempre se hace con patrones similares. Al capitalismo actual como sistema
dominante parece que ya no le conviene que gobierne sus intereses y sus
privilegios la socialdemocracia y está optando de nuevo por los regímenes
autoritarios, el fascismo. Cuando no lo consiguen por votos lo hacen con golpes
militares. Los poderes fácticos no elegidos por el voto popular (ejército,
policías, jueces, casi siempre la Iglesia, políticos determinados, con dinero
de grandes empresarios y con el altavoz de la prensa y periodistas afines) van
poniendo en pie una determinada atmósfera social, induciendo en la cabeza de
las gentes a base de repetirlo mucho de forma constante y machacona por parte
de los confabulados que todo va mal, que el país se hunde, que nos invaden los
extranjeros que ocasionan inseguridad y delincuencia, que la corrupción corroe
a la sociedad. Un mensaje de fatalismo que hacen juego con unas condiciones
sociales existentes, una clase obrera y una ciudadanía desencantada, frustrada
y desorganizada por las decisiones políticas de los gobiernos durante años y
por las actuaciones de partidos políticos de izquierda y sindicatos que más que
defenderlos han traicionado sus intereses: pérdida de derechos sociales
(recortes en sanidad, pensiones, educación, etc.), laborales y de libertades
que ya disfrutábamos, la corrupción política, índices de paro elevados, falta
de viviendas, empobrecimiento de amplias capas de la población (25 % de pobres
en España), añadiendo las decisiones injustas y premeditadas para añadir más
leña al fuego de los últimos años de jueces y gobiernos autonómicos afines a
los golpistas. Crean un clima y una situación de inseguridad, hundimiento
económico y social, de violencia, de corrupción, que produce miedo y temor en
la población.
Es el cóctel con los ingredientes necesarios para justificar ante la sociedad
la involución, el golpe de Estado, la llegada de un salvador, un nuevo caudillo.
En este cóctel, la mentira y los bulos son la materia prima imprescindible para
crear ese clima necesario para el golpe. De paso consiguen la paralización, por
ese miedo creado, de las posibles respuestas de los trabajadores a esa
involución fascista y contraria a los derechos democráticos.