Vientos de Cambio Justo

viernes, 17 de mayo de 2024

Presentación

28 de febrero de 2018 

El modelo neoliberal se ha instalado dando la impresión de que es la única forma posible para que el mundo prospere. Nos intenta convencer que la economía tiene unas reglas a las que hay que someterse. Que lo natural es dejar que las cosas se arreglen solas. Que los mercados ya se autorregulan y por lo tanto hay que limitar el papel de los Estados en su papel de regular, recoger impuestos, crear marcos de convivencia, poner en marcha sistemas públicos de salud o de educación. Nos intentan convencer de que las cosas se arreglan dejando que los mercados decidan quién gana y quién pierde. Nos intentan convencer, en definitiva, de que no hay que hacer nada, porque basta con la apertura al comercio internacional, la eliminación de trabas para la libre circulación de los capitales, la eliminación de rigideces y regulaciones en el mercado laboral, la incentivación a que cada individuo emprenda la búsqueda de su propia aventura empresarial, etc. Nos intentan convencer de que la devaluación de los salarios es la única forma de competir en un mundo global. Nos intentan convencer de que ya hemos salido de la crisis y que así lo demuestran los indicadores macroeconómicos. Nos intentan convencer de que las políticas de austeridad son las únicas posibles si queremos mantenernos como un país desarrollado.

LA FÁBULA DEL ANTISEMITISMO

                 


WALEED SALEH. Profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y miembro del Grupo de Pensamiento Laico

17 de mayo de 2024

Este artículo fue publicado originalmente en el diario Público el 16 de mayo de 2024

 

El uso partidista que hace el Estado sionista de Israel del término antisemitismo es una estrategia rentable para seguir utilizando el victimismo como arma que censura cualquier mínima crítica a la barbarie que comete desde hace más de setenta años contra los palestinos inocentes, así como para chantajear a los sistemas políticos occidentales subyugados a las órdenes del gobierno de Tel-Aviv. Es el refugio que garantiza la cobertura jurídica y política para liquidar cualquier argumento que cuestiona su narrativa referente a la historia del pueblo judío, al sionismo o al Estado de Israel. Y al amparo del dominio del lobby sionista en Occidente el término se usa para proteger a Israel de cualquier responsabilidad y esconder la cruel ocupación de los territorios de Palestina, así como para justificar el genocidio de Gaza que se está llevando a cabo desde el mes de octubre de 2023. En definitiva, el antisemitismo se ha convertido en una espada amenazante en el cuello de los intelectuales, la prensa y los gobiernos para someterlos a la voluntad del sionismo.  

Curiosamente, el concepto de antisemitismo no se conocía hasta finales del siglo XVIII, cuando por primera vez lo usa el historiador alemán August Ludwing Achlözer en 1781 en un estudio sobre los caldeos. Llama semitas a los pueblos del suroeste de Asia: acadios, babilonios, asirios, amoritas, arameos, cananeos, árabes y hebreos. La idea se toma del Antiguo Testamento que dice «Esta es la descendencia de los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, a quienes les nacieron hijos después del diluvio» (Génesis, 10).  

Si aceptamos esta clasificación, los árabes representarían una amplia mayoría de los semitas y los hebreos -que no los judíos, una simple minoría-. Difícilmente se puede considerar semitas, por lo tanto, a los judíos europeos y estadounidenses, que se supone son de lengua hebrea, pues, según su propia narrativa, fueron expulsados de Palestina en el año 70 d.C. por los romanos. Durante estos largos siglos habrán perdido sus características semíticas adquiriendo peculiaridades europeas por efectos geográficos, ambientales, por mezclarse con los pueblos autóctonos y por convertirse voluntaria u obligatoriamente a otras religiones. En consecuencia, no podemos considerar a los judíos que actualmente ocupan Palestina semitas, porque son ciudadanos de diferentes partes del mundo —Etiopía, Polonia, Argentina— que fueron a esta tierra para colonizarla y expulsar a los autóctonos que habían vivido allí desde hacía miles de años.  

Más tarde, el historiador y orientalista Gottfried Eichhorn (1752-1827), también alemán, difunde el vocablo en sus estudios e investigaciones. Los movimientos nacionales judeo-sionistas se apoderaron del término semita pese a formar una pequeña minoría de los grupos anteriormente mencionados. Se trata, por lo tanto, de una manipulación histórica y geográfica porque la persecución de los judíos no tiene lugar en las sociedades orientales donde se encuentra Israel, sino en Occidente por el nazismo y por los reinos medievales en Europa. En cambio, los judíos siempre gozaron de plenos derechos durante los sucesivos gobiernos musulmanes y árabes. A finales del siglo XIII miles de judíos europeos se vieron obligados a escapar de Europa por su persecución, encontrando refugio en los países dominados por el Imperio Otomano. Fueron recibidos en las ciudades turcas de Estambul y Esmirna, entre otras. Y cuando los Reyes Católicos expulsaron en 1492 a los judíos de la Península Ibérica, la mayoría se fueron a los países del Norte de África, como Marruecos y Túnez.   

Y de nuevo, a raíz del ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre de 2023, los líderes israelíes vuelven a insistir en su retahíla de mezclar los conceptos antisemitismo y anti-sionismo para cerrar las bocas de los que rechazan la salvaje campaña militar contra Gaza y el crimen de genocidio que está cometiendo asesinando a más de 35.000 palestinos. En este sentido, el Congreso estadounidense publicó un decreto que afirma que el antisionismo es lo mismo que el antisemitismo.  

Lo semítico, como se ha visto antes, se refiere a un grupo de lenguas, entre ellas el árabe y el hebreo, no apuntando hacia ninguna fe, ninguna religión, ni el judaísmo ni el islam. Esta confusión, creada de forma deliberada, beneficia al Estado de Israel y sus aliados, que han decretado normas y leyes persiguiendo y castigando a cualquiera que critique al Estado de Israel con el falaz argumento del antisemitismo. Es de sobra conocido el caso del filósofo y político francés Roger Garudy, que tras publicar Los mitos fundadores de la política israelí en 1995 fue acusado de antisemita y condenado por la justicia francesa a seis meses de cárcel que no llegó a cumplir por su avanzada edad. En Europa y en Estados Unidos cientos de periodistas han sido llevados a los tribunales con la misma acusación por cuestionar la política de Israel hacia los palestinos.  

El genocidio que el Estado de Israel está cometiendo en Gaza y la violación de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales de los palestinos está minando lo conseguido durante décadas de victimismo judeo-sionista. El nuevo marco de movilizaciones populares en todo el mundo está dejando al descubierto la verdadera agenda de Israel pese a su propaganda, que pretende acusar a los palestinos de terroristas, y pese a sus grandes aparatos mediáticos desplegados en Europa y en Estados Unidos. Los israelíes no consiguen convencer a la opinión pública de que ellos tienen derecho a defenderse porque las víctimas de la masacre cometida hasta ahora son varias decenas de miles de civiles de inocentes, la mayoría de ellos son mujeres y niños.  

Según muchos políticos y la mayoría de los medios de información occidentales, los universitarios que están protestando por el genocidio de Gaza se posicionan en favor del antisemitismo. Tal chantaje es empleado por Israel desde hace ocho décadas para justificar su racismo, sus crímenes y su discriminación hacia los palestinos. El gran beneficiario de esta situación es el gobierno ultraconservador de Israel y su líder, Netanyahu. Las protestas estudiantiles reivindican tres cosas: detener el genocidio de Gaza, suspender la colaboración militar y económica con el gobierno israelí, incluida la colaboración con las universidades de este país, y, por último, la creación y el reconocimiento del Estado palestino. Ninguna de las exigencias anteriores pide el desmantelamiento o el final del Estado de Israel, como pretenden algunos de los líderes israelíes. Una encuesta de opinión realizada por Brookings en Washington en noviembre de 2023 demuestra que existe una clara diferencia entre los encuestados según sus edades en cuanto a la visión que tienen sobre Israel y Palestina. Los mayores tienden a apoyar a Israel, frente a la postura de los jóvenes nacidos a finales del pasado milenio y la generación Z, que apoyan mayoritariamente a Palestina.  

Conviene saber que el sionismo como ideología política internacional fundada por Herzl a finales del siglo XIX y consideraba al ser judío un elemento de inquietud y rebeldía dentro de las sociedades europeas, incapaz de vivir con otros pueblos. El fundador de sionismo expresó estas opiniones en sus cartas a los gobernantes europeos para convencerlos de la creación de un Estado judío no necesariamente en Palestina, ya que proponía también Guinea (colonia inglesa del momento) en África y la Patagonia en Argentina.  

Israel y sus aliados deben comprender que reclamar un Estado palestino, exigir libertad y dignidad para pueblo palestino y pedir responsabilidad jurídica y política a los líderes israelíes no es un acto de odio a los judíos, y no deben caer en la falsa tesis del antisemitismo, sino que se trata de un acto de justicia que está tardando en llegar. El concepto de antisemitismo es una burla a la inteligencia humana que pretende desviar la atención de la opinión pública de la política inmoral y criminal de Israel en Palestina. Exigir a Israel que cumpla las disposiciones de la ONU en cuanto al derecho internacional es parte esencial de la libertad de expresión y no representa en caso alguno ningún odio hacia ningún pueblo; la narrativa israelí del antisemitismo solo puede convencer a los malintencionados.  

martes, 14 de mayo de 2024

DEL APARTHEID AL GENOCIDIO PALESTINO

 

Ángeles de la Torre: Desbandá 1937 – Nakba 1948 (acuarela, 2021)

Juan Manuel Valencia Rodríguez.

14 de mayo de 2024
 

¿Prepara Israel la «Solución Final» contra el pueblo palestino? Todo parece indicar que está pensando en esos términos. El criminal Netanyahu ha desvelado en algunas declaraciones que está dispuesto a controlar Gaza de manera definitiva. ¿Cómo va a conseguirlo, sobre un territorio en ruinas en donde se hacinan 2,3 millones de personas, que como él sabe seguirán resistiendo a la ocupación israelí? ¿Es su objetivo final despoblar Gaza de palestinos, ya sea mediante la expulsión forzosa de sus habitantes o mediante una matanza, e incorporarla al territorio de Israel? Después le llegaría el turno a lo que queda sin ocupar de Cisjordania…

De momento, los últimos datos disponibles, al 11 de mayo, 218 días después del asalto de Israel a Gaza e iniciado ya el ataque a Rafah, son escalofriantes: 34.950 asesinados en la Franja, de ellos 15.105 niños; a esa cifra habría que añadir los 10.000 desaparecidos que hay bajo los escombros. Los heridos son más de 78.500. 27 niños han muerto de desnutrición y deshidratación. 1.930.000 personas han sido desplazadas por la fuerza (el 80 % de la población de Gaza). 378 ataques contra instalaciones y personal sanitario. 496 sanitarios asesinados y otros 1.500 heridos. 224 trabajadores humanitarios asesinados, de ellos 181 de la UNRWA (la agencia de la ONU; 160 de sus instalaciones han sido destruidas). 144 periodistas asesinados. El 60 % de las viviendas destruidas.

Datos tras los cuales hay un terrible sufrimiento humano y que evidencian la magnitud del genocidio en curso, por más que Israel se revuelva contra quien emplee ese justo término. El Tribunal Internacional de Justicia, ante la acusación interpuesta por Sudáfrica, se ha limitado de momento a considerarlo como algo «plausible». Puede que cuando emita su fallo definitivo el genocidio se haya completado.

En los bombardeos de Israel sobre la franja se han utilizado programas y sistemas experimentales de inteligencia artificial (Lavender, ¿Dónde está papá?) que automatizan el asesinato de los palestinos. Familias enteras han sido masacradas de forma habitual, porque, como reconocen oficiales de inteligencia israelí, es mucho más fácil bombardear la casa de una familia, y no pueden malgastar bombas inteligentes, que son muy caras, en objetivos secundarios. Una de las pocas voces disidentes, el periódico independiente israelí Haaretz, ha informado que el ejército israelí ha estado operando sobre «zonas de exterminio» sin marcar en la que cualquier persona que se mueva puede ser abatida. Así abatieron también a tres rehenes israelíes que habían conseguido huir. La distinción entre combatientes y civiles, principio básico del derecho internacional, y el derecho internacional humanitario, han sido completamente atropellados por Israel.

Han pasado ya 76 años de la Nakba (la catástrofe), la expulsión y éxodo de la población palestina causada en 1948 por la ocupación israelí, sobre la que se creó el ilegítimo Estado de Israel. Lo que siguió fue una historia continuada de represión, de detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos y expolio progresivo de la tierra de los palestinos. Desde hace 17 años la franja de Gaza, donde viven más de dos millones de palestinos expulsados de su tierra, vive bloqueada por tierra, mar y aire y ha sido sometida a periódicos asaltos. El castigo colectivo, prohibido por el derecho internacional como crimen de guerra, es la norma en Gaza desde hace ya muchos años.

La estrategia de Israel hacia los palestinos se ha sustentado en diversos elementos. Uno de ellos es convencer a la población propia de la indignidad del pueblo palestino: en los primeros días de esta última agresión el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, describía a los palestinos como «animales humanos», y afirmaba que Israel actuaría en consecuencia con ello; los opositores a ese pensamiento dominante están cada vez más perseguidos en Israel.

Un segundo objetivo era conseguir el aislamiento internacional de los palestinos. Quien no se pliega a sus designios recibirá ataques furibundos, como le ocurre ahora a la ONU por denunciar la matanza de Gaza.

Otro componente es condenar a los gazatíes a una precariedad extrema para que abandonen su tierra, dejándola libre para su ocupación por judíos. El bloqueo total de la Franja hace casi imposible una actividad económica estable.

Un cuarto aspecto ha sido imponer su narrativa y la oscuridad informativa, ocultar la atrocidad de sus acciones contra los palestinos, la violación de los derechos humanos y el derecho internacional, impidiendo el acceso de los observadores de derechos humanos de la ONU y de los medios de comunicación independientes (y en los últimos tiempos, asesinando a sus periodistas o prohibiendo operar en la zona a al-Yazira). A la vez, Israel dispone de una legión de propagandistas bien situados en los grandes medios de comunicación occidentales, y de otros cauces (sitios web, cuentas en redes sociales, motores de búsqueda, algoritmos para controlar la información en Internet) que repiten una y otra vez su falaz narrativa de los hechos, plagada de mentiras: que la tierra palestina les pertenece históricamente, que los palestinos carecen de identidad nacional, que los palestinos son los que impiden la paz con su terrorismo, que Israel es la única democracia de Oriente Medio.

Finalmente, otro elemento clave de la estrategia israelí ha sido desmantelar los sistemas asistenciales y humanitarios que aliviaban las extremas condiciones de vida de la población palestina. En especial, Israel ha dirigido sus recientes ataques a la UNRWA, la principal agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos, que siempre ha mantenido vivo el derecho al retorno a sus tierras de origen y actúa tanto en Gaza como en Cisjordania, alimentando y dando trabajo a la población, construyendo escuelas y hospitales, haciendo más soportable la vida de los palestinos. Israel ha destruido en Gaza universidades, escuelas e instalaciones médicas. El asesinato de cooperantes se ha convertido en norma, porque hay que disuadir a que otros vayan a ayudar, como parte del plan para arrasar la Franja.

Del apartheid al genocidio

Hasta ahora Israel practicaba una política de apartheid, de segregación y postergación de los palestinos y su paulatina expulsión a guetos territoriales cada vez más reducidos y aislados por muros en Cisjordania, acompañados de periódicos bombardeos y asaltos a la Franja. Lo que ahora está ocurriendo es un proceso distinto. La incursión de Hamás del 7 de octubre ha sido tomada como la excusa perfecta que Israel necesitaba para justificar la «Solución Final», la expulsión definitiva o el exterminio de la población palestina. Además, en Jerusalén Este prosigue la expansión de barrios israelíes desplazando a la población palestina, y en Cisjordania se generaliza la violencia de los colonos sionistas, amparados por el Ejército, en las aldeas y pueblos palestinos. Es decir, el apartheid se ha transformado en genocidio.

El plan parece ser, pues, ese: la limpieza étnica absoluta, el genocidio de un pueblo que lleva décadas avasallado por Israel, ante la pasividad de una «comunidad internacional», en especial la UE, cuyos gobernantes han demostrado carecer de estatura moral. En todo el mundo el común de la población muestra su apoyo al masacrado pueblo palestino, en tanto los gobiernos occidentales (de EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania) reprimen las protestas en calles y universidades, alineados con el Estado genocida y agresor. El grado de hipocresía alcanzado es espeluznante: despreciando las múltiples evidencias, el viceprimer ministro británico, Oliver Dowden, ha declarado que se está exigiendo a Israel «un nivel de exigencia increíblemente alto» en cuanto a respeto a los derechos humanos. ¿Puede admitirse en democracia tal distancia entre representantes y representados?

Al lado de los gobiernos occidentales se sitúan los grandes medios de comunicación, controlados por los poderes económicos, que difunden unilateralmente el relato propagandístico del ejército israelí, o describen el genocidio de Israel en Gaza en términos de «drama humanitario», como si se tratara de una catástrofe natural. Así lo quiso presentar el Decano de la facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla, cuando prohibió el acto en el que la Relatora Especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos, Francesca Albanese, iba a presentar su demoledor informe, Anatomía de un genocidio.

Israel tiene un cómplice directo en su plan genocida: EE. UU., de donde procede la mayor parte del armamento empleado contra la población palestina. Washington no intervendrá para detener el salvajismo de un Netanyahu prisionero de los aliados de ultraderecha que lo mantienen en el gobierno. Mientras EE. UU. simula contenerlo para que no ataque Rafah y permita la entrada de ayuda humanitaria, altos cargos del régimen sionista han viajado a Washington para estudiar conjuntamente la manera de perpetrar la masacre sin que aumente la repulsión que genera tal barbarie en la población occidental.

El sagaz y fiable periodista británico Jonathan Cook ha desvelado el plan de Israel y de EEUU para Gaza: Israel está disponiendo un anillo de puestos de control alrededor de Rafah que supuestamente garantizará el respeto al derecho internacional humanitario, permitiendo la salida de mujeres y niños antes de los bombardeos. Todos los que se queden, hombres, mujeres o niños, serán tratados como combatientes armados. Rafah será destruida y toda la Franja quedará en ruinas. Occidente culpará a Hamás, y presionará a los países árabes para que reubiquen a los supervivientes fuera de Gaza (de hecho, Egipto está construyendo ya en la península del Sinaí un asentamiento rodeado de un muro de 7 m de altura en un lugar próximo a Rafah, aunque las autoridades declaran que no acogerán a los palestinos expulsados). Después seguirá el mismo modelo para Cisjordania (en donde vive ya el 10 % de la población israelí, en los cada vez más numerosos asentamientos ilegales de colonos en tierras palestinas), argumentando que es la nueva base de Hamás.

No deberíamos permitir que nuestros gobiernos sean cómplices, por acción o por omisión, de esta ignominia que hunde a la Humanidad en el más oscuro de los abismos. El Gobierno de España no puede limitarse a reconocer el Estado palestino, la situación es de tan extrema gravedad que debemos exigirle la ruptura total de relaciones con Israel si no detiene de inmediato la matanza, con carácter definitivo, y renuncia al genocidio.

martes, 7 de mayo de 2024

LA HORA DEL ÁNGELUS

 

José Antonio Bosch. Abogado.

7 de mayo de 2024

 

Es rara la semana en la que no encontramos en los medios de comunicación noticias de alguna parte del mundo que informan sobre una nueva restricción de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Líderes ultra reaccionarios de medio mundo, Donald Trump, Javier Milei, Giorgia Meloni, Viktor Orbán, Santiago Abascal y un largo etc. de políticos populistas y reaccionarios coinciden en la necesidad de “proteger la vida del no nacido” mientras desprecian e ignoran la protección de la vida de quienes ya nacieron. Líderes de medio mundo incluyen en sus campañas medidas encaminadas a decidir sobre el cuerpo de las mujeres hurtando a estas su derecho a decidir sobre su propio cuerpo.

Hace escasamente un mes, en Florida (USA) su Tribunal Supremo santificaba la prohibición de abortar después de la sexta semana de gestación, que es casi como prohibir el aborto dado que muchas mujeres desconocen su situación de embarazada hasta después de transcurrir dicho periodo. Así, Florida se une a los otros tres estados en los que ya estaba prohibido el aborto después de la sexta semana y se acerca a los catorce estados de USA en los que en la actualidad está prohibido el aborto. Ni que decir tiene que, si finalmente el candidato a presidente Trump logra vivir en la Casa Blanca a finales del presente año, los derechos de las mujeres se verán a buen seguro seriamente amenazados, cuando no reducidos.