Vientos de Cambio Justo

martes, 25 de julio de 2023

Apuntes tras la noche electoral del 23 J

“Hemos parado el primer golpe”. Así podríamos resumir el punto más positivo que el resultado electoral del 23J ha constituido para toda la sociedad de nuestro país. Sin embargo, no podemos caer en la autocomplacencia porque la realidad nos muestra unos escenarios realmente preocupantes que hemos de abordar los próximos días y los próximos años.


Sebastián Martín Recio.
Ateneo Republicano de Andalucía.

25 de julio de 2023

1.- Efectivamente hemos parado el primer golpe de un tsunami construido durante los últimos años por los poderes fácticos y mediáticos de nuestro país para situar a la derecha extrema en el gobierno. Ha sido una crónica llena de insidias, bulos y encuestas anunciadas que les llevaría a la mayoría absoluta… Y que, afortunadamente, no llegaron a cumplirse...

Pero ese “bloque de la derecha reaccionaria” son once millones de personas que conforman una realidad social compleja de intereses, actitudes, ideologías, rencores, ambiciones y frustraciones de toda índole. Diríamos a grosso modo que media España late al ritmo de la derecha con un trasfondo fascista más o menos en expansión. Pues bien, esta media España hay que estudiarla, y en gran medida también comprenderla y entenderla, para abordarla desde todos los puntos de vista: político, social, cultural, ideológico, económico, religioso, etc., y poder generar así una ofensiva y una alternativa cultural con suficiente capacidad hegemónica como para integrarla en un espacio primero realmente democrático, segundo de respeto y apoyo real a los derechos humanos y tercero en un marco de libertad, fraternidad e igualdad.

Esto puede parecer muy complicado y evidentemente es imposible conseguirlo con esos once millones de personas, pero evidentemente la gran mayoría social de este ámbito de la ciudadanía tiene contradicciones más que suficientes para que a medio y largo plazo puedan asumir los valores éticos que se propugnan desde una visión humanista, solidaria, de democracia avanzada y participación ciudadana. Y ese debería de ser el gran plan estratégico que la mayoría de la izquierda, con los movimientos sociales y todas las personas del mundo de la cultura y de la economía social y ecológica, debieran proponerse. De lo contrario vamos a estar en un bucle, en una constante repetición maniquea de la vida social, política y cultural de nuestro país.

2.-Si bien he comenzado con una visión a largo plazo y global que pudiera corresponsabilizarnos para transformar el país, es evidente que a corto plazo, que es lo que desgraciadamente estará ocupando el máximo tiempo de todos los actores políticos, se trata de conformar un gobierno de coalición con una mayoría parlamentaria que sea lo más estable posible. Y ahí podemos encontrar las mayores de las dificultades porque conseguir un consenso y un ámbito unitario, tanto en la organización de los diferentes grupos políticos como en el conjunto de propuestas comunes que puedan realizarse, es una tarea muy compleja, siempre llena de complicaciones. A nadie le extraña ya que, en los momentos en los que la confluencia se convierte en una necesidad prioritaria, algún grupo minoritario que representa realmente a un porcentaje relativamente pequeño de la población aproveche ser “la llave” para imponer condiciones que a veces significan en realidad romper todos los esquemas unitarios que comportan la viabilidad de las propuestas. Es la manifestación más palpable de esta dificultad, pues a ojos de todos se ve cómo algunos anteponen exclusivamente sus propuestas, sus intereses o sus circunstancias frente al conjunto de la mayoría. Salvar estas circunstancias y dificultades resulta ser la primera cuestión que todos los grupos coaligados en Sumar y todos los grupos que en la anterior legislatura apoyaron el gobierno de progreso deben de llevar a cabo...

Sin embargo, salvada esta dificultad -que no es poca cosa- y superada la sesión de investidura con la elección de un presidente, e incluso conformado un gobierno, nos encontraremos ante un escenario realmente complicado que se manifestará sucesivamente en las distintas iniciativas legislativas o pronunciamientos políticos que se puedan dar en el conjunto de esa mayoría que, no siendo artificial, pues obedece a un interés común de defender la democracia frente a la visión “austericida” y autoritaria que representa a la derecha, tienen también matices, diferencias y criterios a veces contrapuestos, que estarán situando de manera permanente al grupo parlamentario en circunstancias de división, por no decir de rupturas o fragmentaciones. Ya hay quien dice que los cinco diputados de Podemos formarán un grupo propio, una especie de Grupo Mixto ajeno o independiente de los criterios de la mayoría del grupo de la coalición por la que se presentaron. No sé si esto llegará a ser cierto, pero si así lo fuera estaríamos ante el primer síntoma de esa disgregación o fragmentación que sería el preámbulo de una sucesión de desencuentros que acabarían por convertirse en una voladura de toda la coalición y de todo el espacio unitario democrático construido y que apoyó la investidura...

Si es fácil anunciar este “pre-diagnóstico” o estos riesgos basados en síntomas más que evidentes, no es tan fácil explicitar qué soluciones podrían darse a este posible proceso fragmentario. Porque hemos asistido tanto en las elecciones autonómicas andaluzas como en las siguientes autonómicas y en estas últimas elecciones a procesos de confluencias con agendas precipitadas y decisiones no contrastadas ni debatidas, con escasa participación, incluso de los componentes y afiliados de los distintos grupos. Y por supuesto con muy escasa participación de los movimientos sociales que están interesados en una España de progreso, sean los sindicatos, sean las Mareas, sean los movimientos feministas, de pensionistas, del mundo de la cultura, ONGs y colectivos de toda índole que han hecho acto de presencia en las calles. Estos procesos de “confluencias exprés”, con una guía rápida de actuación en la distribución de las listas y los nombramientos de sus componentes e incluso en la redacción de las propuestas programáticas, han conllevado un déficit participativo que, lógicamente, se traspasará a la realidad parlamentaria y al futuro próximo. Por tanto, lo que aquí cabe es hacer valer algo tan simple como el panel común y concreto de propuestas programáticas y de líneas definitorias de la acción política institucional y social que garanticen la conjunción de posicionamientos y votos y también de discursos comunes hacia la sociedad que puedan darse desde todos los ámbitos partidarios que conviven en esta unidad, tan necesaria e indispensable como precipitada por circunstancias sobrevenidas, entre ellas el adelanto electoral, o exigencias ciudadanas ante los repetidos fracasos electorales habidos. En resumen, Programa Común, acciones comunes. Una dinámica unitaria que puede ser fuerte si tiene un respaldo real de la sociedad civil o puede ser frágil si se ubica exclusivamente en el debate intra partidario desde los aparatos y direcciones de los diferentes partidos.

3.- ¿Y qué va a pasar con Sumar? Es una cuestión no esclarecida aún. Porque una cosa es la coalición Sumar donde los distintos componentes o partidos de la misma tienen una identidad definida y otra es el movimiento Sumar dirigido por Yolanda Díaz que ha obtenido diez diputados de los treinta y uno y que, debido a las premuras del adelanto electoral, no pudo realizar su itinerario de desarrollo de una manera adecuada sino que tuvo que combinar precipitación e improvisación con el bagaje previo de los procesos de escucha; combinar la experiencia y trayectoria personal de Yolanda y de todo su equipo con todos los colaboradores y voluntarios que han surgido en esta campaña. Sin embargo, esto no es suficiente. Movimiento Sumar es un partido que necesitará en los próximos meses la clarificación de su formato, su constitución, su organización territorial, su estrategia, sus alianzas, sus tácticas… Incorporando lógicamente el programa de país para diez años que en su día se hizo…

Y este interrogante es de primera magnitud porque si algo podemos sacar en conclusión de los procesos electorales de los últimos años es que se hace muy necesaria una reconstrucción de la izquierda, una recomposición y ampliación de todo el espacio político y social de progreso, para generar una sinergia múltiple, política y social. Aquí habrá seguramente distintas opciones. Hay quienes piensan que un partido de cuadros bien organizado es más que suficiente para, desde el grupo de parlamentarios en el Congreso de los Diputados pivotar iniciativas políticas de amplio calado en la sociedad. Sin embargo esto sería algo insuficiente.

Muchos compañeros y compañeras pensamos que es la hora de construir un nuevo movimiento político y social que articule la constelación de formaciones de la izquierda y la diversidad de los distintos movimientos sociales transformadores que están en la calle. La experiencia de la creación de Izquierda Unida - Convocatoria por Andalucía puede ser un referente a tener en cuenta, aunque no para copiarlo milimétricamente. En 1982 el PCE se quedó con cuatro diputados y la imaginación ante esa situación crítica, casi de desaparición institucional, nos llevó en 1984 a crear la Convocatoria por Andalucía. Hablamos del Partido Comunista de Andalucía. Gracias al liderazgo y a la trayectoria de Julio Anguita esa Convocatoria por Andalucía logró atraer a miles de personas independientes, la mayoría vinculadas a movimientos y colectivos sociales. Y con una metodología participativa, llamada entonces “elaboración colectiva”, las diferentes áreas que se constituyeron se convirtieron en ámbitos participativos, por un lado de elaboración de análisis y de propuestas concretas a la sociedad; de otro, de engarce con los movimientos sociales y al mismo tiempo de compromisos territoriales y organizativos de los partidos. Dos años después, en 1986, se crea Izquierda Unida como una coalición electoral, nacida precisamente del movimiento Anti-Otan. Surgió Izquierda Unida como coalición política. Al “ensamblar” la coalición política con el proceso de elaboración colectiva surgió una nueva formación política, un movimiento político y social, con otra manera de hacer política. Esa fue la gran obra maestra que pilotó Julio Anguita y que permitió pasar de aquellos cuatro diputados a más de veinte en pocos años.

Pues bien, ahora tomando esa referencia sería importante hacer en cada ámbito convocatorias ciudadanas para recuperar todas las personas que han colaborado en el Movimiento Sumar, sin pertenecer o perteneciendo a los distintos partidos, a una tarea común que es constituir una Plataforma Unitaria con un programa unitario. Y esa organización plural y diversa, movimiento político y social, con capacidad de intervención social, porque en ella están presentes los referentes y personas comprometidas con los movimientos sociales.

Esa es la tarea y esa tarea en Andalucía tiene una identidad propia: Constituirla como un grupo netamente andaluz, voz de Andalucía construida por andaluces y andaluzas, desde la identidad propia, desde nuestras demandas, desde nuestras potencialidades y apuestas de futuro y también desde nuestro nuestra vocación de intervención en las políticas del Estado, en las políticas de Europa y en la Humanidad.

Esa tarea, desde mi punto de vista, es la clave para que en un futuro próximo a medio plazo podamos dotarnos de herramientas políticas sociales que tengan eficacia, estabilidad y credibilidad ante la sociedad. Para contribuir en todo el conjunto del Estado, con formulaciones organizativas y políticas similares, a una transformación radical de la realidad que vivimos inmersa en una amplia desafección política, con una gran alienación política por parte de una ciudadanía que está totalmente influenciada por unos medios de comunicación mediocres en manos de las grandes corporaciones económicas.

Frente a ese “tsunami mediático y del poder de los grandes poderes fácticos” que nos han querido empujar hacia el retroceso histórico de nuestro país, sólo cabe la organización social plural y diversa, la participación de los sectores y de los actores y sujetos sociales de los colectivos y los partidos, para la elaboración de alternativas comunes que sean capaces de conseguir una hegemonía cultural en nuestra sociedad basada en los valores de la ética, de la libertad y de la igualdad.