Francisco Casero
Rodríguez
El reparto en los
cargos de las comisiones parlamentarias en Andalucia suena a desprecio a la
ciudadanía. Es intolerable que se otorgue la presidencia de una materia a
alguien que reniega de la misma.
No valen despistes
ni coincidencias. Todos los grupos parlamentarios son responsables de esta
sinrazón que puede llevar a consecuencias desastrosas y aumentar el sufrimiento
de demasiadas personas.
Este tipo de noticias no hacen sino alimentar una crispación que está cada día más presente en la escena pública. Son cada vez más los que la utilizan de forma interesada, manipulando a la opinión general, lo que puede llevarnos a escenarios alarmantes.
Tenemos la reponsabilidad de contribuir a la toma de conciencia en vez de tratar de confundir con mensajes interesados y egoistas, vociferar ideas que llevan a la división, al enfrentamiento, a la desmesura, a rotura de la convivencia, a retrocesos sociales.
No podemos imponer la razón de la fuerza, tenemos que trabajar diariamente para que prevalezcca la fuerza de la razón. No a las armas, sí a la palabra, al diálogo, a la convivencia.
Tenemos que recuperar el protagonismo del diálogo, del debate. Hablar sin que domine el enfrentamiento, entenderse sin necesidad de compartir objetivos o métodos. Frente a la crispación, necesitamos más que nunca del parlamento la responsabilidad, el compromiso. Porque la pugna, el desafío constante, nunca soluciona problemas, los aumenta. Nadie tiene la verdad absoluta. Por eso es fundamental la capacidad de escucha, ejercitar la empatía, restablecer la convivencia, imponer la ley del respeto por encima de todas.
Andalucía y su
parlamento han llegado a una nueva época, una fase en la que la pluralidad del
arco es más amplia que nunca. Debemos tomarlo como un reto. Debemos entenderlo
como una prueba de nuestra madurez social y democrática. No existen mayorías
indivisibles así que el entendimiento, la negociación, son las piedras angulares
de esta legislatura. El respeto a los principios e identidades tiene que marcar
las líneas de trabajo. Los parlamentarios y parlamentarias deberán tener una
conducta ejemplarizante. Los grupos, un talante como nunca antes conocido.
Todos han jurado
sus cargos. Han asumido una responsabilidad de gobierno para Todas las
Andaluzas, para Todos los Andaluces. Están obligados, para eso han sido
designados, a trabajar conjuntamente por el mejor bien común. Una tierra en la
que todos debemos caber, porque todos somos necesarios.
La undécima
legislatura del Parlamento de Andalucía tiene que ser la legislatura de la
Igualdad y la Dignidad. Porque el reto más importante que tenemos es el de
acabar con la exclusión social, eliminar la marginalidad, evitar el desagravio,
el maltrato, la pobreza. Porque Andalucía y su gente tiene que agarrarse más
que nunca a su dignidad como Pueblo, y esa, se consigue evitando daños, y
también resarciéndolos; se alcanza respetando sensibilidades y escuchando; se
trabaja, desde los escaños parlamentarios, acordándose, más que de nadie, de
los sin voz.