Vientos de Cambio Justo

martes, 5 de febrero de 2019

Los impuestos y el Estado de Bienestar: ¿Es posible una fiscalidad inclusiva?


Miguel Toro

5 de febrero de 2019

Resumen:

Si las fuerzas progresistas no consiguen imponer una subida de impuestos para mantener el Estado del Bienestar y un aumento en la eficiencia y la transparencia de los servicios públicos, si las fuerzas que defienden el liberalismo económico ganan la partida, entonces vamos a una sociedad dual con una gran mayoría de la sociedad abandonada a su suerte, sin servicios públicos y un segmento cada vez más pequeño intentando salvarse individualmente. Este escenario impulsará el avance de la ultraderecha y la pérdida de confianza en la democracia por parte de amplios sectores de la población.

Las nuevas tecnologías están cambiando el mundo de forma acelerada. Las nuevas tecnologías, el uso intensivo de ordenadores fundamentalmente, están permitiendo que cada vez sean necesarias menos personas para producir los bienes que consumimos. Además, está cambiando la forma de producirlos. Están apareciendo nuevas formas de producir que fragmentan el trabajo, lo atomizan, y favorecen, por una parte, el crecimiento del individualismo y, por otra, la concentración de los beneficios obtenidos en cada vez menos manos. Los ejemplos más claros de estos fenómenos los podemos observar en Amazon, Cabify, Deliveroo, Booking, etc. La globalización está facilitando que las nuevas empresas asociadas a las nuevas tecnologías estén distribuidas por todo el mundo y tengan más poder que los estados nacionales.

La ideología asociada a este fenómeno es el liberalismo económico. Este punto de vista predica que crear el marco para que cada uno se busque su propio futuro. Desde ese punto de vista hay que rebajar impuestos, desregular el mercado laboral, rebajar el papel del estado en la vida social, etc. Desde este punto de vista nos indican que los mejores de la sociedad irán encontrando el camino para vivir mejor y algo de lo que consigan le llegará al resto de la población. Es lo que predican en España partidos como Ciudadanos y PP. Hay muchos que están creyendo en estas ideas en España y a nivel mundial.

Los efectos de estos fenómenos se notarán a largo plazo, pero ya estamos viendo algunos. El primero es el desmantelamiento progresivo del Estado del Bienestar. Me quiero concentrar fundamentalmente en la Sanidad, las pensiones, la enseñanza primaria y secundaria, la Universidad y la investigación pública y la atención al desempleo y a la dependencia. Hay muchos más aspectos que requieren de la intervención del estado como el cambio climático que dejaremos fuera por el momento.

El Estado del Bienestar ha sido una de las grandes conquistas de la mayoría social europea y están consiguiendo reducirlo poco a poco. Las razones que dan se basan en que no nos lo podemos permitir. Que los servicios del Estado del Bienestar son muy caros y no hay presupuestos públicos para mantenerlos y que, y esta es una razón no tan explicitada, no podemos dar todos esos servicios públicos al que no se los haya ganado: parados, inmigrantes, dependientes, habitantes de zonas rurales, etc.

El Estado del Bienestar ha sido el mecanismo más eficaz para combatir la desigualdad. Pero la desigualdad se está disparando, sobre todo en España, y el Estado del Bienestar se está desmantelando.

En paralelo con lo anterior, la nueva estructura del trabajo está favoreciendo que una gran mayoría social pida una disminución de los impuestos que paga. Muchos trabajos que se están creando son autónomos y precarios. Muchos de estos trabajadores prefieren pagar los mínimos impuestos posibles para tener más recursos disponibles. La mayoría de los pequeños empresarios piden una y otra vez que les rebajen las cuotas de la seguridad social. Las grandes empresas presionan para que baje el impuesto de sociedades y lo consiguen. Las empresas multinacionales usan su poder para no tributar por los servicios que prestan. En resumen, hay una gran presión para que bajen los impuestos. El liberalismo económico, los partidos PP y Ciudadanos y en algunos casos el PSOE, defienden esas ideas y nos quieren convencer de que hay que rebajar impuestos para que funcione la economía, para que se creen puestos de trabajo.

Hay, por otra parte, una mayoría cada vez mayor, que no sabe dónde se usan los impuestos que pagan, que creen que pagan más impuestos de los necesarios para la calidad de los servicios públicos que reciben, que ven, y tienen razón, a muchos funcionarios públicos como unos privilegiados, que creen que ellos se pueden pagar unos servicios privados de mejor calidad si les rebajan los impuestos y que ven los servicios públicos como algo lejano dónde no pueden intervenir en la toma de decisiones y en la fijación de prioridades.

Pero si se rebajan impuestos no se puede sostener el Estado del Bienestar y si el Estado del Bienestar se desmantela, si la calidad de los servicios públicos baja, la desigualdad irá en aumento y una gran parte de la población se quedará abandonada a su suerte.

Para mí una de las razones fundamentales del avance de la ultraderecha, Vox en España, es la conciencia por parte de un sector cada vez más amplio de la sociedad de que está desprotegido. El desempleo, la erosión de la calidad de los servicios públicos, están aupando a la ultraderecha. Es un fenómeno europeo y mundial. Ese segmento en aumento que se siente abandonado a su suerte es un caldo de cultivo claro para la extrema derecha y las fuerzas progresistas no le han aportado soluciones en el mundo globalizado y el mercado laboral desregulado en que vivimos.

¿Y cómo reorientar esto desde un punto de vista progresista e inclusivo? Creo que hay que hacer varias cosas todas ellas complejas: aumentar los impuestos, hacer más eficiente el Estado del Bienestar y ponerlo democráticamente en manos de la sociedad para que pueda fijar las prioridades. El caso de las pensiones es muy concreto y, desde mi punto de vista, requiere pasar las pensiones no contributivas, que serán cada vez más, a depender de los impuestos y reformar las contributivas para que la percepción sea proporcional a lo aportado durante la vida laboral. Esto posiblemente implique aumentar las percepciones máximas.

Lo primero ha sido propuesto de una manera genérica desde hace tiempo por algunos partidos progresistas. ¿Pero cómo incrementar los impuestos? Hay varias vías: abordar decididamente el tema de la evasión fiscal, aumentar los impuestos a los más ricos y hacer que las empresas paguen más.

La primera es una tarea difícil pero necesaria. Evidentemente hacer que todos cumplan la ley, sobre todo aquellos que por tener apoyos legales la pueden eludir con mucha facilidad, pero también hacer que la mayoría de la sociedad acepte este requisito. Ejemplos no nos faltan: evasión del IVA en las transacciones individuales, etc.

Hacer que los más ricos paguen más impuestos parece evidente. ¿Pero quiénes son los ricos? Muchos con un alto nivel adquisitivo piensan que los ricos no son ellos. Que los ricos son desconocidos y que están muy lejos. Para medir la riqueza tenemos dos elementos: el nivel de ingresos brutos y el patrimonio (inmuebles, acciones, etc.). Desde el punto de vista que estamos proponiendo los más ricos deberían pagar más impuestos y no menos como ha ocurrido en la última década. Más impuestos por sus ingresos y más impuestos por su patrimonio. Si pensamos que los ricos son el 10% con más ingresos los datos nos dicen que el nivel de ingresos medio de este sector más rico es de unos 55000 euros brutos al año. Desde esta cantidad en adelante se deberían aumentar los impuestos. En el patrimonio los datos dicen que el segmento rico tiene un patrimonio medio de 850000 euros. Igualmente, desde esa cantidad deberían aumentarse los impuestos sobre el patrimonio.

Los impuestos a las empresas deberían reformularse. Lo primero sería, quizás, eliminar la gran cantidad de deducciones existentes para tener claro lo que pagan y posteriormente establecer un impuesto sobre sus beneficios brutos. El gran reto, y esta está sin abordar, es establecer impuestos sobre los beneficios brutos a las empresas multinacionales que operan en la Unión Europea. Esta tarea tiene que ser abordada a nivel de toda la Unión Europea, es crucial y cada vez vas a ser más importante en el montante de los impuestos posibles.

Pero para convencer a la sociedad de que son necesarios los impuestos hay que hacer más eficiente el Estado del Bienestar, medir la calidad de los servicios y de los servidores públicos y proponer mecanismos que permitan a la ciudadanía intervenir directamente en la orientación de los servicios públicos, en la fijación de sus prioridades. Se suele justificar que eso deben hacerlo profesionales. Pero está claro que la ciudadanía debe poder intervenir mucho más para que vea la utilidad de sus impuestos. Debe poder intervenir en las universidades en las carreras que se ofertan, en las que se cierran. Debe poder intervenir en la enseñanza primaria y secundaria para exigir calidad al profesorado. Debe poder intervenir en la sanidad para exigir transparencia en la gestión. En definitiva, la ciudadanía debe poder intervenir en los servicios públicos para fijar las prioridades, para opinar sobre la calidad de los servidores públicos.

En definitiva, si las fuerzas progresistas no consiguen imponer una subida de impuestos para mantener el Estado del Bienestar y un aumento en la eficiencia y la transparencia de los servicios públicos, si las fuerzas que defienden el liberalismo económico ganan la partida, entonces vamos a una sociedad dual con una gran mayoría de la sociedad abandonada a su suerte, sin servicios públicos y un segmento cada vez más pequeño intentando salvarse individualmente. Este escenario impulsará el avance de la ultraderecha y la pérdida de confianza en la democracia por parte de amplios sectores de la población.