18 de
enero de 2019
Yo, que estoy en el bando de los opresores
varones, he decidido cambiarme al bando
de las oprimidas.
Hace
unos días fui con alegría a una manifestación feminista en Granada. Sentí
alegría al sentirme parte de una pasión compartida en el mundo entero, porque
la liberación de la mujer es una grandísima
fuerza para un futuro mejor para todos, porque es una grandísima batalla que
vienen librando en el terreno en el que las buenas gentes del mundo son
invencibles cuando coinciden: el terreno del pacifismo, de la no violencia, de
las razones, del esfuerzo personal y colectivo por mejorar comportamientos, en
el campo de lo institucional, de la acción colectiva y de los comportamientos
individuales. Es el feminismo una fuerza
noble hacia la justicia difícilmente abatible. Es un movimiento mundial, que no reconoce
fronteras, que no es cateta, por nacionalista y que plantea la
lucha en toda la tierra, en el mismo ámbito en el que el capitalismo usa sus
“armas” (ellos, sí) y, por tanto, con
esperanza de victoria. Porque hay asuntos, los más importantes, que no tienen solución en un solo país, en un
solo territorio, desde un solo punto de vista sino con perspectiva de humanidad.
Me dio alegría participar en la manifestación de una fuerza cargada de futuro. Vi una mezcla expresiva de los que
coincidimos: mujeres, sobre todo, pero hombres también, jóvenes, mayores,
obreros, estudiantes, profesionales, y multitud de bandereas diversas, tantas
que cada una era insignificante.
Hay
otros asuntos importante en el camino de la justicia que van siendo también
universales, pacíficos, referidos a intereses de la humanidad, del individuo,
de los grupos, de las regiones, en los que coincidimos gentes de todas las
partes del mundo: es el ecologismo,
la lucha por racionalizar el uso de los recursos y hacer valer los intereses de
todos ante los intereses económicos, solo económicos de unos pocos por la sola
razón de que tienen dinero y armas a su disposición.
Veo
con ilusión también como la causa de la democracia, de la participación de
todos en los asuntos que les conciernen gana posiciones en el mundo, goza de características parecidas al feminismo
y al ecologismo. Los tres van siendo
objetivo compartido de toda la
humanidad; hay movimientos sociales y
políticos en todo el mundo, conciernen a las políticas institucionales pero
también a las iniciativas sociales, intelectuales, individuales; son
movimientos pacifistas y de resistencia y gozan de prestigio cada vez más
grande entre las personas que quieren que se cuente con ellas para tomar
iniciativas que les afectan. Estoy convencido: es la democracia, la participación una fuerza pacifica cargada de
futuro.
Por
otra parte veo que las instituciones nacionales van coordinándose- nosotros en
Europa- en base a superar los estrechos márgenes de un estado, veo como cada
vez más gentes va cambiando su concepto de soberanía
y desea aplicarlo en el mismo ámbito en el que se dan los problemas. Vemos como
se definen bien los campos, al igual que en los temas que he nombrado
anteriormente: por una parte los nacionalismos excluyentes de los “otros”, las
gentes miedosas que trabajan para su protección construyendo muros para su
aislamiento, y de otra los esfuerzos por ampliar los grupos de humanos
soberanos, desdibujando fronteras,
compartiendo problemas y soluciones de
manera pacífica. Unidos en el mundo entero cada vez más gentes saben que encerrar el conocimiento, la poesía,
los sueños de las personas en jaulas es imposible e indeseable pues vamos
comprobando la alegría de compartir, que muchos de mis problemas individuales
no tienen una solución para mí solo sino que o lo compartimos o el mío no se resolverá.. Esta línea de
mundialización de las ansias de libertad es menos evidente pero va
extendiéndose cada vez más como una aspiración de la humanidad y que ponemos nuestro deseo en compartir
espacios, músicas, saberes, esfuerzos, esperanzas, miradas…que ponemos nuestra
esperanza en compartir.
Son
señas positivas de nuestro tiempo. El feminismo, la democracia, el ecologismo y
la solidaridad avanzan como objetivos compartidos por la inmensa mayoría de la
humanidad. Son realidades que nos hacen saber que otro futuro es posible.
Esta
perspectiva, que me parece cierta, es
contraria a aquella otra que ve en Vox, en Bolsonaro, en Salvini, Trump…. Las
señas de identidad de nuestro tiempo. Siendo también cierta, está sobredimensionada porque parte de su éxito consiste en hacernos
creer que tenemos motivos para la tristeza y la desesperanza. En la medida en que lo consigan nos iremos
encerrando en nuestra casa, en nuestra vida personal y dejaremos la creación de
espacios abiertos a la convivencia en libertad en sus manos y nos construirán
cárceles o ……naciones, o estados donde encerrarnos mientras ellos sobrevuelan
las aguas negras de su egoísmo torpe y ciego en que quieren convertir la
tierra.
Otra
perspectiva de lo real es posible. Es
imprescindible que compartamos las realidades que no quieren que veamos y que
insistamos en dotarlas de éxito, que logremos avanzar inventando relaciones personales,
experiencias personales y de grupo, iniciativas institucionales , creaciones
artísticas, pensamientos científicos, haceres profesionales que agranden los
caminos hacia una tierra acogedora,
pacifica, con igualdad de oportunidades y tratamientos para todos los
habitantes de ella, contentos de compartir lo que nos hace felices, orgullosos
de poder tratarnos unos a otros de igual a igual, descubriendo en la otra
persona una oportunidad para llegar a disfrutarnos más y mejor. Vale la pena
pero tendremos que empezar por creérnoslo para poder vivirlo.