Carlos
Arenas
26 de noviembre de 2023
Hubo una época, comprendan
que empiece así porque soy historiador, en la que Andalucía, especialmente sus
ciudades más dinámicas, ofrecían una alternativa al modelo territorial,
centralista y oligárquico para España. Fue la Andalucía de las juntas revolucionarias
entre 1808 y 1873, del municipalismo o del cantonalismo, como se llamaba
entonces, de la República Federal de que fue mucho más andaluza que española.
Andalucía ofrecía a España la oportunidad de organizarse en federal con amplias
libertades soberanas en la autogestión de los recursos la organización de su
autonomía. Éramos los “separatistas” de entonces y así nos denunciaban los
“separatistas” de después que, por aquella época, se vanagloriaban de las
buenas relaciones con “Madrid”.
Aquella España no fue
posible porque a medida que la burguesía española fue instalándose en Andalucía
desde que se institucionalizó la libertad de mercados en los años treinta del
siglo XIX y, sobre todo, a medida que España fue perdiendo jirones de su
imperio, Andalucía quedó como nuevo mercado reservado del capitalismo español y
las propuestas de soberanía económica, de librecambismo y de igualitarismo ya
no encajaban.
Han pasado 150 años de aquel sueño. A nadie se le oculta que Andalucía pinta poco en el concierto español. El Estado “deja hacer” en Andalucía a los señoritos de hoy; se trata del mismo “equilibrio del sur” al que llegó el norte y el sur de Italia o de Estados Unidos; es el precio que hay que pagar para que el sur siga desempeñando el papel de mercado reservado para capitalistas “nacionales” y de todo el orbe.
Hablar las cosas claras,
desmontar el mito de los derechos atávicos, de los nacionalismos madrileñistas
o periféricos, para poner el acento en las razones del sempiterno atraso
andaluz, es fundamental; como también lo es, revolver los atavismos sociales, culturales
y simbólicos que han construido una modalidad extractiva de capitalismo en
Andalucía y le impiden iniciar un nuevo camino o, mejor, recuperar el camino
que perdió. Con esto demostraremos que estamos aquí y que volvemos a ofrecer a
España la posibilidad de un reencuentro sobre bases y principios donde no
quepan prepotencias ni omisiones.