16
de septiembre de 2019
¿“Pactar
a cambio de nada” es una perspectiva adecuada? Creo que en un pacto político es
más útil pretender llegar a compartir objetivos y modos de conseguirlos que
intercambiar bienes éntre los pactantes.
La
realidad en España, salvo la espectacular excepción del Frente Popular, El PSOE
y el Partido Comunista y/o otras formaciones de izquierda no han pactado nunca
para gobernar. Durante los 40 años de este periodo democrático, el PSOE y el
PC, IU, Podemos o Unidas Podemos no han pactado para formar un gobierno
conjunto ni para apoyar un gobierno de uno de ellos. No sé, podríamos
consultarlo, si en alguna ocasión con gobierno del PSOE otras de las formaciones
citadas han votado positivamente a unos presupuestos generales presentados por
un Gobierno del PSOE. Creo que en ninguna ocasión pero, en todo caso, sería una
excepción que confirmaría la regla. Deduzco que no son los líderes políticos de
cada formación en cada momento ni las coyunturas políticas o económicas, ni siquiera
los resultados electorales o las perspectivas de voto que generaran los
desencuentros lo que concluyó siempre en estar en la oposición unos a los
otros.
Podría
aventurar la hipótesis de que son perspectivas políticas, posicionamientos
estratégicos, o principios ideológicos, circunstancias de hondo calado lo que
ocasiona este desencuentro histórico y, la verdad, es que me parece importante
investigar esta posibilidad porque podría ayudarnos a entender las causas de la actual situación por encima
de la personalidad o el personalismo de los lideres o las desconfianzas
personales o políticas o las diferencias más o menos importantes en este o
aquel tema concreto (conflicto de Cataluña, emigración, política de defensa…) o
los desencuentros en la forma de garantizar los programas acordados en los que
se presume posible la coincidencia. La consideración de que existe un camino y
una meta a conseguir que es la que cada uno propone puede ser una la clave del
asunto que conlleva la consideración del otro como otro y, en ningún caso,
complementario o alternativo. Los resultados electorales no tienen relevancia
para la autocorrección solo para decir que hay que convencer a los electores
pero no cambiar los propios posicionamientos.
Por
otra parte hay otra consideración que nos ayudaría a desentrañar el enigma de
por qué no se encuentran los que parecen y se dicen tan próximos. Unos creen
que lo esencial de sus objetivos políticos son alternativos y no
complementarios, que las diferencias no son salvables, que la solución está en
que gane uno de los dos pero en modo alguno en compartir lo que tienen en común
porque parece ser que aunque sea mucho (dicen que el programa no es el
problema); que gane uno de los dos porque el otro es el enemigo a batir a largo
plazo, estratégicamente, de tal forma que no será posible avanzar sin la
derrota del otro.
Una
prueba de ello es la pretensión del “asalto a los cielos” o el grito de PSOE-PP
la misma mierda es” tan asumido por las bases del movimiento Podemos, o “no son
la izquierda ni siquiera de izquierda” , o “Podemos es una creación de la
derecha” o “no nos fiamos de ellos” que dicen muchos del PSOE u otros adjetivos
o argumentos con los que se alimenta el estratégico desencuentro político en el
que se afanan y que fraguan ambas formaciones políticas. Hasta hace muy poco, creo
que aún estamos ahí, la esperanza de poder hacer realidad el proyecto político
que cada uno tiene pasa por la derrota sin paliativos del otro. No se
consideran pues complementarios, adversarios-complementarios, sino alternativos,
enemigos a batir. No es desconfianza entre ambos lo que los separa sino su
estrategia política, su mirada sobre lo que debe pasar.
Desde
esa perspectiva solo cabe considerar que uno de los dos solo puede llegar a ser
para el otro bastón subsidiario en que el otro se apoye o azote político para
derrotarle e impedirle seguir “engañando al personal”. Desde esa perspectiva
cualquier acuerdo es considerado como una humillación o un paso atrás que
fortalece al otro y debilita al que apoya desde posiciones electorales peores y
por tanto una condena a ser comparsa y no alternativa y, por tanto, una
incitación al suicidio. Viene siendo así desde hace mucho tiempo y Don Julio
Anguita acertó a formular esta “estrategia” en su teoría de “las dos orillas”.
Se
trata de considerar la historia condenada a una victoria final, (“agrupémonos
todos en la lucha final”) de tal forma que la lucha de los contrarios solo
tiene la posibilidad de la victoria total de una de las dos partes en conflicto
con lo que comenzará la historia de la tierra como “paraíso, patria de la
humanidad”. El paraíso existe como utopía, como meta, como el cielo a
conquistar, el camino tiene una meta definida, existe el camino perfectamente
definido pero no se hace “camino al andar” y resulta imposible considerar que
habrá en cada momento un futuro a conquistar a hacer realidad parcialmente y
que la lucha entre contrarios, entre intereses contradictorios será
precisamente el motor que mueve las metas y las conquistas. No solo existe el
futuro cierto para el que no hay alternativa sino que también el sujeto de la
historia es único y contradictorio con el otro -que son todos los otros- que ha
de ser vencido. Solo es posible la victoria sobre el otro y sus servidores.
Para conseguirlo es evidente que solo cabe la victoria sin marcha atrás sin
concesiones, sin dudas: “o nosotros o el caos”.
Al
constatar, porque vamos viviendo, que lo de la victoria final no parece al
alcance de la mano, sino que la “democracia formal” nos depara unos resultados
que sitúan a cada cual en un lugar desde el que se nos hace imprescindible
administrar esta realidad, de tal forma que no somos lo que queremos ser sino
lo que los ciudadanos consideran que somos para ellos y que desde esa posición es desde donde tenemos que
ser útiles y que, por tanto, el camino se hace al andar y las metas en cada
momento han de perfilarse y los modos han de acomodarse a cada situación. Es
pues imprescindible aceptar que somos lo que los ciudadanos dicen que somos
para ellos en cada momento.
Es
difícil que Unidas Podemos ahora, IU ayer o el PC antes acepten que la gente
diga que les parece bien que existan que les aceptan y que en este momento
tienen como alternativa decir sí o no a otros, a que gobiernen otros. Les
dicen, les decimos que eso no significa ser comparsa sino ser complementario hoy
y que tienen toda la historia por delante para convencer a los ciudadanos de
que son otros los que han de ser complementarios a su opción. Eso significa que
en cada momento tienen que servir para empujar la realidad hacia los objetivos
de cada momento y que por apoyar la mejor posible no tienen que renunciar a la
perspectiva a largo plazo, aceptando que son los pasos el camino y nada más,
que no hay camino que se hace camino al andar. Nadie debe prescindir de su
capacidad de desear el presente y el futuro aunque sabiendo que lo que venga lo
tendremos que construir en relación con los otros que también han de vivir,
comportarse entendiendo que la vida se va haciendo. Hoy Podemos y PSOE han de
entenderse y para ello considerar que no son enemigos el uno para el otro sino
que son ambos necesarios, dice la gente, y complementarios y que hoy es una la
posición en el tablero pero que mañana puede ser otra, que están “condenados” a
entenderse, a ser complementarios -como desde hace muchísimo tiempo- y que la
posición en el tablero la define la gente en las elecciones, posición que se
deberá en gran parte al trabajo en la sociedad durante los periodos entre
elecciones, en la certeza de que la democracia, hoy por hoy, esta democracia, es
el principal activo de los pueblos.
Hoy
toca pactar los objetivos más ambiciosos posibles pero también mantener la
independencia de cada organización y la libertad de acción de cada cual en lo
que no se haya pactado como programa para la legislatura, sin renunciar a
discutir socialmente las cuestiones en que haya desencuentros porque no es
bueno pactar el silencio hipócrita, que oculta lo que se piensa, porque es
conveniente explicitar las diferencias y defender las opciones propias y, por
ello, mi opinión es que Podemos pacte un programa de gobierno y unos mecanismos
para preservar su cumplimiento y que difiera y ejerza de oposición en lo no
pactado y fomente la lucha social y partidaria que considere necesaria.