Vientos de Cambio Justo

miércoles, 24 de abril de 2019

NINGÚN VOTO DE IZQUIERDA O PROGRESISTA DEBE QUEDARSE EN CASA




El electorado de izquierda o progresista que se abstuvo en las elecciones andaluzas debe reconsiderar su decisión para que lo ocurrido no se repita.
Los problemas del país requieren un gobierno progresista que emprenda una política decididamente favorable a la mayoría social

Juan Manuel Valencia Rodríguez
24 de abril de 21019

Las Elecciones Generales del 28 de abril marcarán el rumbo inmediato del país durante los próximos años. La coyuntura en la que se celebran es especialmente crítica, por varios factores:
  • La conformación de un bloque de alianzas conservador o ultraconservador, con la irrupción de la extrema derecha en el panorama político, que con sus amplios e inesperados resultados electorales ha determinado la formación de un gobierno ultraconservador en Andalucía. El alineamiento del PP de Casado con las posiciones más cerriles de la derecha española, que constituyen un serio peligro para una verdadera democracia y para los derechos de las mujeres, de los pensionistas y de la población trabajadora en general. Y la decantación ya nítida de Ciudadanos y Albert Rivera hacia la derecha corrupta a la que decía combatir, el patrioterismo más grosero y las políticas económicas neoliberales que perjudican a la mayoría social.
  • La pugna interna en el PSOE entre dos corrientes opuestas, una compuesta por viejos y nuevos dirigentes, propensos a adoptar políticas neoliberales, y otra que aspira a refundar el partido sobre bases más favorables al interés general de la sociedad.
  • Las disensiones internas en los partidos de izquierda, que los debilitan.
  • La crisis económica sigue golpeando a las clases populares, castigadas con altos índices de desempleo, empleos precarios, salarios que no permiten sobrevivir con dignidad, amenazas a los sistemas públicos de pensiones, de Salud y de Educación, inhumanas políticas hacia los inmigrantes, etc.
  • El conflicto de Cataluña continúa emponzoñando el panorama político del país y sirve de coartada a los grupos de derecha para proponer todo tipo de tropelías, en vez de trabajar por una salida política y de entendimiento entre los pueblos de España.

Nos jugamos mucho, por tanto, en estas elecciones, y es preciso evitar que se vuelva a repetir lo sucedido en Andalucía. Según las opiniones más sensatas, parece evidente que en las elecciones andaluzas se produjo una abstención muy extendida en el electorado que normalmente vota a la izquierda o a partidos progresistas, por diversos motivos:
  • Una parte del electorado del PSOE de Andalucía se ha sentido decepcionada porque la política emprendida por los gobiernos de Susana Díaz no han afrontado como era de esperar los intereses de la mayoría social.
  • Hay sectores de Podemos que no quisieron votar ni promover el voto a Adelante Andalucía, la coalición electoral suscrita con Izquierda Unida.
  • Hay sectores de Izquierda Unida que no están de acuerdo en ir junto a Podemos en las elecciones, y por tanto no trabajaron por el voto a Adelante Andalucía.
  • Posiblemente, el electorado de izquierda o progresista que se abstuvo de ir a votar no preveía la fuerza con la que iba a irrumpir la extrema derecha, y no consideró que su voto fuera necesario para constituir un gobierno andaluz de progreso.
Creo que ese sector de la opinión pública, del electorado abstencionista de izquierda o progresista en general, ha de sacar las conclusiones oportunas sobre lo que ha ocurrido, y poner de su parte lo que tiene, su voto, para que tales resultados no se repitan. Es posible que su valoración sobre las fuerzas políticas contendientes siga siendo la misma que el 2 de diciembre, o muy similar. Es posible que continúe teniendo una opinión muy negativa sobre los líderes de estas formaciones de izquierda o progresistas. Es posible que siga sin estar de acuerdo con las coaliciones electorales que se han formado. Es posible que discrepe con tales o cuales posiciones del partido al que se siente más próximo habitualmente. Pero no podemos pretender una identidad pura y total entre lo que pensamos y lo que representa la opción electoral más próxima a nuestras ideas.

Las opciones electorales son las que son, las que han presentado sus candidaturas.  Si la izquierda no puede contar con tu voto, se abrirá paso en España un gobierno ultraconservador como el que tenemos ya en Andalucía, con todo lo que ello significa de amenaza para los intereses de la mayoría social, de peligro para una democracia auténtica, de hacer inviable una salida armoniosa al problema territorial. Necesitamos justo lo contrario, que pueda formarse un gobierno progresista beneficioso para la mayoría de la población.

El votante progresista debería descartar los llamamientos tan difundidos al presunto “voto útil”, tras el cual se maniobra para que, si se da el caso de no victoria del tripartito ultraconservador, se constituya un gobierno de coalición PSOE/Ciudadanos por el que suspiran los grandes poderes económicos neoliberales. Ya han apostado públicamente por él algunos dirigentes del PSOE. Desde mi punto de vista, para quienes se sienten de izquierdas la opción está clara: Unidas Podemos es la única fuerza que puede asegurar, si alcanza unos buenos resultados, la formación de un gobierno progresista, y evitar así la mencionada coalición de gobierno con programa neoliberal y antisocial.

Votante de izquierda, votante progresista, tú tienes la palabra. Sea cual sea tu opción, tu voto, a mi entender, no puede quedarse en casa.