Vientos de Cambio Justo

lunes, 22 de julio de 2019

¿Tu quoque, Tribunal Supremo?



Si preocupase la historia de España, no se consentiría que todo un Tribunal Supremo confunda un golpe de estado de un militar que traiciona su juramento a un régimen legítimamente constituido con una Jefatura de Estado.


JOSE ANTONIO BOSCH.

22 de julio de 2019

A lo largo de toda mi vida me han acompañado algunas constantes y una de ellas ha sido la cantidad de personas empeñadas en contarme una historia de España adulterada, una historia siempre narrada en forma maniquea de la que no se libra ningún periodo pero que, en lo relativo a la Historia de España del siglo XX, supera todos los límites soportables.

Así, primero fue mi padre; los españoles eran buenos, nobles y desinteresados; los extranjeros, malos y perversos; lo más importante que le podía pasar a alguien en su vida era ser español; y cuando me hablaba de la Guerra Civil, los “rojos” se habían olvidado de su condición de españoles poniendo por encima de ésta los servicios a las potencias extranjeras. Tampoco ayudó mucho mi madre, jamás me dijo una sola palabra de la Guerra Civil que ella vivió en Madrid con edad suficiente para recordar con todo lujo de detalles; cuando le preguntaba me decía que no recordaba nada.

Y nada cambió cuando llegué al colegio y menos aún en el instituto. España era una nación de héroes: Viriato, Don Pelayo, El Cid Campeador, Guzmán el Bueno y un largo listado hasta llegar al General Moscardó y como no, a su Excelencia el Dictador. Todas gentes desinteresadas, nobles, alejados de las pasiones mundanas, “mitad monjes y mitad soldados”. Me hicieron aprender, de memoria, frases que al día de la fecha aún recuerdo y que supuestamente representaban conceptos que jamás nadie fue capaz de hacernos comprender, tales como aquello de que España era una unidad de destino en lo universal. Sin comentarios.

Llegó la transición y con ella un manto de olvido y silencio se fue extendiendo sobre la sociedad española que, consciente o inconscientemente, mayoritariamente fuimos aceptando. Nuestra historia no interesaba, era un tema tabú, y así fueron pasando los años y vimos cómo se iban jubilando con honores y pensiones los servidores de un régimen teocrático que no sólo privó de libertades y derechos a generaciones de españoles, sino que además los torturó y reprimió, mientras olvidábamos en las cunetas a miles de cadáveres sin identificar y dejábamos sin reconocimiento ni restitución a cientos de miles de españoles y españolas obligados al exilio, en el mejor de los casos, o perseguidos y condenados por haber sido leales a una constitución aprobada por el pueblo.


Quiero pensar que ese olvido colectivo, esa falta de formación histórica que padecemos los españoles, al menos desde hace cerca de un siglo, es lo que ha llevado al Tribunal Supremo, a su Sección Cuarta (conformada por cinco magistrados) a declarar en un Auto que Francisco Franco Bahamonde fue Jefe del Estado Español desde 1 de octubre de 1936 hasta su fallecimiento. Realmente prefiero pensar que es supina ignorancia histórica lo que lleva a la Sala a tal afirmación y no un posicionamiento ideológico de sus integrantes.

Está claro que la historia de España no parece que sea una materia que nos preocupe ni ocupe mucho en este país, porque si así fuera, no permitiríamos que miles de represaliados políticos sigan enterrados en las cunetas y fosas comunes en las que fueron arrojados, mientras el mayor genocida de la historia de España sigue enterrado en un mausoleo que además de estar soportado con fondos públicos está cedido para un concreto culto religioso y, desde luego, si preocupase la historia de España, no se consentiría que todo un Tribunal Supremo confunda un golpe de estado de un militar que traiciona su juramento a un régimen legítimamente constituido con una Jefatura de Estado.

Pero lo peor es que tengo pocas esperanzas que algo cambie al respecto. Lo peor es que no espero que, ni a corto ni medio plazo, nuestros conocimientos y formación en  historia mejoren y ello porque los que estamos fuera del sistema educativo, entre la desidia generalizada y el interés de algunos grupos de falsear nuestra historia, tenemos pocas posibilidades de mejorar nuestros conocimientos históricos; y los que aún se encuentran en el sistema educativo, a la vista de los manuales y libros de texto que estudian y de la realidad con la que se enfrentan tampoco parece que vayan a aprender mucha historia de España y menos cuando en comunidades Autónomas como la de Andalucía, se toman decisiones tan fundadas y científicas para mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes, cual es doblar el tiempo dedicado en los centros educativos a las clases de religión.

Siento no ser más optimista y no terminar la entrada con esperanza y soluciones. No veo interés alguno en quiénes podrían hacerlo, ni en mejorar los conocimientos de historia de los españoles ni, lamentablemente, sus conocimientos en general. No me voy a quedar en aquello de que un pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla, lo mío es mucho más elemental, un pueblo que desconoce su historia es un pueblo ignorante y no podemos olvidar que la ignorancia, como decía H. H. Kames, es la madre del miedo y aquellos que mandan lo que más les gusta, lo que mejor les conviene, es nuestro miedo.