Vientos de Cambio Justo

martes, 27 de marzo de 2018

LAS TECNOLOGÍAS Y LA IZQUIERDA

Antonio Sánchez Rodríguez 

27 de marzo de 2018

Antes que nada hemos de situar cada cosa en su lugar –Capitalismo y Tecnología- para no errar y cargar culpas a quien no correspondan respecto al origen de la crisis del 2008 y posteriores consecuencias. Lo que no quita que este aspecto tecnológico, perversamente tratado pueda verse como un colaborador necesario del sistema de libre mercado en camino al desatino. Al mismo tiempo cabe analizar si esos aspectos complementarios debieron frenarse, en parte, desde la izquierda exigiendo especial atención en el Parlamento desde el aspecto político así como en el Sindical por su gran incidencia social. Empecemos planteando dos sencillas proposiciones:

1ª- Las tecnologías no son un problema, en sí mismas, para la sociedad. Consideradas como un conjunto de herramientas dependerán de quién y de cómo se utilicen y de una normativa que las regule.  

2ª- Las tecnologías no son el origen del problema o la causa de llegar al abismo del desempleo y al detrimento de algunos derechos fundamentales. Como herramientas que son no pueden tomar decisiones.

En definitiva, el origen real de los problemas generados por su avance desmesurado, está en quien las controla, permite, desarrolla, dirige y rentabiliza económica y políticamente, parafraseando a Bill Clinton hay que decir: ¡¡ Es el capitalismo, estúpido ¡¡. No nos equivoquemos.


La importancia de las tecnologías en los cambios sociales:

Un dato que puede “sorprendernos” es la rapidez evolutiva de las tecnologías, y por cierto su “coincidencia” en el tiempo con la Guerra Fría (1945-1989). 

1968 Se inicia el proyecto Red ARPA del Departamento de Defensa de los EE UU.
1969 Interconexión entre dos máquinas en EE UU.
1983 Transición al protocolo de comunicación entre las máquinas TCP/IP que dura hasta el 1990 en el que se inicia la “década dorada”
1993 El 30 de abril entra en dominio público la red de redes la “www”, Internet. Una revolución en sí misma.

Desde los años setenta del pasado siglo se ha venido gestando grandes cambios llevados a la práctica desde los ochenta. Cambios profundos e importantes en todo el espectro de nuestro sistema cotidiano de vida tanto laboral, social, personal, familiar, como entorno ambiental, las relaciones con otros estados, etc. materializándose en desempleo, desigualdad, precariedad etc. en los que la aplicación de tecnologías han tenido mucho que ver.

Sólo en 25 años llegamos a esta situación, tras cumplirse rigurosamente las estrategias neoliberales detenidamente planificadas. En ella están los logros, para la historia, de sus ideólogos Friedrich Hayen y seguidor Milton Friedman y a Ronald Reagan y Margaret Thatcher como ejecutores.

La situación actual, comentada más arriba, producto de los cambios crea gran incertidumbre en el futuro a corto y medio plazo.  Algunos hacen elucubraciones sobre un futuro en el que aumente en decenas de millones el desempleo, y enfocan la solución al esfuerzo individual, al emprendimiento, al reciclaje personal o la formación diversa –no sabemos cuántas carreras universitarias será necesarias tener, ni cuantos idiomas hablar para encontrar un empleo medio digno-. Otros hablan, para tranquilizar a la población, de que está en marcha un cambio radical importante en la estructuras de poder, al aparecer de facto un “poder lateral” –no especifica el “lado” ideológico en que se encuentra-,  pero habrá un lugar para todos.


Cambio del modo de producción:

Y he aquí donde surge la cuestión. ¿Cuál ha sido la posición, actuaciones, si las hubo, de la izquierda política y sindical, a partir del inicio de este desarrollo en las tecnologías?. Se necesita conocerla, más allá de un posicionamiento genérico de entender la vida, la sociedad, el mundo del trabajo y el Estado.

De la izquierda marxista, conocedora de que el cambio del modo de producción conlleva el cambio de la estructura social, las relaciones laborales, los tipos de contratos y por tanto un cambio de la sociedad y directamente en la clase trabajadora, llama la atención que o no se haya percatado de que cada paso dado en la tecnología suponía un cambio en el proceso productivo, y que a la velocidad en que se producían convertía el asunto en un caso crítico. ¿Cómo es posible que no se percataran de lo que le venía encima? o si lo hicieron es posible pensar que sus prioridades y urgencias han sido otras, pero ¿Por qué ni siquiera lo han sacado a debate público?

Salvo error, el tema de las tecnologías y su influencia en el cambio del modo de producción, si se trató por las izquierdas fue poco aireado al público. Algún pronunciamiento mínimo se detecta, por algún economista o investigador universitario, en la mitad de los años noventa para concluir con lo antedicho: “…una sociedad donde el valor clave es la información. Información almacenada y procesada por ordenadores. La respuesta social y política a este gran cambio todavía no se ha producido. Muchos de los problemas de paro que sufrimos actualmente se deben a esta sociedad mecanizada y no se vislumbra aún una respuesta al problema.”

España puede justificarse antes de los setenta, ya que bastante tenía la izquierda activa con la dictadura militar. Pero pasados estos años España se ‘libera’ y celebra sus primeras elecciones libres en el 1977, a marchas forzadas camina hacia Europa y a la Sociedad del Bienestar y por ende a incorporarse al pacto socialdemócrata, para nosotros corría el año 1985 y en esta década ya estaba en marcha, en la práctica, el cambio previsto por el neoliberalismo y al poco el desarrollo exponencial de las tecnologías y en esos momentos sí que la izquierda estaba inmersa y afectada por los planes neoliberales. ¿Qué pasó entonces?

Se me ocurren dos razones a su favor: en primer lugar, que el potente ataque neoliberal no dejaba tiempo para asuntos que ideológicamente serían considerados parciales. En el 1982 gana las elecciones un PSOE que -en el 1970 en un congreso extraordinario abandona definitivamente el marxismo- y comienza la etapa de “modernización” que inicia en el 1982, sigue la desindustrialización, aumenta el paro y aparece la reforma laboral de 1988 que fue respondida con una huelga general a Felipe González, o sea que hubo tarea, pero a partir de ahí ya sabíamos que inexorablemente los cambios del modo de producción, con las tecnologías, eran constantes pero…

Y en segundo lugar es que los sindicatos denominados de clase, se acabaran adaptando al Pacto Socialdemócrata europeo poniendo todo el énfasis de la lucha sindical en la negociación, negociación y negociación… Un gran logro para algunos y para otros el inicio de un cambio de método de lucha que terminaría con el contacto y participación con las bases, incremento de la burocracia, pérdida de ideología y dejaba la agenda de negociación en manos de la patronal que entretenía con reuniones y reuniones los casos en el tiempo, una pena.

Pese a ello me sigue resultando sorprendente, que siendo conscientes que esos cambios trastocarían los contratos, la temporalidad, el cambio de mentalidades sindicales y políticas, con graves perjuicios a la clase trabajadora, que partidos y sindicatos no tomasen la iniciativa tanto política como intelectual contra ella, porque aunque fuese sectorial atacaba el núcleo de las diferencia de clases.

Una cuestión por ejemplo es ¿por qué los sindicatos no han ido, en las negociaciones colectivas intentando reducir las jornadas laborales manteniendo salarios y han preferido la subida salarial a costa de la pérdida de empleo?¿Cuántas horas semanales estaríamos trabajando hoy?.

En el 1930 en su visita a Madrid Jhon Maynard Keynes –personaje nada de izquierdas-  vaticinaba la jornada laboral de 15 horas semanales, dado que las posibilidades que ofrecía la tecnología son casi inconmensurables. Algo hemos hecho mal política y sindicalmente para que una vez establecidas las 8 horas diarias y 48 semanales en el 1919 en España, a fecha de hoy no hayamos avanzado nada.

Pero este último comportamiento era un ejemplo de lo que se puede considerar ya un clásico en la lucha de clases y es que la izquierda “responde” a las iniciativas, es heroicamente “resistente” pero está claro que no es suficiente, no puede ir a la cola de los sucesos, debe tomar la iniciativa, debe ejercer la presión social sobradamente justificada y tiene el conocimiento ideológico para hacerlo. Las nuevas izquierdas deben ser conscientes de ello y llevarlo a la práctica.

No fue hasta 2014 o 2015  donde algunos personajes de la izquierda plantean el asunto que nos trae a este artículo: La técnica y la política, La desigualdad de la distribución de las riquezas producida por las tecnologías.  

Un resumen de los pocos encontrados y en lo que coincido es que la visión que queda es de que la izquierda se ha situado en un papel ausente de la crítica de un sector especialmente notable para la configuración de nuestra sociedad como es la tecnología.

Por otra parte le ha faltado y falta un relato explicativo de la tecnología que le sirva para un proyecto de sociedad, y no quedar sujeta en la crítica de los efectos de la tecnología existente en lugar de destacar la oportunidad de su potencial en orden a la consecución de una sociedad globalmente más sostenible y justa en todos sus sectores. Para ello hay que concebir una necesaria tecnología de izquierdas que justifique una estrategia a medio y largo plazo.

Pero siendo sincero opino que ha sido un poco tarde y el vacío dejado persiste.

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