Vientos de Cambio Justo

viernes, 25 de noviembre de 2022

LA SANIDAD PÚBLICA, UN PATRIMONIO DE TODOS

Foto: Olmo Calvo, elDiario.es


Ezequiel Martínez
, periodista y escritor

25 de noviembre de 2022


“Buenas noches, quiero comunicaros que me han operado de un cáncer de boca y he podido comprobar los buenos sanitarios que tenemos. Limpiadoras, enfermeras, médicos, ellos me han salvado la vida. Digo esto porque quiero defender la Sanidad Pública... Estoy dispuesto a pelear y dar la batalla en mi nueva guerra contra el cáncer”.

Recientemente, Juan Ferreras Iglesias, escribió esto en un texto más amplio en Facebook, que he simplificado. Juan es un excelente fotógrafo de Granada, donde ha desarrollado buena parte de su trayectoria profesional y personal. Y ahora ha tenido la valentía de contar el trance por el que está pasando y su reconocimiento y defensa de la Sanidad Pública. El año pasado, un servidor de ustedes, se enfrentó a una grave enfermedad. Fueron seis meses de duro tratamiento. La rápida detección del problema y la diligencia de los servicios médicos para ponerme en manos del especialista, en el Hospital de Valme, de Sevilla, hicieron posible que el tratamiento diera buenos resultados y consiguiera salir airoso de la difícil prueba. Ahora recibo un tratamiento de mantenimiento y mi cuerpo responde muy bien, aunque siempre tienes que estar alerta. Cuento esta circunstancia personal, porque como Juan Ferreras quiero agradecer también públicamente lo que le debemos a la Seguridad Social y a la Sanidad Pública, y a los excelentes profesionales de la medicina y de la enfermería que en Andalucía y en el resto de España, cuidan de nuestra salud, y salvan muchas vidas. 

En mi particular experiencia con los servicios de atención médica, tanto en Atención Primaria como con los especialistas que me han tratado, me quito el sombrero ante su vocación y entrega al servicio de los demás. Y dejo constancia aquí de mi agradecimiento personal y colectivo. Cuando uno ve las consultas y las salas de espera llenas de gente que está luchando contra una grave enfermedad, y comprueba el grado de profesionalidad de las administrativas, de las médicas y médicos, enfermeras y enfermeros, descubre la grandeza de quienes se dedican a la Medicina.

Desde hace bastantes años asistimos con preocupación al deterioro de la Sanidad Pública. El Servicio Andaluz de Salud se creó en febrero de 1984, el sistema sanitario público en Andalucía era uno de los mejores de España. El Consejero de Salud en aquellos años fue Pablo Recio Arias, primero con el Presidente Rafael Escuredo (1982-84) y luego con el Presidente José Rodríguez de la Borbolla (1984-86). En aquel mandato se produjo el traspaso de las competencias de Sanidad a Andalucía y se creó la Escuela Andaluza de Salud Pública en 1985. Fue una etapa ilusionante y enriquecedora en la historia de la Autonomía Andaluza. Andalucía, que venía arrastrando carencias seculares en su desarrollo económico y social, vio en su sistema de Salud uno de los pilares de avance y desarrollo democrático en el Estado de las Autonomías.

El Capítulo III de la Constitución Española de 1978, establece en sus artículos 41 y 43: “Los poderes públicos mantendrán un régimen de Seguridad Social para todos los ciudadanos...”. “Se reconoce el derecho a la protección de la salud”.

Mantener y fortalecer la Sanidad Pública y la Educación Pública es garantizar dos de los derechos fundamentales de los ciudadanos consagrados en la Constitución y en los Estatutos de Autonomía. Recordemos la profesionalidad y la entrega de los sanitarios españoles en la pandemia de la Covid-19, y cómo la sociedad les agradeció con aplausos todo su esfuerzo. Desde hace algunos lustros asistimos a un deterioro lento de la Sanidad Pública, y no vemos reaccionar a los Gobiernos autonómicos y al de España, ante los intentos populistas y neoliberales de privatizar una buena parte de los servicios sanitarios. El modelo sanitario español, y el andaluz en particular, debe volver a la senda de la excelencia y para ello es necesario revisar y actualizar los sueldos de los sanitarios que obligan a muchos jóvenes a buscar trabajo en otros países. Y ante la falta de personal, y de medios, la respuesta de algunas Comunidades es la reducción sistemática de plantillas y la atención médica telemática, contraria a la ética más elemental de la medicina, que consiste en escuchar, ver y tocar al paciente para establecer un diagnóstico.

Andalucía, que fue ejemplo de gestión sanitaria, sufre el deterioro tanto en Atención Primaria, en los centros de Salud, como en la Hospitalaria, ante la insuficiencia de las plantillas. Según el Ministerio de Sanidad con datos de 2020, en una decena de parámetros clave, la sanidad andaluza está por debajo de la media española. En gasto sanitario público por habitante, en Andalucía fueron 1.459 euros, frente a 1.701 de media nacional. En médicos de Atención Primaria la ratio en Andalucía es de 0,75 por 1.000 personas, y la media nacional es de 0,78, y en Madrid, 0,69. En atención especializada, la ratio de facultativos en Andalucía es de 88,6 /1.000 habitantes, frente a 92,18 nacional. En enfermería, en Atención Primaria la ratio nacional era en 2020 de 0,66 y en Andalucía de 0,6, en Madrid era de 0,5. Y enfermería en atención especializada, la media nacional era de 90,77 en España, 88,73 en Andalucía, y en Madrid, 87,37. 

Por eso no debe extrañar que centenares de miles de ciudadanos tomaran recientemente el centro de Madrid para exigir a la Presidenta de esa Comunidad que ponga remedio a una situación que viene de lejos y que empeora por momentos. La Coordinadora Andaluza de Mareas blancas ha convocado para el día 26 concentraciones y manifestaciones en defensa de la sanidad pública en todas las provincias andaluzas. Lo inteligente en un gobernante es escuchar a la calle y ante peticiones justas poner remedio y evitar la sangría del sistema sanitario. Lo estúpido e irresponsable en un político, es acogerse al autoritarismo y culpar a los demás de los males que hemos provocado cuando está en juego la salud o la muerte de las personas, como ocurrió en algunas residencias de mayores con la Covid-19. Vimos entonces con dolor cómo se perdían muchas vidas que podrían haberse salvado si prevaleciera la protección de la Sanidad Pública frente a los intentos de privatización.