Juan Manuel Valencia Rodríguez
9 de
diciembre de 2025
El
pasado 17 de noviembre el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución redactada por Estados
Unidos que respalda el plan de Trump para Gaza. Dicho plan incluye un
gobierno transitorio, presidido por Trump, y el despliegue de una fuerza
internacional. El texto obtuvo 13 votos a favor y la abstención de Rusia y
China. Los
países árabes y musulmanes (Argelia y Pakistán votaron a favor) y la Autoridad
Palestina (AP) apoyaron también la resolución.
Rusia y China, al no ejercer su derecho de veto, permitieron que se aprobase la resolución, pese a haber denunciado varios aspectos de la misma: no se fijan plazos para transferir a la Autoridad Palestina el control de Gaza; da un poder completo al gobierno transitorio y a la fuerza internacional, que podrían actuar de manera autónoma sin tener en cuenta a la AP. En suma, una iniciativa estadounidense basada en promesas vagas, que no se compromete con la solución de los dos Estados ni garantiza el principio fundamental de que los palestinos gobiernen Palestina. Rusia y China justificaron su decisión por la urgencia de mantener el alto el fuego y evitar un mayor deterioro humanitario en Gaza.
La actitud de China y Rusia ha causado estupor e indignación en la
resistencia palestina y en los movimientos de solidaridad con Palestina de todo
el mundo. ¿Cómo podemos explicárnosla?
Rusia e Israel
En los
años 40 la URSS apoyaba a Israel. Muchos sionistas procedían de Rusia, entre
ellos la mayoría de los primeros sionistas, como Ben Gurión o Golda Meir. Había
puntos en común con el mundo soviético (el kibutz, asimilables al koljós). Pese
a la Nakba (1948), la URSS apoyó la
entrada de Israel en la ONU (1949). No entendieron lo que estaba sucediendo en
Palestina. La diáspora judía rusa prosiguió en los años 90 con nuevas e
intensas oleadas hacia Israel, de manera que allí hay muchos ciudadanos rusos,
con pasaporte ruso. Pero en el marco de la “Guerra Fría” Israel se decantó por el
bando de EEUU. Entonces la URSS empezó a apoyar los regímenes árabes
republicanos, como Siria, Egipto e Irak a veces, y al movimiento palestino de
liberación, en tanto EEUU apoyaba a Israel y a las monarquías de la zona.
En la
actualidad Rusia no quiere abandonar su base militar en Siria. Pero está
inmersa en la guerra con Ucrania, y no quiere abrir otro frente con el asunto
de Palestina. EEUU siguen siendo la potencia dominante en Oriente Medio y va a
seguir siendo el actor decisivo en la zona. A su modo de ver, el veto de China
y Rusia es una cuestión secundaria, dado su papel poco decisivo en la región.
China e Israel
Durante
el Holocausto nazi gran número de judíos se refugiaron en Shanghai. Muchos
fueron más tarde a Israel. Había muchos camaradas judíos en el PCCh, algunos en
puestos elevados. Quizá por eso el sionismo estuvo bien visto hasta que Israel
comenzó a invadir otros países. En los años 60 y 70 China mantuvo una posición
radical de apoyo a los movimientos de liberación de Palestina y su derecho a la
resistencia armada. A partir de los 80 y
sobre todo tras los acuerdos de Oslo (1993 y 1995) entre Israel y la OLP, y los
de los países árabes con Israel, la posición de China se volvió mucho más
moderada, y se basó en la defensa de los dos Estados. Cuando se desata esta
última masacre en Gaza, China utilizó un tono ambiguo condenando cualquier
acción cometida por cualquier actor contra civiles, si bien apoyó la iniciativa
judicial de Sudáfrica, defendió el derecho de los palestinos a la resistencia,
y pidió a Israel que detuviera de inmediato la matanza.
Algunos
explican la abstención de China por el crecimiento de su economía y el fuerte aumento
de las inversiones chinas en Israel en los diez últimos años. Pero lo cierto es
que sus inversiones en la región, como las de Rusia, no son relevantes para la
escala gigantesca de su economía. No es un área estratégica en sus
preocupaciones, como sí lo es para EEUU y en menor medida para Europa
occidental. EEUU tiene 2 flotas enteras, multitud de bases y miles de soldados
en Oriente Medio, nada comparable a la escasa presencia militar rusa y china en
la región. China es una superpotencia económica, pero sus intereses en Oriente
Medio son infinitamente menores que los de EEUU.
Otros
argumentan que China sólo veta una resolución en la ONU cuando están dispuestos
a oponerse activamente a algo, y ahora no están dispuestos a enfrentarse a EEUU
e Israel por la causa palestina. China y Rusia entienden que las resoluciones
de la ONU sobre Palestina no son importantes, porque Israel incumple todas, y
seguirá junto a EEUU haciendo lo que quiere en la zona. Si alguien quiere
pararle los pies a Israel/EEUU, entienden los defensores de esta opinión,
deberán ser las fuerzas de resistencia de la región.
Razones geopolíticas
Algunos
opinan, con evidente exageración a mi modo de ver, que Rusia y China se han
visto empujadas a actuar así porque la ruptura prematura de la globalidad
económica mundial sería un suicidio estratégico, dado que la infraestructura
del nuevo bloque que ellos están gestando en torno a los BRICS (rutas
comerciales alternativas, sistemas de pago al margen del dólar, alianzas
diplomáticas y militares) aún está en proceso de construcción. Una ruptura
precipitada podría provocar el bloqueo de las cadenas de suministro controladas
por Occidente, que ahogaría a las naciones del Sur Global. Se trataría pues,
según esta opinión, de ganar tiempo y reunir fuerzas, antes de que se produzca
el inevitable choque frontal.
Quienes
piensan así entienden además que con esa decisión se impide que EEUU y sus
aliados “ganen el relato” y les culpen de abortar el proceso de paz. Además, aducen, si los países árabes deciden
apoyar la resolución, imponer un veto habría sido un acto de paternalismo
colonial. La liberación de Palestina, concluyen, no vendrá de una resolución de
la ONU, sino de la derrota militar y económica del proyecto sionista y de su
patrocinador estadounidense.
La Autoridad Palestina.
Muchos
ya no consideran a la AP como parte de la resistencia. La AP surgió con los
Acuerdos de Oslo, aceptados por la OLP, pero no por toda la resistencia
palestina. Con él la OLP asumió un papel colaboracionista,
en un régimen de seguridad bajo control de Israel que le permitía continuar la
ocupación. Pensaron que por ahí avanzarían hasta alcanzar la condición de
Estado. Estaban completamente equivocados. La
AP se convirtió, en palabras
de Rashid Khalidi, catedrático estadounidense de origen palestino y libanés , en
un subcontratista de la ocupación israelí. De ahí que la AP no tenga hoy ninguna
autoridad, porque nadie acepta la ocupación israelí, ni a un grupo de
colaboracionistas que trabaja para proteger la ocupación y la colonización. La
AP proporciona una serie de servicios, educativos, sanitarios, aliviando de esa
tarea a la fuerza ocupante, Israel. Ha conseguido así una clientela de gente
cuyos salarios dependen de ella. A su vez, la AP depende de donantes
extranjeros o de que Israel permita que le lleguen sus ingresos fiscales, lo
que significa que son completamente dependientes del Estado sionista. La AP o
Fatah siguen formando parte del movimiento palestino, pero han aceptado
condiciones que los hacen cómplices de la ocupación y la colonización. No es
algo nuevo, el colaboracionismo ha estado presente en todos los procesos
coloniales.
¿Por
qué Arafat y otros líderes aceptaron el chantaje de Oslo? Ellos no estaban
sobre el terreno, exiliados desde 1967 a 1995 en que regresaron a Palestina.
Los representantes que enviaron a la Conferencia de Paz de Madrid (1991) y a
Washington (1993) sí lo estaban y sabían que Israel no aceptaría condiciones
que llevasen a la creación de un Estado palestino, por eso rechazaron lo que se
les ofreció allí, que fue básicamente lo que la OLP aceptó más tarde en Oslo.
Así que no tenían ni idea de lo que estaba ocurriendo. Arafat o Abu Mazen (Mahmud
Abás) vivían en una realidad alternativa. Edward Said previó en 1993 lo que iba
a ocurrir. Un compañero mío, profesor de origen palestino, me dijo hace años:
“cada acuerdo que firmamos empeora la situación de los palestinos y mejora la
de Israel; no se puede firmar con ellos nada bueno”.
El papel de los Estados árabes
Casi
siempre les ha preocupado más su relación con las grandes potencias que
Palestina, y lo mismo ocurre ahora durante el genocidio. Cada uno actúa en
provecho propio. Excepto el Yemen, la actitud de los demás Estados árabes ante
el genocidio ha sido vergonzosa. Podrían haber roto relaciones con Israel,
detenido el envío de alimentos al Estado sionista, unirse en torno a una
posición más fuerte frente a EEUU e Israel... Lo único positivo es que Egipto y
Jordania, con el apoyo de Arabia Saudita, se han negado, seguramente por
razones poco honorables (la seguridad de sus regímenes), a participar en la
limpieza étnica como Israel y EEUU les proponían en 2023, y se han mantenido
así hasta hoy. Temen a Israel y no quieren enfrentarse a EEUU, pero desean
seguir en el poder, esa es su línea.
Una resolución colonial inaceptable
La
resolución del Consejo de Seguridad de la ONU es inaceptable porque convierte a Trump en el presidente de una
administración colonial, establece un Protectorado estadounidense sobre la
Franja, un nuevo Mandato equiparable al británico establecido por la Sociedad
de Naciones en 1922.
Con su
abstención China y Rusia han otorgado un cheque en blanco al autor y proveedor
del plan genocida, los EEUU, y a su ejecutor, Israel, para seguir estudiando la
manera de efectuar la limpieza étnica, la expulsión de los palestinos de su
tierra. Algunos opinan que un veto hubiera puesto las cosas mucho más duras
para los palestinos. Pero el movimiento de solidaridad con Palestina no
entiende esa abstención ante un proyecto tan infame.
Que el
plan finalmente se lleve a la práctica tal como fue aprobado en el Consejo de
Seguridad es dudoso. Con todo su poder, los EE. UU. ya fracasaron en el pasado
en Afganistán o Irak, y antes en Vietnam. Es difícil que encuentre países,
salvo Israel, que le hagan el trabajo sucio en Gaza: acabar con Hamás, la expulsión
de los palestinos, la reconstrucción... No van a enviar tropas ni a gastar
dólares en Gaza, y sin tropas ni dinero lo resuelto puede quedar en papel
mojado.
El
plan es otro espejismo, como lo fueron los acuerdos de Oslo, que no frenaron el
proceso de ocupación de Israel ni dieron lugar a un Estado palestino. No se
fija una fecha concreta en la que existirá un Estado con control de sus
fronteras, un Estado que implicaría poner fin a la ocupación en Cisjordania y
Gaza. No se habla de qué se hará con los 750.000 colonos israelíes que
controlan ya la mayor parte de Cisjordania, con un ritmo de colonización que es
el más grande efectuado hasta ahora. Lo que se ofrece es humo. No puede haber
reconstrucción sin gobernanza ni seguridad por y para los palestinos. Plantean
la idea de que en el 53 % de Gaza bajo control israelí podría haber algún tipo
de reconstrucción, atrayendo a palestinos seleccionados por Israel. Sería una
partición más de la Franja. Pero no habrá inversores para eso mientras continúe
la ocupación israelí. En la otra mitad quien controla y tiene armas es Hamás,
pero tanto EEUU como Israel rechazan incluir a Hamás en cualquier tipo de
acuerdo.
Donde hay ocupación, colonización,
represión, hay resistencia. Es la ocupación la que genera la
resistencia armada contra una potencia colonial extranjera que sojuzga a la
población. La resistencia continuará, legal o ilegal, pacífica o violenta,
moral o inmoral. La resistencia es inevitable mientras persista la ocupación y
la colonización, y siempre será legítima.
Lo que
está ocurriendo ahora revela a las claras lo que puede esperarse de esta
pantomima: tras la 1ª fase del acuerdo, sigue la matanza, en Gaza y también en
Cisjordania, y la tortura hasta la muerte de 98 presos palestinos en las
cárceles israelíes.
Para
China y Rusia Oriente Medio es un escenario secundario en su óptica geopolítica
y geoeconómica global. Pero no se dan cuenta de que, además del descrédito
mundial que van a tener por cerrar los ojos ante barbarie tan descomunal, por ignorar
los Derechos Humanos ante un genocidio brutal, cada espacio en el que el
Imperio americano consolida su dominio, con la connivencia de sus vasallos
europeos, tiene una repercusión estratégica. ¿Qué credibilidad va a tener ante
el mundo, en especial ante el Sur global, su propuesta de un nuevo orden de
relaciones internacionales no basado en la coerción ni el sometimiento, cuando
dan vía libre a un nuevo plan colonial? ¿Cómo quieren que confiemos en ellos
cuando permiten que los palestinos sigan siendo masacrados, despojados de sus
vidas, de sus tierras y de sus derechos, por resistirse a la ocupación? ¿Qué no
estén ahora mismo dispuestos ni preparados para una confrontación directa con
el imperialismo les obliga a transigir con un plan impresentable que margina a
los palestinos?
Gustavo
Petro ha venido reclamando a la comunidad internacional el envío de armas y
tropas en defensa de la legalidad internacional, No pedimos tanto a Rusia y
China. Tan sólo, que al menos hubieran vetado una resolución criminal que
margina a los palestinos, atropella todos sus derechos, incluido el de
resistencia a la ocupación y la colonización por Israel, y no ofrece ninguna
perspectiva de futuro decente.
