Antonio
Aguilera Nieves
22 de julio de 2025
Avanzado el verano, los atunes
rojos (Thunnus Thynnus), esos colosales peces de sangre caliente, han
desovado en el mar Mediterráneo y emprenden su regreso a las frías y profundas
aguas atlánticas. Son los que han cubierto un nuevo ciclo, los que han
asegurado la continuidad de la especie, y ojalá que sean muchos y por todo el
tiempo. Atrás, en la primavera, durante los meses de mayo y junio, cuando por
derecho se dirigían, guiados por su instinto, desde el Atlántico norte hacia el
estrecho de Tarifa, algunos fueron capturados mediante esa ancestral y mágica técnica
de pesca que es la almadraba.
El atún rojo siempre ha sido el tótem de la pesca. Su carne y sus productos son referencia central en numerosas culturas. De nuevo, en estos años está viviendo una época gloriosa pues es el máximo referente y exponente de la mejor gastronomía de la mar. La temporada 2025 lo está volviendo a demostrar. El turismo gastronómico, cultural y etnográfico en torno al atún rojo no para de crecer. Cada vez son más los restaurantes que lo codician, cada vez más las personas que visitan los lugares donde se pesca, cada vez llega más lejos la cultura de la civilización del atún. Aunque su balance en número de turistas o euros generados se difumina junto a otros vectores, puede servir como referencia el hecho de que en los últimos diez años se ha cuadriplicado el consumo de atún rojo en los restaurantes de Andalucía.
La costa de Cádiz por méritos
propios se está convirtiendo en el gran referente del mundo del atún. Aunque su
área de influencia se derrama muchos kilómetros al interior, y hay restaurantes
especializados en atún que están muy alejados de la costa. Hasta aquí vienen
los japoneses, la mayor cultura de gastronomía del mar, y que tiene al atún
como icono; son los que pagan los precios más altos. Hasta aquí vienen turistas
gastronómicos, curiosos, atraídos todos por el atún y sus derivados, pues
amplia es la oferta de productos en conserva y salazones, con la mojama como
producto de referencia.
La costa sur de Cádiz conserva
el vigor y es la referencia gracias a las cuatro almadrabas que permanecen hoy
en activo, pero la tradición se extiende a otros muchos lugares donde el atún
ha sido, y sigue siendo hoy, el principal medio de vida de muchas familias. La
gastronomía tradicional, los oficios, la industria conservera y salazonera, el
patrimonio etnográfico, así lo acreditan. La costa onubense es sin duda el gran
espacio a poner en valor en el mundo del atún. Calar de nuevo una almadraba en
la costa de Huelva supondría un acicate, un revulsivo, un premio para un
sector, para un territorio que se siente plenamente atunero, cuya identidad
forma parte de la civilización del atún.
La vinculación de Huelva al
atún rojo y la tradición de su pesca mediante la técnica de almadraba es un
hecho de incuestionable importancia y relevancia. Los archivos históricos
evidencian que, a lo largo de muchos siglos, Huelva ha sido una de las zonas de
captura de atún rojo más importantes del mundo junto a Cádiz, Sicilia o
Cerdeña.
Diversas circunstancias,
económicas, legales, sociales, motivaron que dejasen de calarse de forma anual
y continuada las almadrabas en la costa onubense en la década de los sesenta
del siglo pasado, siendo hasta la fecha la última experiencia el calado de la
almadraba de Nueva Umbría por parte de la empresa ANUSA, presidida por Fidel
Columé Millán en los años 1985 y 1986.
Existen numerosos y poderosos
factores e indicadores que acreditan que la recuperación de, al menos, una
almadraba en la costa de Huelva tendría enormes beneficios sociales,
culturales, turísticos, pesqueros, económicos. Razones y argumentos no faltan:
1.-VIABILIDAD TÉCNICA. La
recuperación de las pesquerías, atestiguada por el enorme éxito de las almadrabas
instaladas en la costa de Cádiz (Conil, Barbate, Zahara de los Atunes y
Tarifa), de similares características, que en los últimos años alcanzan sus
cuotas de pesca asignadas de forma muy rápida y holgada. Los informes de los
centros de investigación internacionales que confirman en sus estudios que las
poblaciones de atunes rojos se están recuperando de forma muy satisfactoria. La
presencia habitual en los meses de verano de atunes rojos en las costas de
Huelva, permite, en un análisis preliminar, vaticinar que la migración y
presencia de atunes en la costa de Huelva hace viable técnicamente la recuperación
de una almadraba. Su ubicación exacta deberá quedar supeditada a un estudio
específico realizado por biólogos marinos que determine el lugar más favorable.
2.- VIABILIDAD ECONÓMICA. Empresarios
vinculados al sector han manifestado su interés y disposición en realizar las
inversiones necesarias para la puesta en marcha de esta actividad económica,
incluso se han elaborado proyectos en los últimos años con un gran nivel de
detalle y precisión, que están a la espera de tener la posibilidad de iniciar
la actividad.
3.- VIABILIDAD DE LAS PERSONAS. La
amplia tradición de almadrabas en Huelva desde hace siglos hizo que se generase
un amplio y profundo conocimiento del sector entre la marinería onubense, cuyo
buen hacer es de reconocido prestigio en todo el mundo. “La gente de Poniente”,
como popularmente se la conoce en el sector, su saber y experiencia, sigue
siendo demandada en las almadrabas existentes, en las que llevan ocupando desde
siempre los puestos de máxima responsabilidad, y las sagas de capitanes (arráez
y sotarráez) de almadraba con origen en Huelva, así como personal especializado
en puestos que van desde la carpintería de ribera, el cabotaje, el calado o el
propio procesado del atún, es todo un aval que permitiría poner en marcha con
todas las garantías una almadraba en la costa de Huelva.
4.- VIABILIDAD COMERCIAL. El
atún rojo está de moda. No para de crecer el número de establecimientos de alta
cocina que quieren incluir el atún en su carta. También el público en general
ha aprendido a apreciarlo y es cada día más demandado. El impulso realizado por
el mejor conocimiento de las tradiciones orientales, sobre todo la japonesa que
tiene en el atún rojo uno de sus platos estrellas, ha popularizado su consumo.
En estos momentos la demanda supera en creces la oferta, y este diferencial no
para de aumentar, lo que hace, en condiciones de libre mercado, que hoy el atún
rojo de almadraba sea una de las materias primas más cotizadas del mundo.
Junto a estas ideas
principales, existe todo un abanico de cuestiones que complementan y refuerzan
la idea de que la recuperación de una almadraba en la costa de Huelva
resultaría ampliamente beneficiosa, más allá de su actividad central y
específica:
A)
INDUSTRIA CONSERVERA Y SALAZONERA. Desde
hace unos años existe la IGP de la mojama de Huelva y de Cádiz, producto de
amplio reconocimiento y demanda. Diversas empresas la elaboran y su mercado no
para de crecer. Lograr un vínculo de trazabilidad y emocional entre la
almadraba y las mojamas elaboradas en Huelva supondría un efecto sinérgico muy
contundente.
B)
TRADICIÓN CULINARIA. En
toda la costa de Huelva son decenas las recetas tradicionales vinculadas al
atún rojo. Desde las más humildes y caseras hasta las más excelsas. Es uno de
los claros atractivos turísticos en Huelva. Del atún se aprovecha todo, y
decenas de cocineros tienen su especialidad en las diversas partes del atún: el
lomo, el descargado, la ventresca, el tarantelo, las parpetanas, la espineta,
las orejas, el pellejito. Lograr el vínculo emocional entre las conocidas
“boyas rojas” a pocos metros de la playa, características de la presencia de
una almadraba, y la mayor disposición a pedir atún en bares y restaurantes, es
otro de los efectos beneficiosos que tendría una buena repercusión en el sector
turístico en general.
C)
PATRIMONIO. Son
muchos los restos patrimoniales, las instalaciones, los utensilios, los libros.
El caso más emblemático en la costa de Huelva es el poblado de Nueva Umbría en
la flecha de El Rompido, ubicación que por cierto ha sido declarado Bien de
Interés Cultural y tiene un digno presupuesto económico para su rehabilitación
y puesta en valor. Además, son innumerables los vestigios y restos almadraberos
que existen desde Ayamonte y Canela hasta la zona de Doñana.
De forma adicional, en
lugares como Ayamonte, Isla Cristina, Punta Umbría, existen espacios donde
conocer mejor la cultura del atún, cuya actividad verían reforzada y ampliada
con la presencia de una almadraba. Unos claros ejemplos son el CIT Garum, donde
se exponen barcos, maquetas y otros utensilios y documentos de almadrabas, o
los múltiples enclaves vinculados a las almadrabas, plazas, chancas, fábricas,
etc. Innumerables referencias a esto han quedado recogidas en el libro “Las
almadrabas suratlánticas andaluzas. Historia, tradición y patrimonio (siglos
XVIII-XXI)”.
Esta oferta es sin duda
un símbolo de identidad para los residentes, pero también un atractivo para
visitantes y turistas que, además de visitas y actividades ligadas al
patrimonio etnográfico e industrial, tendrían la posibilidad de disfrutar otras
actividades aún muy novedosas y atractivas, como se está demostrando que es el
turismo de actividades relacionadas con el atún vivo.
D)
VINCULO EMOCIONAL, IDENTIDAD. La
costa de Huelva y su gente se siente unida al atún. Es como si en los últimos
años le faltase algo. Recuperar la almadraba es recuperar uno de sus grandes
símbolos de identidad. Su puesta en marcha supondría un enorme revulsivo
emocional y la colaboración de amplios sectores económicos y sociales sería
indudable.
E)
ACTIVIDADES SOCIALES Y CULTURALES DEL ATÚN. Es
un hecho realmente singular. A pesar de que hace casi sesenta años que no se
cala una almadraba en la costa de Huelva, se siguen realizando actividades
vinculadas al atún rojo en distintos pueblos onubenses. La actividad más
destacada es la celebración de los encuentros de capitanes de almadraba “Arráez
y Sotarráez” que se celebran en Isla Cristina y que en 2025 va a llegar a su XXIII
edición, con actividades técnicas, culinarias, artísticas, divulgativas, que
hace que, durante unos días, se convierta en la capital mundial del atún. En 2021
tuve oportunidad de realizar el pregón de dicho encuentro, que titulé,
precisamente, “Civilización Atunera”. En estos momentos se encuentra en fase de
desarrollo un trabajo documental que mostrará la tradición atunera ayamontina y
que llevará por título “Todos los días Domingo”, dirigida por Abraham López
Feria.
Calar ahora una almadraba en
la costa de Huelva es posible y viable y sus efectos son claramente positivos
en muchos planos de análisis. Es más, se puede convertir en elemento de enorme
valor y prestigio para el conjunto de Huelva por todo lo bueno que trae.
El único escollo que está
provocando que no exista esta almadraba es la actual inexistencia de asignación
de cuota de captura. Esa cuota debe ser, de forma inmediata, demandada,
exigida, por justicia, desde el Ministerio de Agricultura y Pesca, desde la
Consejería de Agricultura y Pesca de Andalucía, desde la Diputación de Huelva,
desde los Ayuntamientos.
Con una cuota inicial asignada, podrían iniciarse, trabajando en paralelo, los trabajos de estudios específicos de ubicación, diseño, instalación, financiación, etc. para ver esas famosas boyas rojas en la costa de Huelva. Porque hay atunes rojos en la costa de Huelva, solo nos queda un paso para cerrar el círculo virtuoso, para montar el copo, que dirían los almadraberos, y revitalizar la Civilización Atunera de Huelva.