Miguel Campillo Ortiz,
director del programa Sintonía Laica,
miembro de Europa Laica
4 de noviembre de 2025
El
proceso de secularización comenzado en el siglo XIX estaba muy
avanzado cuando se proclamó la II República, aunque la religión aún
influía enormemente en el mundo rural. Prueba de esta secularización de la
sociedad eran los informes que cada 5 años remitían los párrocos a sus
obispos sobre el “estado de las almas”, de los que nos habla el historiador
Francisco Espinosa Maestre. En estos informes se decía que las iglesias
estaban vacías, que sólo iban a misa las señoras mayores, que al cura le
trataba la gente como a un hombre cualquiera, que la gente se casaba y
enterraba por lo civil, etc.
Aunque
no fue la única, la experiencia de enseñanza laica más larga y fructífera fue
la encabezada por Francisco Giner de los Ríos: la Institución Libre de
Enseñanza. Fundada en 1876 por un grupo de catedráticos expulsados de la
Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y negarse a
ajustar sus enseñanzas a los dogmas oficiales en materia religiosa, política o
moral (entre los que se encontraban Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y
Nicolás Salmerón, ex presidente del poder ejecutivo de la I República, entre
otros). Bajo la influencia de Giner de los Ríos y la Institución se crearon el
Museo Pedagógico y la Junta para Ampliación de Estudios, de la que dependían el
Centro de Estudios Históricos, el Instituto Nacional de Ciencias
Físico-Naturales o la Residencia de Estudiantes.