Francisco Sierra Caballero. Catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla. Diputado al Congreso por Sevilla.
18 de enero de 2025
Todo
ciclo político y coyuntura está siempre atravesado por contradicciones y
diversos conflictos de índole económico y social que determinan,
contextualmente, las vías de acción y las alternativas electivas. Si algo
define el actual momento histórico que vivimos es el ser un tiempo-encrucijada,
un momento que, para bien o para mal, definirá la salida de la crisis
institucional y de acumulación en España y el seno de la UE, bien reforzando
los derechos y libertades públicas o, como se observa tras las elecciones
europeas, con el retorno de formas de gobierno reaccionarias y autoritarias.
En clave local, el punto de partida o el estado de la cuestión en el que se acomete esta coyuntura política es notoriamente adverso. El ciclo electoral negativo de SUMAR y la falta de definición orgánica y operativa, sin plan estratégico y con déficits significativos en la toma de decisiones y proyección de la plataforma de encuentro y articulación de las alianzas de izquierdas constituyen hoy por hoy un lastre para una alternativa de progreso en nuestra tierra. De hecho, las elecciones europeas se saldaron con un mal resultado y la pérdida de un respaldo ciudadano considerable, en Andalucía, particularmente, y en el conjunto del Estado, de forma notoria. Esta pérdida de apoyo ciudadano se da además en un contexto de repliegue de la izquierda y de avance de la extrema derecha en Alemania, Polonia, Austria, Países Bajos, conformando en el Parlamento Europeo una correlación de fuerzas favorable a las tesis ultra liberales y reaccionarias, lo que se traducirá en una política económica en materia monetaria y fiscal, como en temas sensibles como la migración o las políticas de transición ecológica, claramente desfavorables a la agenda contemplada en la anterior legislatura por la Comisión Europea. En este marco, además, la única opción de diputado de Andalucía con voz en el Parlamento Europeo, que con IU siempre se había contado hasta ahora, se ha perdido, siendo uno de los territorios históricos del Estado español sin proyección en las instituciones comunitarias.
Pero no todo han sido retrocesos políticos en
la era Meloni/Orban/Macron. La victoria en Francia del Frente Popular abre una
veta de exploración que interpela a las fuerzas de izquierda europeas y dibuja
un escenario complejo de contradicciones y también de apertura del campo de
posibilidades que conviene tomar en consideración en la evaluación del estado
de la cuestión política y social en Europa.
En
el caso no obstante de España, la referencia también de la excepción ibérica,
está siendo minada por la acción destituyente
de la derecha y la oligarquía económica tanto como por la deriva, por activa u
omisión, del PSOE en la estrategia de vuelta al bipartidismo, sea en materias
estratégicas como la renovación del poder judicial, o las políticas de
vivienda, o en la propia negociación de los proyectos de ley con las distintas
fuerzas parlamentarias. Y el voluntarismo de la razón legisladora con desprecio
de la tradición, el sentido práctico y la memoria partidaria hace difícil una
salida del enroque en el que está la legislatura y en particular la izquierda.
En este marco, hay que afirmar una propuesta política que defienda:
1. La igualdad territorial de Andalucía y
su protagonismo en el proceso de construcción del Estado federal.
Andalucía presenta los peores
datos en cuanto
a tasa de paro, renta y pobreza, con diferenciales, con
respecto a la media del Estado, que persisten en el tiempo por su carácter estructural.
Tenemos un nivel de renta 25 puntos inferior a la
media (hay Comunidades como el País Vasco y Navarra que duplican nuestro poder
adquisitivo) y tenemos una tasa de paro diez puntos superior a la media. Sin
contar que, históricamente, sufrimos lastres deficitarios en los servicios públicos fundamentales (sanidad, educación, asistencia social y dependencia), cuya nivelación debe garantizar el sistema de financiación autonómica (SFA).
2. Un nuevo sistema de financiación
autonómico proporcional, equilibrado y solidario. Andalucía,
junto con otras comunidades del sur, ha de liderar la propuesta de reforma del
sistema de financiación autonómica. Como sujeto político de primer orden,
nuestra comunidad puede encabezar una propuesta transformadora y progresista
que contrarreste la deriva de que España se divida entre los privilegios de las
Comunidades ricas y una recentralización en el resto del Estado. Tenemos el
derecho y la obligación de exigir una relación equitativa entre las Comunidades
Autónomas (nivelación horizontal), y entre estas y el Estado central
(nivelación vertical). Para garantizar la equidad territorial y social,
es preciso actualizar el Sistema de Financiación Autonómico (SFA),
aprobado en el año 2009 por un plazo de cinco años, considerando que este
sistema afecta gravemente a Andalucía, al marcar grandes diferencias entre
comunidades en financiación por habitante ajustado, especialmente si incluimos
a territorios cuya excepción foral es histórica (País Vasco y Navarra). Resulta
en este sentido cuando menos paradójico que una fuerza parlamentaria
plurinacional como SUMAR no lidere un modelo federal integral. Vivimos inmersos
en una realidad mestiza, marcada no solo por la plurinacionalidad, el
plurilingüismo y la multiculturalidad inherente al Estado español, sino también
por una asimetría territorial, donde algunos territorios ejercen de fuerza
centrípeta atrayendo hacia el centro los recursos, mientras que otros no pueden
garantizar los derechos de ciudadanía más elementales; y una asimetría política
en la conformación de las estructuras del Estado, con una administración local infra
financiada y demasiado a menudo desatendida, a pesar de ser la primera línea en
la lucha contra la vulnerabilidad extrema en que vive una parte importante de
la población. Por ello ha llegado la hora de poner fin a tales desequilibrios y
carencias empezando por acabar previamente, como condición, con la opacidad del
sistema foral, a fin de garantizar que se acercan los resultados del sistema
excepcional de fiscalidad a los del común, e integrar a las comunidades forales
en un mecanismo general de nivelación. Al
tiempo que es preciso exigir el cumplimiento del acuerdo del Parlamento
andaluz alcanzado por consenso en marzo de 2018, que estableció en 16.000
millones de euros anuales la insuficiencia
financiera del sistema autonómico para
Andalucía.
3. La condonación de la deuda. Mientras el gobierno central tramita y aprueba un nuevo
SFA, es preciso que Andalucía reciba un fondo transitorio de
compensación económica. Y que se active la Comisión Mixta de Asuntos Económicos
y Fiscales entre Estado central y Junta de Andalucía. Estas medidas de carácter
urgente no pueden esperar otra legislatura. Es preciso aumentar de inmediato
las inversiones estructurales para el desarrollo de una industria verde, infraestructuras ferroviarias, como el corredor
mediterráneo y los servicios de cercanías, rehabilitación
de edificios, energías renovables, digitalización de las PYMEs, Cooperativas y
Autónomos, etc., alterando la inercia de concentración de las inversiones en los territorios con mayor renta a causa de la dinámica
político-electoral. En este sentido, es preciso potenciar el Fondo de
Compensación Interterritorial, incrementando significativamente sus cuantías y estableciendo una base de cálculo que le
otorgue estabilidad, para fortalecer
los mecanismos de convergencia de forma que cumplan el fin con el que fueron
creados, que no es otro que favorecer la convergencia entre las Comunidades
Autónomas que lejos de lograrse, se ha disparado en dirección opuesta en las
dos últimas décadas.
4. Una segunda transición por la autonomía
política y la integración territorial federal. El actual Estado de las Autonomías no ha podido corregir que
España siga siendo un Estado muy desigual, territorial y socialmente, y en
ocasiones como estamos observando con el lawfare
y el procedimiento judicial, un Estado fallido y retromoderno. Una estructura
federal republicana debe corregir la desigualdad y articular un proceso de
integración y modernización, en el sentido regeneracionista que Joaquín Costa y
otros referentes liberales proyectaron en su momento para nuestro país. Tenemos
ejemplos en Europa como Alemania donde las diferencias de renta entre los Lander del oeste y del este eran enormes
y, sin embargo, en el transcurso de unos pocos años se ha ido produciendo una
notable convergencia entre ellos. Y desde plataformas ciudadanas como la
Asociación Diálogos Andalucía Cataluña se viene afirmando, desde la sociedad
civil, la necesidad de abrir diálogos diversos, a nivel académico, cultural,
periodísticos y sindicales que contribuyan a una transformación integral y
unitaria del Estado. Cabe recordar que Andalucía, como Cataluña, comparte:
ü Una
historia con problemas y movimientos sociales parecidos, aunque con estructuras
sociales diferentes.
ü Estructuras
familiares, comunitarias, empresariales y laborales entrelazadas por los
movimientos migratorios y por la pertenencia a un mismo mercado.
ü Con
posiciones relativas diferentes, compartimos la condición de comunidades
periféricas o, en otras palabras, no-centrales, respecto a ese gran centro que
en que se ha convertido Madrid, sin olvidar que entre las dos sumamos en torno
a un tercio de la población y del producto interior bruto de España.
ü Ambas
hemos tenido una relevancia importante, aunque desde posiciones también
diferentes, en la conformación del actual modelo territorial de gobernanza de
España y estamos llamadas a tenerlo en posibles reformas futuras.
La construcción
de un espacio de diálogo que contribuya también al debate sobre el modelo de
Estado que, de acuerdo con la Constitución, sea el más inclusivo posible para
las diferentes sensibilidades territoriales de nuestro país, es una prioridad
política para la izquierda andaluza. No solo para que nuestra comunidad tenga
voz y cumplir con los previsto en el nuevo estatuto de autonomía sino para
transformar España en un modelo republicano federal avanzado y coherente con
los retos que marca el contexto europeo y global en el que tiene que operar.
En la era de los fondos buitres, y del capitalismo
financiero y de plataformas, es preciso desplegar una reflexión sobre las
contraposiciones, los desniveles y la dialéctica de la contradicción centro-periferia,
trascender el supremacismo y las dinámicas corporativas que dominan aún en
España para dar forma a un proyecto común ilusionante y progresista,
plurinacional y democrático. Hoy por hoy, es preciso, conociendo la historia de
España y la coyuntura política comunitaria, empezando por el ascenso de la
extrema derecha en Italia, Francia o Alemania, la articulación social de un
frente común ante la reedición de la historia como farsa propia de una forma
decimonónica de conformación política que de un tiempo maduro de proyección en
el siglo XXI. La clave para ello está en oponer la democracia al autoritarismo,
sea democratizando aparatos represivos del Estado como la Guardia Civil o
desmantelando el suntuoso gasto militar inapropiado, como avanzando en la
democracia económica y social. Lamentablemente, en estos momentos, en la
izquierda, no se percibe una acción política estratégica ni ninguna luz
intelectual, ningún programa de trabajo, interés y voluntad de concentración
con vistas en salir del actual enrocamiento o letargo. De hecho, cualquier idea
o programa afirmativo con voluntad antagonista es bloqueado, en el interior,
por ausencia de debate, y en el exterior por inacción o falta de organización
de los sectores populares, que aun así participan en movimientos sociales como
la Marea Blanca en defensa de la sanidad pública o la Marea Verde de la
educación.
BASES
POLÍTICAS PARA UN FRENTE AMPLIO ANDALUZ
Andalucía es diversa, no homogénea, compleja y no la
pura estereotipia uniformada por los medios propios y ajenos. La imagen del sur
ha sido prescrita por el discurso dominante del orientalismo. La matriz
colonial de dominación de nuestra tierra, el imaginario de Andalucía, de los
románticos ingleses y los viajeros franceses, el bandolerismo y folklorismo del
XIX identifican la otredad andaluza en el marco representacional del exotismo
africano. Una representación de la cultura andaluza como irracional, premoderna
y ancestral que nos posiciona en un escenario prepolítico, sin mediación ni
representación autónoma posible. Los propios medios andaluces reproducen y
amplifican esta lógica discursiva exotizante de la cultura andaluza negando la
dimensión material, barroca, de la abnegada simbología de la cultura subalterna
que constituye la voz Andalucía Libre. Así, la estereotipia en Canal Sur y los
medios de referencia (ABC, Grupo Joly, Cadena SER) aún hoy replican como modelo
de negocio las imágenes de la mascarada o inversión de la creatividad de la
cultura popular andaluza. Dada esta situación de la matriz hegemónica que nos
subalterniza o margina como periferia, parece lógico constatar la urgencia de
nuevas narrativas de la patria andaluza, de la identidad nacional y de las
luchas pasadas y presentes en defensa de los derechos socavados y la igualdad
desde Andalucía. Frente a la imagen deslocalizada y objeto de captura mercantil
que la oligarquía económica y las burguesías catalana y vasca han favorecido,
es tiempo de ensamblar un proyecto colectivo que confronte con el relato
neocolonial del turismo y articular alianzas entre la España
plurinacional y la España del interior, la abandonada y la rural, impulsando la
necesaria descentralización mediante la procuración de nexos en común.
De la islamofobia al desprecio de las culturas
subalternas, la dinámica de exclusión de la voz de Andalucía por la oligarquía
y en el seno de la izquierda debe ser superada como marco dominante de
mediatización de la información política y la representación por el que se
viene imponiendo el espíritu pusilánime de la cultura replicante rentista que
ha dominado la cultura en Andalucía. La cuestión es qué queremos prefigurar,
aprovechando el proceso de transición y reunificación de la izquierda que
tentativamente representara SUMAR. Una primera tesis de partida es que, parece
evidente, es hora de imaginarnos un nuevo papel histórico, una razón de ser
distinta. Esto es, hemos de definir cómo construiremos el espacio común de
articulación y unidad de las izquierdas andaluzas para proyectar un proyecto
propio, autónomo, al tiempo que arrojar luz del camino a seguir en la
construcción de una alternativa federal reformista y democrática en todo el
Estado.
Los actores que conforman el espacio
político de POR ANDALUCÍA, y antes ADELANTE ANDALUCÍA, acumulan una historia de
luchas y frentes culturales que han de servir de memoria y punto de partida.
Históricamente, la izquierda andaluza ha liderado
proyectos singulares como Convocatoria por Andalucía e IU. Ha demostrado su
constancia y competencia en la defensa de los intereses de las clases
trabajadoras tanto a corto como a largo plazo, en Andalucía y desde Andalucía
para el conjunto de las personas trabajadoras en España, Europa y el mundo. Este
capital político no debe ser el alfa y omega de todo proyecto innovador,
obviamente. Pero sí el punto de partida de toda propuesta de construcción
colectiva siendo conscientes que la centralidad del trabajo y la vida, la
organización de masas, la unidad popular, es prioritaria frente a cierta idea kitsch,
pragmática y pospolítica que el ciclo del 15M ha venido marcando en la última
década. La construcción de una alternativa nacional-popular en Andalucía, la
definición de un bloque histórico de progreso pasa, en este sentido, por la
autocrítica de la deriva institucional que ha marcado el rumbo, sin
consistencia, solución de continuidad y proyecto estratégico en nuestra tierra
de tal deriva política. Pensar el Frente Amplio Andaluz ha de empezar por
reconocer que formamos parte de la tradición emancipadora del movimiento obrero
y popular, del andalucismo de izquierdas, de los nuevos movimientos sociales y
de las luchas por la Democracia, la Autonomía, la República y el Socialismo. De
esta tradición extraemos las experiencias de las conquistas y avances y de los
fracasos y derrotas, cuya piedra angular ha sido la relación entre la izquierda
y la democracia. Las conquistas y avances se han logrado desde la lucha por la
democracia. La política emancipadora se construye desde la base del binomio
democracia para la transformación, transformación para la democracia.
Democracia como medio para la transformación social y como fin, como valor
universal en sí misma, para el empoderamiento de las personas y de las comunidades
sociales y, en consecuencia, cuando afirmamos que nuestro norte es el sur es
porque se asume esta voluntad constituyente de emergencia del pueblo andaluz
como sujeto histórico con plenos derechos y toda su potencialidad liberadora.
Asumida esta idea, desde Andalucía, y desde una perspectiva andalucista,
federalista y de izquierdas, consideramos necesario participar con perfil
propio en la construcción de un nuevo proyecto de país. Defendemos la necesidad
de un sujeto político andaluz, expresión de una izquierda emancipadora y un
andalucismo democrático que sume, multiplique y construya un bloque histórico
de forma transversal y flexible, articulando las diferencias y lo que tenemos
en común. Una garantía, no exclusiva, pero sí importante, de democracia real y
de enraizamiento en nuestra tierra, es la inclusión de personas independientes
en las listas electorales; personas que han de ser candidatos y candidatas con
fuerte arraigo, reconocimiento y prestigio social, capaces de ser vehículos de
la voz de un nuevo sujeto político andaluz en el Congreso de los Diputados.
Pero este movimiento pasa por abrir la organización a la interlocución y
decisión colectiva mediante procedimientos participativos y democráticos, con
democracia radical y pluralismo. El buen gobierno para el buen vivir, para la
vida buena, no se construye con organizaciones centralizadas y jerárquicas ni
con la mera adición de formas partidarias. El principio esperanza solo se
despliega con movilización social. Si el socialismo es el movimiento y
proyección de lo real en la historia, esto requiere abrir el campo y los
canales de interpelación a la gente común, más aún cuando el ruido mediático y la parálisis de
las direcciones partidarias se limitan a contar lo hecho sin pensar ni proyectar
públicamente lo por venir.
Va a ser necesario, en otras
palabras, coser, tejer con el lenguaje de los vínculos y soñar cantando auroras
que es posible ver en el horizonte andaluz una alternativa de futuro con
criterio y con pa/ciencia. Esta apuesta es, a nuestro juicio, más que nunca
prioritaria, porque, según las leyes de la propaganda, dato no siempre gana a
relato, y en la sociedad de las cuentas con los cuentos termina imponiéndose la
sinrazón, el discurso del odio que se ha instalado en una cultura nacional,
históricamente atrabiliaria y algo cainita. Pero España no es diferente, y sin
hacer transhistoria, podemos observar que el discurso del odio se extiende de
EE.UU. a la Unión Europea, del Norte al Sur global, aunque sea la extrema
derecha quien trolea, planifica y alimenta esta política antisocial que en el
fondo es el pogromo restaurador del capital financiero y sus arietes: las big tech. De ahí la necesidad de tejer,
de coser y del amor, del cante con el cuerpo que flama en la alegría de vivir y
resistir. Una posición diametralmente opuesta a la práctica de los sufridores,
que decía Correa. Vindicamos aquí una lógica contraria a los odiadores
profesionales porque es tiempo de aprender a construir espacios de comunicación
con confianza y no tóxicos. En otras palabras, hemos de apostar por la
autonomía política, los derechos sociales, las libertades públicas y un
proyecto federal, unitario, popular y referente para el conjunto de los actores
políticos del Estado.
En
nuestra tierra, junto a la pobreza y desigualdad que la concentración de la
tierra ha alimentado por la oligarquía y el caciquismo, pervive una rica
acumulación cultural y una capacidad intelectual y creativa luminosa, aunque
elitista y marginal. No hay una organización de la cultura popular. Existen
ateneos, academias, empresas culturales de gran proyección, pero no industria y
canales que fluyan en el conjunto social sin depender de los centros
político-económicos del norte o mesetarios. Y conviene que nos demos a la tarea
de capilarizar un movimiento-plataforma de la izquierda andaluza que sea mucho
más que una coalición de partidos.
La definición de un proyecto
de Frente Amplio exige desplazamientos no propiciados en la dinámica electoral
dominante en la izquierda andaluza en el último ciclo. Parece evidente, a la
luz de los hechos, que la apuesta por un movimiento político-social de base
popular como alternativa de gobierno y de proyecto para nuestra tierra pasa por
avanzar:
-
De la fuerza centrífuga a la dinámica
centrípeta.
-
De las coaliciones a los frentes culturales.
-
Del Parlamentarismo a las luchas sociales.
-
Del titular y la pantalla al antagonismo y la
lucha de clases.
-
De la política de gestos a la intervención
efectiva.
-
De la dinámica representacional a la dinámica
constituyente.
-
De la cultura selfie a la cartografía y mapeos culturales.
-
Del quiasmo a la crítica y la autocrítica
interna.
-
De la descoordinación y aislamiento a la
unidad y organicidad política.
-
De la independencia partidaria a la
corresponsabilidad.
-
De la flexibilidad orgánica a la articulación
unitaria.
En esta línea, nuestro
compromiso en la campaña del 23J y las propuestas asumidas por la Plataforma de Apoyo a SUMAR en
Sevilla definió un horizonte de progreso que, en términos epistemológicos,
conceptualmente, y en la acción política, priorizó algunas ideas que han de
conformar el marco de referencia teórica para la definición del frente amplio
andaluz:
1.
La
apuesta por un proyecto estratégico pensado desde el sur y desde abajo, desde
la vindicación de una mirada decolonial al proceso de subalternización y
dependencia de Andalucía en el conjunto del Estado español. En la cuestión
meridional, en la obra de Antonio Gramsci, tenemos un dispositivo conceptual,
una posición epistémica radical y un método analítico que nos ayuda a
comprender los problemas en los que hoy aún estamos inmersos, en términos de lo
colonial, de dialéctica centro-periferia, de lo subalterno y de construcción de
un bloque de transformación nacional-popular. Gramsci llega a discutir en Pasado
y Presente un proyecto de confederación mediterránea entre Cerdeña,
Sicilia, Cataluña, Islas Baleares, Andalucía y otros territorios que hoy cobra
actualidad si pensamos la excepción ibérica y la deriva otanista de la UE. Pero
más allá de eso y concretando la encomienda que los sectores populares,
militantes y electores demandan, es hora de concretar una síntesis progresista,
andalucista y transformadora desde dicha matriz y posición.
2.
La
innovación del modelo de organización híbrido para garantizar la participación
y elaboración colectiva de los militantes y la ciudadanía identificada con el
proyecto político del frente amplio es una condición en este sentido. Es
preciso una plataforma de integración multivalente, ciudadana, que vaya más
allá de la forma coalición para definir un movimiento político social con
protagonismo de los partidos, tanto como de los ciudadanos y los movimientos
sociales que integren el proyecto común. En otras palabras, la creciente
complejidad de la política, deja en evidencia la necesidad de mayor astucia, de
mediación de las contradicciones, de equilibrio entre la realidad oligárquica y
el principio democrático. No es posible transformar Andalucía sin innovación
política. Hemos de definir un método propio y apropiado para el desarrollo del frente
amplio, la energía transformadora de las fuerzas populares y la capacidad de
articulación de las distintas formaciones políticas, deslindando aquellas con
voluntad expresa de construcción de un proyecto de país de las que están solo
en el proceso oportunista del cálculo electoral y la promoción de intereses
partidistas ajenos al proyecto regeneracionista y transformador que necesita
nuestra tierra.
3.
La
ruptura con el modelo decimonónico de organización del Estado y su forma
extensiva de prolongado desequilibrio territorial desde la transición, situando
la cuestión meridional, en palabras de Gramsci, en el centro del debate
federal, asumiendo Andalucía y el proyecto de frente amplio andaluz un rol de
liderazgo de unidad popular de la izquierda, como ya se hiciera con
Convocatoria por Andalucía e IU.
4.
La
proyección de un movimiento político y social constituyente para recuperar la
iniciativa desde la periferia en la conformación de un nuevo ciclo político de
reformas y transformación productiva. En un reciente artículo publicado en
Público, el profesor Tomás Rodríguez-Villasante abogaba por una formación
política construida por la base. Tanto PODEMOS como SUMAR han fracasado por la
ausencia de una urdimbre tejida con la gente, renunciando a procesos participativos.
En sus propios términos, podríamos concluir que hoy más que nunca son
necesarias metodologías participativas, la escucha “deliberativa y generativa”
como una práctica habitual en la organización. No es elegir a los/las líderes y
que ello/as resuelvan la organización y el programa, etc. y luego consulten en
plan plebiscito, sino que se apoyen y atiendan el sentido común de la base
social a la que se deben. Los activistas y los votantes se fijan más en estos
comportamientos que en los programas, es hacer política de otra forma, que haya
“grupos motores” que sean activos para contrarrestar las campañas de los medios
derechosos y sus bulos, etc. En los lugares donde practicamos estos métodos de
base seguimos teniendo buenos resultados sociales, y también electorales. Tener
una llamada de dirigentes culturales y de los movimientos a los partidos, una
mediación desde metodologías participativas, hacer política desde las bases
sociales, ser coherentes con lo que se dice (la participación también en lo
interno, etc.) son factores claves, sin los que será difícil cualquier frente
que se pretenda transformador, y que se mantenga más allá de unas elecciones
concretas.
5.
La
refundación de la izquierda andaluza y el andalucismo progresista mediante un
proceso de apertura participativo, combinando la elaboración programática en
común, así como la unidad de acción. Esta propuesta pasa por entrever
operativamente la alternativa de conformación de Andalucía en la estructura
territorial del Estado y su configuración social, en términos de clase, género
y ecosistema medioambiental, definiendo los ejes programáticos de intervención
a nivel político, a partir de las alianzas no tanto de las formaciones
políticas de la izquierda transformadora y reformista como de las estrategias
de movilización y las alianzas sociales con los sectores en los que hay que
tejer no para sumar sino para transformar las condiciones de subalternidad.
Ello implica un diagnóstico de la composición social, del territorio y de los
actores políticos y sociales, analizar las tendencias, los factores subjetivos,
los sujetos más dinámicos del campo de la cultura y los movimientos sociales y
las brechas de antagonismos y de apertura de posibilidades que se dibujan en el
actual escenario histórico. En Andalucía, y en general entre la izquierda
patria, andamos de vueltas con lo que podemos definir como hipótesis italiana,
abonando la división cuando más necesitamos sumar y multiplicar los esfuerzos
de confluencia para transformar la vida y cambiar la historia. Por ello tiene
lugar la desafección cívica. Y por lo mismo, también, Andalucía no cuenta.
Recientemente, la Plataforma Andalucía por la Mayoría Social atisbó una ventana
de esperanza en forma de coalición de las ilusiones por la construcción de una
alternativa para nuestra tierra y una política inteligente con la que sumar.
Sobra decir, porque es público y conocido, que tal convocatoria fue un éxito y
ha abierto ventanas de oportunidad para construir alternativas de futuro y
esperanza para el Sur y para los de abajo. Pero también es reconocido que
lograr el objetivo de una lógica otra frente a la devastadora máquina de
destrucción neoliberal de la derecha extrema no va a ser cuestión de días ni
tampoco nada fácil. Hay que mudar formas de articulación política, cambiar las
posiciones de observación y permear sobre todo las organizaciones partidarias
con cuerpo y pasiones alegres, con más ciudadanía y mayor capacidad de escucha
activa que no es solo oír demandas en audiencia sino más bien procurar por sistema
transformar la vida y cambiar la historia a ras de suelo, al cabo de la calle,
con sentido del común.
6.
La
vindicación útil de los derechos, la realización política efectiva, pasa por
actuar, en lo concreto, de forma recta en la izquierda, evitando sectarismos y
salmos para la autopromoción publicitaria. Análisis, crítica, elaboración
colectiva y unidad programática de acción. Ni más ni menos. En el homenaje que
hicimos hace un año en La Carbonería a Julio Anguita, desde el Ateneo
Republicano de Andalucía, la lección compartida por los asistentes fue más que
clara a este respecto, pero algunos no acaban de enterarse. Miran más hacia
arriba de Despeñaperros que a los lados y hacia abajo, justo cuando más hemos
de transitar por el frente amplio de una mayoría de progreso. Toda política
contraria a este mandato es renunciar a mandar obedeciendo a los sectores
subalternos, que piden, emplazan y, hoy más que nunca, esperan construir otro
modelo de país en Andalucía. Más aún, toda propuesta no comprometida con este
principio está condenada al fracaso. Es hora pues de una convocatoria por la
gente, hora de multiplicar la disidencia, que no es dividir la izquierda sino
articular el descontento contra el austericidio en su forma política actual y
no lo contrario que es lo que está sucediendo: dinamitar en fin las luchas
sociales por falta de dirección y representación en formas organizativas que,
por necesidad histórica, han de ser innovadoras, híbridas, político-sociales y,
como dicen en otras latitudes, movimientistas. Y quienes se enroquen en
su aislamiento, sepan que, como sucediera en otros momentos no tan lejanos en
el tiempo, la historia los retratará, básicamente como lo que vienen siendo:
aves de paso, tragicómicos personajes burlescos o, peor aún, traidores a la
causa del pueblo andaluz por activa u omisión manifiesta. Porque no todo el
problema de nuestra tierra es culpa exclusiva del gobierno ultra de Moreno
Bonilla o por décadas del partido-Junta del PSOE, que ni está ni se le espera.
Hay una responsabilidad histórica que hemos de asumir la izquierda andaluza
trascendiendo modelos periclitados, evitando la tentación de la llamada nueva
política, más propia de una feria de vanidades que, como aquí se propone, de
una cultura radical. De hecho, este es el principal peligro de la comunicación
política progresista. La nueva generación de dirigentes es partícipe de la
cultura del like, no del pensamiento negativo, ni antagonista, sino del
discurso de fenomenal, esto es, viven anclados en la hapycracia
de lo peor. El clickactivismo es la política de lo imposible, la pospolítica o,
si se prefiere, la antipolítica de la nadería, porque no hay mediación
cognitiva, ni social ni política. Una estética relacional que niega todo
principio de compromiso, que surfea en el narcisismo primitivo, sin
sustancia, ni verdad, basculando solo en el universo de la reacción, es tanto
como decir que habitan en la reproducción del orden reinante, de derecha a
izquierda, de arriba abajo, contando con las bases replicantes que hoy proliferan
por doquier. Semiótica de la simulación poco o nada evocativa, salvo la de
recitar el salmo del líder electrónico de turno, en este modo de producir el
relato, la fuerza de la elipsis se ha eclipsado por el presente perpetuo del
like, por el carrusel de la vanidad incandescente que todo lo abarca y que, a
fuerza de tanta futilidad, vamos a acabar añorando el cuplé y el género chico,
lo nacional popular, y la política cabaretera que es más de Brecht que de
Echegaray. La política, como la academia, se ha convertido en una casa de
citas, una suerte de arte manierista de la nada por principio, salvo la
emulación o el mero enunciado de la espiral del disimulo. Así las cosas, la
lógica citacionista de la pura reproducción inocua que todo lo inunda nos deja
sin voz ni horizonte histórico. Puede que los Smart boys o la llamada generación
de cristal adolezcan de un malestar tanto fisiológico como cultural que
determine esta forma de comunicación dominante, pero lo que es una evidencia es
que nos gobierna en la izquierda un ecosistema de mediación simbólica que puede
ser considerado una pandemia y que, desde una ética emancipadora y socialista,
debe por principio, y cuanto antes, ser combatida, no casualmente, por cierto,
empezando por la Andalucía barroca. En estos momentos la sociedad civil
andaluza está imbuida de desafección política, con fragmentación social y
política, pero cuenta con importantes iniciativas y movimientos sociales
activistas que la izquierda transformadora ha de tomar en consideración.
7.
Hemos
de empezar por un análisis concreto del mapa político y social andaluz, de la
estructura económica y sus actores, de las tendencias históricas y la
estructura de sentimiento del pueblo andaluz, un estudio de las relaciones de
dominio, a nivel del Estado, y de las formas de opresión y liberación de los
diversos factores y procesos de constitución de la subalternidad que vive
nuestro pueblo. Somos conscientes que nos enfrentamos a problemas estructurales
importantes como la crisis y explotación medioambiental, la concentración de la
tierra, la dependencia de la matriz productiva, el dominio colonial y los
desequilibrios, de variopinto tipo. Somos conscientes, a su vez, que la izquierda andaluza tiene su razón de ser en la defensa de
los intereses de las clases trabajadoras tanto a corto como a largo plazo, en
Andalucía y desde Andalucía para el conjunto de las personas trabajadoras en
España, Europa y el mundo. Pero, siendo claros, honestamente, hemos
percibido en la dirigencia de la izquierda andaluza y nacional, en la nueva
generación de dirigentes cierto desprecio por lo nacional popular. Esta élite
intelectual vive al margen del sentir de campesinos y grupos subalternos, ante
los que manifiestan un absoluto desprecio y una incomprensión a la hora de
definir un proyecto que capture la voluntad de rebeldía y sometimiento de estos
sectores subalternos. Una política de frente único, la unidad popular, solo es
posible por la base. O cambia el método o no tendremos un frente amplio. Esta
cuestión no está en discusión, está por hacer y definir en la praxis.
En cualquier caso, y
conscientes del actual escenario político en el Estado y nuestra tierra, el
reto del Frente Amplio Andaluz y la alternativa de izquierda solo se resolverá
fuera del Parlamento y las instituciones, en ocasiones contra el
parlamentarismo, y ello pasa por trascender la fase coalición por la
construcción de unidad popular. El barlovento dialéctico tiene la durabilidad
que un chubasco veraniego. Precisamos organización, un programa común, un
espacio articulado, una doctrina y un horizonte de proyecto alternativo
visible, posible y concreto que confronte la triple dependencia que padecemos
en Andalucía:
1.
Del
capital financiero internacional y especulativo que explota nuestra tierra
2.
Del
centro político que marca la agenda y política pública en las formas
partidarias y en la organización del Estado
3.
Y
del proyecto de soberanía compartida de la UE que marca una posición periférica
y subalterna a España y, por ende, a Andalucía.
El primer paso para
ello es abrir campo y discutir los principios y formas de articulación política
del frente amplio, a modo de ensayo tentativo y experimental que acometa los
frentes culturales que dominan Andalucía: sea el extractivismo, la
subalternización de nuestra cultura y espacios, la infradotación de recursos,
la dependencia informativa y cultural, el proceso de modernización autoritaria
y conservadora o los desequilibrios de todo tipo, de clase, género,
territoriales. Un movimiento consecuente obligado para tejer la idea de frente
amplio es fortalecer los espacios conjuntos de convergencia política,
institucional y social, desplegar una base política y organizativa sólida más
allá del ámbito institucional para resistir mejor los ataques de las derechas
radicalizadas. La posición institucional privilegiada que ocupa Sumar tanto en
el Gobierno de coalición como en el parlamento a nivel estatal debe traducirse
en recursos para una mayor coordinación estratégica y una consolidación por
debajo de los espacios de convergencia, pero no ha sido así y de facto no es
una herramienta que ya sirva para unir las izquierdas en Andalucía y en
general. Construir alianzas sociales, reforzar los movimientos sociales y
articular sociedad civil es pues la asignatura pendiente que hemos de acometer.
Las bases sociales del Gobierno de coalición son, como hace cuatro años,
débiles. La fatiga, la merma de expectativas o la división son algunos de los
elementos que explican que la situación por abajo de las bases sociales de la
izquierda no sea ostensiblemente mejor que por arriba, en el ámbito
político-institucional tras el 23J. Sin embargo, tanto el Gobierno como la
izquierda política necesitamos contrapoderes con tiempos y dinámicas propias,
ajenas a los ritmos siempre frenéticos de la coyuntura institucional. Algunas
de las organizaciones que conforman POR ANDALUCÍA disponen a tal fin de un
capital político y dilatada experiencia histórica de tejer alianzas, construir
urdimbre local con arraigo y organización en la lógica de confluencia. Por
destacar el actor político más importante, IU-CA, es preciso recuperar la
experiencia que supuso Convocatoria por Andalucía, que transitó de una
coalición a una federación de partidos. Desde esa experiencia de construcción
de un movimiento político y social, desde la experiencia de intentar generar la
convergencia de organizaciones políticas, sociales y sindicales, es como
podemos dar forma a la construcción de un Frente Amplio en Andalucía,
favoreciendo en todo momento la vocación unitaria y la refundación necesaria de
la izquierda andaluza.
En estas tesis para
un cambio social en Andalucía, somos conscientes de la falta de un proceso de
maduración política tras el 15M para una alternativa conjunta de las izquierdas
andaluzas, de hecho, a día de hoy, no se ha logrado pese a la exploración de
algunas tentativas unitarias. y no es un problema de ciclo de repliegue ante la
emergencia de la ultraderecha y el discurso reaccionario, sino más bien de
maduración e inmovilismo de la izquierda, pues las causas del fracaso de
Podemos y sus epígonos, como SUMAR, son las mismas que están presentes desde
entonces y que impidieron en el XIX y en el pasado siglo alternativas de futuro
consistentes. Hace falta por consiguiente un diagnóstico y autocrítica que, de
forma sucinta, se apuntan aquí a modo de ensayo o texto para el debate. La más
evidente es lo que hemos convenido llamar Hipótesis
Italia. A saber: no se pueden construir nuevos marcos cognitivos sin
marcas, ni partidos o proyectos políticos sin territorio ni contexto. Estas son
precondiciones para perfilar alternativas proyectivas de futuro. Hasta ahora
hay un déficit de funcionamiento democrático en la articulación del espacio
político común que haga posible la idea demandada de FRENTE AMPLIO ANDALUZ y
para revertirlo, es preciso que Por Andalucía, como expresión actual del Frente
Amplio, o la denominación acordada en común, se referencie en el conjunto de
actores que lo conforman y, de la misma manera, cada una de sus partes también
sea voz del Frente Andalucía Libre, o como quiera se acuerde su denominación.
En los documentos
constitutivos se definió Sumar como un paraguas que agrandamos y sostenemos
entre todas y todos para dar cobijo a todas las izquierdas y a todos los
actores, sean partidos o personas independientes. Coherentemente con ello, se
decía, no apostamos por crear un partido al uso en el que se disuelva la
diversidad, ni tampoco por crear un partido-marca sin arraigo territorial, pero
en la práctica lo vivido es un proceso controlado no democráticamente por una
de las partes que, desde Andalucía, agravó la revolución pasiva dirigida por
las oligarquías más retardatarias con una deficiente conformación tanto del
Grupo Parlamentario Plurinacional como la política de Estado desfavorable a los
intereses de nuestra tierra por una visión errejonista periclitada y ajena a la
realidad social y política que vivimos.
Tenemos ahora el reto
de conformar un lenguaje y una comunidad de pensamiento, diálogo e intervención
social en Andalucía en común, entre todas y todos, tejiendo una plataforma con
las fuerzas, tanto políticas como sociales dispersas, a partir de nuevos
principios y dinámicas internas. La necesidad de una plataforma común es
evidente, y la vindicación de una inteligencia organizada en pro de un proyecto
de emancipación igualmente latente. El tiempo del realismo político confederal
y los procesos tecnocráticos centralistas ya no son válidos para una
alternativa de futuro y progresista en Andalucía. Es hora pues de una utopía
liberadora de la potencia popular andaluza superadora del cardonismo y
del bonapartismo impuestos en los últimos quince años. La evidente
necesidad de una izquierda partisana en Andalucía y un andalucismo militante de
izquierdas trabajando codo con codo pasa, en otras palabras, por trascender lo
vivido recientemente en SUMAR, el dominio de dirigentes que quieren cuadrar la
realidad con su visión, gente sin experiencia de militancia ni de lucha
política de largo recorrido, que operan sin dirección ni sentido común, con
estrategias suicidas que desconocen la correlación de fuerzas y mitigan toda
autocrítica o visión alternativa a la supuesta competencia de la que carecen.
La cuestión meridional, la autonomía andaluza y su
transformación histórica ha de acometerse desde una nueva posición política,
asumiendo que la autonomía, la realización práctica de lo contenido en el
actual Estatuto, solo podrá darse con el liderazgo de los sectores populares,
organizando a las masas a partir de la unidad popular, lo que implica una
izquierda menos hípster y más
consciente de la situación en el campo, más articulada y menos elitista, mejor
situada y menos abstraída de la realidad concreta en el tiempo propio que
estamos viviendo. El federalismo republicano que hemos de vindicar no será
posible sin esta trama que hemos de tejer en común, sin alianzas estables, sin
una política que sea viva expresión de los intereses de las clases subalternas,
sin una estrategia que piense desde el Sur y desde abajo el proyecto federal. Y
eso hoy por hoy no es una realidad en SUMAR, o para ser más precisos Movimiento
Sumar, donde el cucañismo es la norma general y el cuñadismo del
pensamiento políticamente correcto la norma.
En definitiva, el compromiso histórico con Andalucía no
puede cobrar la forma de coalición. Debe proyectarse al interior como apuesta
por conformar un bloque histórico estable, y hacia afuera como una lucha y
disputa por la cuestión territorial trascendiendo los prejuicios y estereotipos
de lo andaluz subalternizado tanto con otras formaciones federales de la
izquierda, en el seno del propio Grupo de la Izquierda Plurinacional de SUMAR,
como de otros nacionalismos históricos periféricos.
Varios ejes de intervención deben articular en esta
dirección la noción del Frente Andalucía Libre: la soberanía popular, la
autonomía, la cuestión social, el liderazgo del Estado federal o la cuestión
agraria que implica no otra cosa que cambiar el eje de intervención de lo
urbano a lo territorial, de lo nacional a lo popular, del centro a la periferia
y los márgenes, sean estos comarcas, barrios vulnerables o sectores
extremamente precarizados. Una tradición a recuperar en este movimiento de
desplazamiento político y articulación es el que históricamente ha venido
desplegando el movimiento obrero y el andalucismo histórico:
1.
Crear
ateneos andaluces, republicanos y de unión de entidades y movimientos sociales
en defensa de la mayoría social.
2.
Reagrupar
los sectores del campo con agendas comarcales, locales y provinciales concretas
y reales.
3.
Organizar
el movimiento jornalero y los pequeños campesinos.
En el paso del
corporativismo al reformismo democrático, del proteccionismo y el librecambismo
de la oligarquía financiera a la planificación democrática, la izquierda
andaluza ha de ser consciente que sin unidad no hay futuro. El fraccionalismo y
la dispersión de la izquierda, como sucediera en Italia, es el antecedente del
pesimismo y la desmovilización social. Pero no toda unidad es válida. La unidad
de formaciones no es la unidad popular y la experiencia en el ciclo político
desde el 2015 lo ha dejado en evidencia. Si no se constituyen bases sólidas, ni
escuchas en los territorios no hay proceso generativo ni transformador. La
“democracia participativa” es el camino para el frente amplio que dé
operatividad y continuidad en la práctica a una alternativa de futuro que sea
referencial para la gente que más lo necesita. En palabras de Rodríguez-Villasante,
se repite mucho que Podemos recogió el espíritu del 15M, pero más bien lo
tradujo electoralmente, sin respetar la fuerza que tenía la capacidad de los
“círculos” de base. Y cuando la ilusión de estos (a los que no se les
escuchaba, salvo en plebiscitos sin deliberaciones) se fue acabando, solo el
municipalismo de 2015 consiguió recuperar en parte las iniciativas de base. Sería
bueno que pudiéramos aprender de los éxitos que se han construido con dinámicas
participativas y avanzar, en lógica coherencia, en dicha dirección. Pero para
esto, el proceso de emergencia de un proyecto en común exige cuando menos tomar
en consideración los siguientes elementos:
1. Las temporalidades. Toda
política de articulación precisa tiempos lentos, si de construir una unidad
popular se trata. Pero las urgencias electorales marcan la agenda y en el caso
de Andalucía, los cuatro años con los que se contara para dar forma a este
proyecto en el marco de SUMAR ANDALUCIA hoy se limitan a menos de un año si hay
adelanto electoral, como es previsible que así suceda. Parafraseando a Gramsci,
en este tiempo-encrucijada, en este estancamiento y crisis de régimen, urge
prestar atención a los tiempos y la gente común. En sus propias palabras, “hay
que crear gente sobria, paciente, que no se desespera ante los peores horrores
y no se exalta con cada tontería. Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la
voluntad”.
2.
La unidad popular. No hay frente amplio ni unidad
de la izquierda desde el sur y desde abajo que impugne en una lógica
constituyente el modelo de desarrollo territorial si todo se confía a dinámicas
electoralistas. Ello supone una crítica al adanismo político, al cortoplacismo
y a la lógica de coalición electoral que ha prevalecido en el último ciclo
político, empezando por convocar asambleas territoriales y agrupaciones
sectoriales abiertas y participativas desde el principio, y no con carácter
finalista.
3.
La síntesis. El programa, la forma organizativa y la
construcción político social del proyecto político de frente amplio ha de ser
resultado de una síntesis consistente de las propuestas, experiencias,
prácticas políticas y modelos de organización de los actores políticos
participantes en el proyecto. De forma que, metodológicamente, y en el proceso
de constitución de esta alternativa de futuro, es preciso una política de
mediación y el despliegue de un proceso creativo liderado por la inteligencia colectiva.
4.
El liderazgo. Una clara evidencia del proceso experimentado con
SUMAR es que el hiperliderazgo, como toda forma bonapartista, termina socavando
la voluntad de transformación y autonomía política de los proyectos políticos
emancipadores. Por tanto, es preciso avanzar en formas corales, diversas y
colegiadas de dirección y representación política, siguiendo en parte el
ejemplo del 15M y las voces anónimas que hicieron posible romper el cerco
mediático y definir una potencia enunciadora como nunca antes en la historia de
nuestra joven democracia.
5. Las alianzas. El reto político de definición
del Frente Amplio Andaluz pasa por ampliar la participación política y el
control democrático de las bases, suturar las brechas y distancias entre
organizaciones desde las militancias, integrar redes mancomunadas de confianza
y cooperación, definir las alianzas y sumar actores desmovilizados para
multiplicar la pluralidad y hacer efectiva una formación política transversal.
No es el objeto definir aquí hoja de ruta alguna, pero sí elementos, criterios y principios con los que definir el camino a explorar de una vez por todas. Corresponde a las organizaciones políticas y a los militantes diagnosticar y consolidar el necesario compromiso unitario de trabajo en común. El proceso de elaboración de programa, coordinación y estructuración de asambleas sería un buen punto de partida en la medida que sea una apertura a la participación que ojalá concluyera en forma de Asamblea Constituyente en Ronda y una Coordinadora Nacional resultado de un proceso de elección en territorio (provincia, municipio, comarca) democrático. Consenso, primarias, escucha activa, movilización, tejer, sumar y transformar el espacio pensando no en las próximas elecciones autonómicas sino en la construcción de país en el horizonte de 2030-2040 es lo que corresponde, aunque se afirme que la política es presente y las elecciones andaluzas inmediatas. En la historia de las luchas y frentes culturales, el movimiento obrero ilustra que solo se logró cambiar la historia y transformar la vida con otra temporalidad, con el fuego lento de las pasiones alegres y la sabiduría de las culturas populares. Toca empezar a caminar. Paso corto, y vista larga.