Miguel Toro
26
de abril de 2019
Como
estamos viendo había una ventana de oportunidad política, había la posibilidad
de quitar al gobierno corrupto del PP y generar una nueva mayoría que pudiera
abordar los grandes retos que la sociedad española necesita. Felizmente
alguien, Pedro Sánchez, fue suficientemente audaz para embarcarse en una moción
de censura y componer una mayoría parlamentaria para ganarla. Había una
estrecha ventana de tiempo. Posiblemente si no se hubiera aprovechado el
momento la ventana de oportunidad se hubiera cerrado en muy poco tiempo y
hubiéramos continuado con el guion que parecía previamente escrito: Ciudadanos
hubiera seguido creciendo y todo seguiría de la misma forma.
Pero
ahora, abril de 2019, la situación ha cambiado radicalmente. El PSOE, liderado
por Pedro Sánchez, ha revertido las expectativas. De una situación en que
Ciudadanos iba en crecimiento y el PSOE tenía dificultades para gobernar con
sólo 84 diputados, se ha pasado a otra en la cual las expectativas del PSOE van
en rápido aumento y las de Ciudadanos en descenso. Junto con la anterior ha
aparecido una fuerza de extrema derecha, Vox, que está haciendo que las
posiciones del PP y Ciudadanos se muevan cada vez más hacia ideas de las antiguas
derechas. Por otra parte, Podemos, que no ha sabido comportarse como un partido
suficientemente maduro para afrontar la nueva y compleja situación, tiene unas
expectativas a la baja.
Para
mí está claro que la sociedad española necesita políticos, como Pedro Sánchez,
que arriesguen, que tomen decisiones para cambiar la situación. Y no solamente
que tomen decisiones, sino que, también, den los pasos necesarios para
conseguir avanzar en los objetivos propuestos. No es suficiente con programas,
es también necesario demostrar que se puede avanzar. Es necesario demostrar que
se pueden cambiar las cosas concretando las alianzas necesarias. Es la forma de
conseguir el apoyo de las mayorías sociales necesarias para alcanzar mayorías
parlamentarias que puedan legislar en favor de objetivos progresistas.
Yo,
ahora, votaré a Pedro Sánchez. Y digo a Pedro Sánchez antes que al PSOE. Porque
ha sido su iniciativa, en muchos casos contraria a la mayoría de los barones
territoriales, quien ha posibilitado la nueva situación. Ha sido su iniciativa
la que ha posibilitado que pueda ser posible un gobierno progresista. Un
gobierno que pueda continuar concretando avances legislativos importantes, que
pueda seguir poniendo algo de cordura en la negociación con los independistas
catalanes, un gobierno que pueda colaborar con Podemos y tenga en cuenta,
incluso contra la opinión de un sector del PSOE, algunas de sus iniciativas.
Es
ingente la tarea que tiene Pedro Sánchez. Quizás la más necesaria es forzar la
renovación del PSOE. Algún paso está dando en ese camino con las listas al
congreso. El PSOE, y en particular el PSOE andaluz, necesita regenerarse para
que se convierta en un partido útil para la transformación social. La forma de
gobernar y el conjunto de personas atrincheradas en la cúpula del PSOE andaluz
han sido una de las causas que pierda las elecciones. Algo similar ocurre en
Extremadura, en Aragón, en Castilla la Mancha, etc. Las posiciones políticas,
sobre la situación española e internacional, de los viejos dirigentes
socialistas como Felipe González y Alfonso Guerra, y de otros más jóvenes como
Susana Díaz o Guillermo Fernández Vara, han estado propiciando el crecimiento
de partidos como Ciudadanos. Han sido posiciones políticas, en sus
acercamientos a Ciudadanos y demonización de Podemos, que movían el PSOE hacia
posiciones alejadas de las posiciones progresistas. Han sido posiciones
políticas que generaban desilusión en los votantes progresistas y que a muchos
votantes de centro los invitaba a votar al PP o a Ciudadanos ante la reflexión:
¿si el PSOE dice lo mismo que ellos por qué no votar a ellos directamente?
Afortunadamente el nuevo gobierno de Pedro Sánchez y la mayoría de las
decisiones que ha tomado están devolviendo la confianza y la ilusión a un gran
número de votantes progresistas. Y digo la mayoría porque algunas, como la toma
de posición con respecto al problema venezolano, no me han parecido adecuadas.
Hay
muchos más desafíos para Pedro Sánchez. Un segundo que me parece importante es
la limpieza de las cloacas del estado. Los últimos datos conocidos sobre la
persecución a Podemos desde el Ministerio del Interior del gobierno anterior
indican que, todavía, quedan en España residuos muy importantes de la época
predemocrática en la jerarquía del Ministerio del Interior.
Otro
reto muy importante es Europa, las políticas europeas y el futuro de la Unión
Europea. Un nuevo antieuropeísmo xenófobo se está extendiendo por Europa y
articula su estrategia política alrededor de un discurso de ruptura nacional
con la UE y el euro. Por otro lado, la cruel crisis griega del verano de 2015,
además de hundir económicamente a Grecia, sumió en la perplejidad a las
izquierdas transformadoras o progresistas. El fracaso de la izquierda griega
ilustra, según una parte de la izquierda europea, la dificultad de impulsar un
proyecto transformador bajo el marco de los tratados europeos y, por lo tanto,
esa parte de la izquierda, mantiene una postura dubitativa sobre Europa. Pero
Europa es el terreno de juego donde se van a librar las grandes batallas: los
impuestos a las grandes empresas multinacionales, el desafío de China, la
profundización o desaparición de la democracia.
Necesitamos una Europa fuerte al servicio de la mayoría. Nos jugamos mucho. La
socialdemocracia europea está en horas bajas. El papel de Pedro Sánchez puede
ser muy importante. Necesitamos crear un amplio frente, con el objetivo de
construir una Europa para la mayoría social, que incluya desde la
socialdemocracia clásica hasta las nuevas izquierdas que consiga mayorías en
Bruselas.
El
nuevo gobierno que se puede formar si el PSOE gana las elecciones, y consigue
el apoyo de Podemos, es una oportunidad para avanzar. Para conseguir, en
definitiva, que los intereses de la mayoría guíen las políticas del gobierno de
España.