Enrique Cobo
25
de junio de 2019
La
que ha sido alcaldesa de mi pueblo -y ahora no lo es- decía: “Me he dado cuenta
de que aquí no cuenta tanto la ideología como la persona. Nuestros programas
son casi fotocopias”. Yo creo que es verdad que todos dicen palabras iguales:
todos hablan de libertad, de justicia, de progreso, de generación de empleo… y
parecería que todos, la derecha y la izquierda, los trabajadores y los
empresarios, los capitalistas y los otros tenemos objetivos iguales, ideales
comunes, ideologías parecidas porque usamos las mismas palabras.
Pero
también nos resulta evidente que eso no es verdad. Que lo que a ellos beneficia
a nosotros nos perjudica, que su libertad es nuestra opresión, que su justicia
es nuestra miseria, que su igualdad es nuestra discriminación.
Entonces:
¿dónde está el truco para que el uso de esas palabras parezca que decimos lo
mismo diciendo cuando en realidad estamos diciendo lo contrario?.
La
gente, los pueblos, los que vivimos de nuestro trabajo o no podemos vivir
sabemos que lo que les viene bien a ellos nos viene mal a nosotros o como
decían nuestros antiguos: “nuestros intereses son irreconciliables”.