La historia del mundo que vivimos siempre es evolutiva y progresiva si el ser humano consigue protagonizar con mayorías sociales “los sistemas de convivencia”, a pesar de los diferentes idearios ideológicos y políticos que siempre regirán el mundo y los diferentes países que lo pueblan.
Manuel Armenta
29 de Marzo de 2022
Después de dos años de resistir los ataques del bicho Covid-19, soportando muertes y destrucción de condiciones de vida y convivencia digna, y en nuestro caso, España, con una estrategia de reconstrucción progresista confrontada con los sectores más ultraconservadores y las fuerzas políticas que más y mejor los sustentan (PP-C´s-Vox), surge un conflicto bélico: Rusia (superpotencia mundial) que invade Ucrania (antiguo país perteneciente a la URSS).
Las guerras NO tienen JUSTICACIÓN por su deriva destructiva y asesina, pero sí causas y razones en sus protagonistas y en todos los sectores mundiales que buscan poder en todos los órdenes de la vida y especialmente en el armamentístico y territorial.
La disolución en 1991 del Pacto de Varsovia, que era la estructura militar de la URSS, y la Guerra de los Balcanes en 1999, que acabó con la disolución de la antigua Yugoslavia (Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro y Macedonia), fueron hechos forzados que abrían puertas para iniciar una progresiva disolución de la OTAN y favorecer la deriva de las confrontaciones de guerra y armamentística, en beneficio del bien común, la libertad y la igualdad. La expansión de la OTAN hasta las fronteras de Rusia y su participación en los bombardeos de Yugoslavia (sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU) fue un gran error. Rusia llevaba 25 años advirtiéndolo y era de esperar que algún día confrontaría para evitar más bases militares y acoso de otra superpotencia en sus fronteras (como ya ocurrió en Cuba, pero a la inversa).