Nota: El presente artículo de Rafael Polo Brazo ya fue
publicado el día 1 de agosto de 2021 en la propia web del autor .
Hoy, se publica en este Blog para nuestros lectores. El
artículo encaja en el marco de actualidad de la Reforma de la Memoria Histórica,
al que le preceden dos ya publicados y acompañara uno más, en breve..
“Me llamarán, nos llamarán a todos.
Tú, y tú, y yo nos turnaremos,
en tornos de cristal ante la muerte.
Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados… ¡zas! por una bala.”
Blas
de Otero (Me llamarán)
“Siento esta noche heridas de muerte las palabras”
Rafael
Alberti (Nocturno)
Presos del Penal de Ocaña en la Postguerra. Fuente: Repositorio UNED
Rafael Polo
28 de enero de 2022
Y llegó el silencio… el de la derrota… el de los cementerios… el silencio forzado por una represión omnipresente que alcanzaba a cada rincón de nuestro país… que empapó de miedo hasta lo más profundo del alma de los supervivientes.
Los que tenían hijos se mordían la lengua ante ellos para que a éstos no se les escapara alguna palabra, alguna frase, que permitiera a los represores encarcelar a alguien que todavía no lo estuviera. Aprendieron a vivir ocultando quienes habían sido, y teniendo que escuchar a sus propios hijos repetir en casa las consignas políticas de sus enemigos… Había que seguir viviendo…
Fueron
años terribles, indescriptibles:
…ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
de todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.
Una mano divina
tu tierra alzó en mi cuerpo
y allí la voz dispuso
que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
en ti sola creyendo;
pensar tu nombre ahora
envenena mis sueños.
Amargos son los días
de la vida, viviendo
sólo una larga espera
a fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
de la mentira de ellos,
me buscarás. Entonces
¿qué ha
de decir un muerto?
Luis Cernuda (Un español habla de su tierra)
Los campos de concentración
“Los campos de concentración fueron sólo una parte de ese
gran campo de concentración llamado España”
Carlos Hernández de
Miguel[1]
“La nación entera, a medida que fue siendo conquistado su territorio por las tropas rebeldes, se fue convirtiendo en un gigantesco recinto concentracionario. Un recinto en el que, inicialmente, todos sus internos eran culpables. Quienes habían tenido vinculaciones de cualquier tipo con la legalidad republicana, así como los prisioneros de guerra que llegaban a millares desde el frente de batalla, fueron repartidos en penales, prisiones habilitadas, cárceles, calabozos, centros provisionales de reclusión y unos lugares que fueron llamados oficialmente «campos de concentración». En paralelo, las autoridades franquistas crearon un sofisticado sistema para explotar laboralmente a sus cautivos en todo tipo de trabajos forzados de los que se beneficiarían económicamente el propio régimen y numerosas empresas privadas.”[2]