Miguel Toro
27 de septiembre de 2022
¿Necesitamos
más o menos estado? ¿Necesitamos un estado que intervenga en la economía u otro
que simplemente deje funcionar las reglas del mercado? ¿Necesitamos más o menos
impuestos a los que más tienen? Las respuestas a estas preguntas dependen de
los intereses que se pretenda defender. Las respuestas dependen de la ideología
con la que queramos ver la realidad que nos rodea. Porque lo que está claro es
que no hay una respuesta “objetiva”, es decir satisfactoria para todos.
Desde
los años 80 del siglo XX se ha impuesto una visión de la realidad, una
ideología, que pretendía convencernos de que la ciencia económica indicaba que
hacía falta menos estado. Que era suficiente con dejar funcionar los mecanismos
del mercado y el papel del estado era solamente garantizar la propiedad
privada. El resto de las cosas no deberían preocupar al estado. En esa visión se
debería rebajar el tamaño del estado, rebajar los impuestos que mantienen los servicios
públicos correspondientes y dejar, por consiguiente, ese dinero en los
bolsillos de los ciudadanos.
Pero
la experiencia de las últimas décadas, y en particular de las dos últimas
crisis, indica que rebajar el tamaño del estado, rebajar los servicios
públicos, rebajar los impuestos recaudados beneficia fuertemente a los grupos
con más recursos económicos y aumenta la desigualdad. Además, hay determinados
servicios públicos completamente necesarios porque el mercado no es capaz de
proporcionarlos. La atención a los ciudadanos en la crisis del COVID 19 del
sistema público de salud ha sido buena muestra de ello. El sistema privado se
declaró ausente porque no lo consideraba rentable. Llegando, incluso, a cerrar
hospitales en medio de la pandemia.