Carlos Arenas Posadas
4 de marzo de 2025
Los historiadores tenemos
nuestros propios algoritmos; son los hechos comprobados de la experiencia
humana los que nos sirven no solo para analizar el pasado sino también para describir
las secuelas que ha dejado en la realidad presente y en la trayectoria que
seguirá en el futuro al menos hasta que se llegue a un punto de no retorno que
pueda cambiarla.
Hablando de Andalucía, es un
lugar común que nos encontramos ante una sociedad relativamente atrasada,
incapaz de converger económica, social y culturalmente respecto a las regiones
más ricas de dentro de España y de la Unión Europea; las causas son múltiples y
no cabría enumerarlas aquí, pero, me atrevo a resumirlas en una sola: la gran
desigualdad existente en la distribución del capital político en nuestra
comunidad. De un lado, los que han manejado y manejan los hilos del poder:
grandes propietarios, bancos, multinacionales, lobbies educativos, sanitarios,
inmobiliarios, etc.; de otro lado, una mayoría social que asiste casi
impertérrita al desarrollo de los acontecimientos, sometida al desprecio y a la
cultura gregaria, a la discriminación formativa o relacional, sin derecho a
decidir sobre sus propias vidas, a la dictadura de la necesidad por la ausencia
de oportunidades. Estos son los hechos que han caracterizado nuestro pasado y
caracterizan nuestro presente, de ahí la fortaleza del atavismo, la complacencia
de los menos y el fatalismo e impotencia de los más.