Sebastián Martín Recio
28 de noviembre de 2023
Estamos asistiendo a un proceso sociológico, político, yo diría que también identitario que, ante nuestros propios ojos, ha ido generando una desafección importante, un alejamiento, a veces una gran indiferencia y también, en gran medida, un rechazo a lo que muchos vienen llamando “España”.
Y es curioso que este proceso no se está dando precisamente por la acción política de los llamados independentistas que exigen un derecho de autodeterminación y de soberanía propia, que podría ser interpretado como una ruptura con el resto de los pueblos de nuestro país. Por el contrario, se trata de un proceso generado, impulsado y sostenido por la derecha extrema y la extrema derecha de nuestro país. Un proceso vacío de contenido real pero lleno de simbolismo. Vacío de contenido real porque en realidad nuestro país, España, carece de soberanía auténtica en las grandes líneas estratégicas relacionadas con nuestra vida. Por ejemplo: España no es soberana en materia de defensa pues es la OTAN, es decir, USA, la que decide sobre esta materia. España no es soberana en los grandes asuntos económicos porque todo eso está casi en la totalidad fáctica en manos del Banco Central Europeo y de la Unión Europea. España no es soberana en las decisiones que afectan estratégicamente a nuestra agricultura porque eso está en manos de la Política Agraria Comunitaria. España no tiene soberanía para establecer su techo de gasto social o las grandes cifras macroeconómicas como los tipos de interés, etcétera, que pueden afectar a la economía cotidiana. Eso corresponde a otros ámbitos económicos europeos y también internacionales como el BCE, la Organización Mundial del Comercio o el Fondo Monetario Internacional, Instituciones que no han sido elegidas democráticamente por la ciudadanía. La globalización neoliberal acabó en gran medida con ese concepto de “Estado Nación”.