Francisco
Casero Rodríguez, Antonio Aguilera Nieves
26
de junio de 2020
La
puesta en marcha de la denominada “Comisión de la Reconstrucción de Andalucía”
del Parlamento de Andalucía, a partir del anuncio del presidente de crear una
Gran Alianza para Andalucía, nos ha parecido una buena iniciativa desde el
principio, así lo veníamos reclamando desde el comienzo de la pandemia. La
necesidad de articular mecanismos de reacción y participación para evitar que
los problemas se hiciesen mayores, que aparecieran otros nuevos.
Estamos
siguiendo ahora con preocupación el desarrollo de esta. Que haya comenzado sin consenso,
con la no participación de todo el arco político nos ha parecido una malísima
noticia. No nos gustaría que la herramienta se convierta en el fin en sí mismo,
esto es, que el enfrentamiento partidista no haga posible que la comisión
ofrezca propuestas y soluciones que es lo que necesitamos. Es muy importante
que en la Comisión exista pluralidad y sobre todo capacidad de escucha y
alcanzar acuerdos. Es mucho más importante lo que nos une.
El
punto de inicio de los trabajos debe pasar por realizar un análisis concienzudo
y honesto de la situación en la que nos encontramos, compleja, crítica
en muchos aspectos. Una situación derivada de carencias que venimos arrastrando
desde hace años y que necesitamos corregir para abordar el gran reto que
tenemos por delante.
Como
garantizar unos servicios públicos esenciales en los que se ha evidenciado la
creciente importancia de la interacción entre los servicios sociales y los
sanitarios. Un reto que requiere anticipación para evitar las improvisaciones
que todos hemos sufrido en las últimas semanas. Es necesario la creación de un
observatorio social y técnico en Andalucía, un órgano que analice, que se
estudie de manera sistematizada las insuficiencias que puedan existir para
anticiparse, para planificar, para, en caso de resultar necesario, evite
consecuencias más graves para la población y nuestro sistema social y económico,
público y privado.
Es
clave que la Comisión sea muy abierta y participativa. Hacer partícipe de
verdad a la sociedad civil. Que la intervención vaya más allá de una breve
exposición ante los miembros de la comisión, siendo informados y consultados a
continuación de las decisiones adoptadas y se les implique en la puesta en
marcha de las medidas como observadores permanentes. Es el momento de
erradicar la corrupción y el clientelismo, poniendo en valor la solidaridad
y ayuda mutua como principios de respeto y colaboración. Valores en los que la
desigualdad, la justicia social y la crisis climática son factores
primordiales.
Tenemos
que reflexionar hacia dónde queremos ir, cuáles deben ser nuestras
tareas y preocupaciones prioritarias, abordar soluciones y propuestas
duraderas. Estamos ante una oportunidad única para construir la Andalucía de
los próximos 20 años, un horizonte temporal en el que convergen todos los
objetivos. Hay que abordar cuestiones que superan el período de una
legislatura. Hay que ayudar a crear opinión pública, participación ciudadana,
conciencia colectiva, compromiso.
Lo
que hoy hagamos, o dejemos de hacer tendrá importantes consecuencias para la
vida de las Generaciones Futuras de Andalucía. Tenemos que asumir
nuestra responsabilidad. La Fundación Savia está impulsado la creación del
Defensor de las Generaciones Futuras, un organismo independiente que tendría
como objetivo defender los derechos de los que todavía no compran ni votan, una
propuesta que, mediante la aprobación en sus plenos municipales se han
sumado 194 municipios andaluces que representan a 3.165.978 andaluzas y
andaluces.
Tenemos
que revisar el modelo de crecimiento urbanístico que está llevando aparejado la
concentración de problemas y una creciente desigualdad. Es muy relevante la
sentencia del Tribunal de Cuentas Europeo que alerta de las gravísimas
consecuencias que ya está teniendo la pérdida de biodiversidad en la Unión
Europea. Un renovado concepto de gestión del agua, de la economía circular, de
la digitalización, del modelo energético, forestal, de la soberanía
alimentaria, de los modelos de producción ecológicos hacen sin duda mucho más
interesante y beneficioso seguir apostando por un medio rural vivo.
Andalucía
está en una situación de cuyas consecuencias aún no somos plenamente
conscientes. Los profesionales sanitarios han hecho un tremendo esfuerzo en
estos meses, es hora de corresponderles poniendo medios. El parón de las clases
ha supuesto en la práctica un incremento de la desigualdad educativa que puede
ser una catástrofe, los niños de familias más desfavorecidas han visto mermada
su capacidad educativa lo que puede desembocar en un aumento del fracaso
escolar en los próximos años sin parangón.
Es
necesario implicar a las universidades en este objetivo colectivo,
entidades que a veces no están ofreciendo las respuestas más adecuadas, no
están consiguiendo preparar y capacitar a los jóvenes para que se enfrenten y
resuelvan los problemas acuciantes en una realidad que cambia realmente rápido.
Tenemos que reforzar el papel de la educación superior y la investigación para
que sean verdaderamente unos aliados en diseñar respuestas a los retos que, sin
duda, seguirán apareciendo. Respaldar los equipos de investigación de las
universidades públicas andaluzas, del CSIC, del IFAPA, aumentar la colaboración
pública/privada.
El
tejido empresarial tiene que ser un importante aliado. Por eso
necesitamos reforzarlo, ampliarlo. Contando con las empresas andaluzas,
tejiendo redes, permitiendo que salgan adelante nuevos proyectos mediante el
acompañamiento y la puesta en marcha de incentivos y medidas fiscales que les
permitan alcanzar fases de estabilidad y solvencia más allá de los estadios
iniciales.
Tenemos
que mejorar nuestra soberanía, ser capaces de dar la importancia adecuada a
nuestra capacidad para autogestionar nuestro modelo alimentario, sanitario y
energético. Tenemos que dar pasos para ser más autosuficientes y no depender
del exterior en cuestiones esenciales. Tenemos ventajas comparativas, tenemos
sol, tierra, agua, talento. Deberíamos lograr que se le reconozca al sector
primario el valor que tiene la sociedad y el territorio, que se dignifique su
labor y se remunere en consecuencia.
Igualmente
son valiosos nuestros jóvenes que ante el desempleo puede que tengan que seguir
marchándose de Andalucía, un hecho doloroso y un lastre para el futuro de
nuestra tierra. Igual que lo son las mujeres y hombres de las zonas rurales,
que se han evidenciado como imprescindibles pues nos surten de alimentos y
bienes comunes básicos, frenar el despoblamiento del interior de Andalucía es
más urgente que nunca. Una de las enseñanzas básicas de esta crisis debe
consistir en adecuar el modelo de desarrollo y la conservación como regla
fundamental. Tenemos que favorecer esta estrategia, estableciendo reglas para
que las nuevas actividades se adecúen a esta nueva filosofía. Debemos
convertirnos en un laboratorio de futuro.
Trabajar
en definitiva para tener un territorio resiliente gracias a las políticas
forestales, consiguiendo municipios autosuficientes energéticamente gracias a
las fuentes renovables, potenciando las variedades locales y las razas
autóctonas como fuente de biodiversidad domesticada que sean unas aliadas de
las especies naturales.
Es
el momento de hacer un análisis honesto de la excesiva turistización. Un sector
que en estos momentos lleva aparejado mucho empleo precario y estacional, que
sigue sujeto a precios y por tanto es muy volátil, que usa nuestros recursos
para llevarse en demasiados casos las ganancias a otros sitios.
Andalucía
es un territorio grande y complejo. Es hora de abordar con valentía políticas
de gestión territorial que articulen nuestras ciudades y nuestros pueblos, en
la costa, pero sobre todo en el interior, nuestro medio rural, el que ha
generado, el que sigue generando mucho empleo y riqueza. Algunas medidas que
serían eficaces y beneficiosas para el territorio, líneas de trabajo que
venimos desarrollando en los últimos años, son la digitalización, la creación
de un cuerpo de funcionarios rurales, mejorar la fiscalidad rural, reforzar el municipalismo,
mejorar el acceso a la vivienda, fortalecer la industria familiar, asegurar el
relevo generacional, abordar la crisis climática desde lo rural, mejorar las
infraestructuras de movilidad de cercanía, investigación aplicada.
Andalucía
requiere compromiso y determinación, acciones claras y valientes, que hagan que estas
semanas de crisis sanitaria no se conviertan en un nuevo lastre que tenga
nefastas consecuencias durante años. El papel del Parlamento de Andalucía es
importantísimo, es el momento de superar el cortoplacismo que lamentablemente
aparece en demasiadas ocasiones y lograr grandes acuerdos, grandes consensos
que nos permitan mirar a nuestros jóvenes y al futuro con ilusión. Conseguiremos
así dar ejemplo al mundo de que es posible.
No
se consiguen nuevas soluciones si se abordan los retos siempre desde la misma
perspectiva. Si queremos conseguir comportamientos distintos hay que
incentivarlos, hay que alentarlos dando ejemplo de conductas y actitudes
distintas. En este empeño todos somos necesarios y desde el Parlamento de
Andalucía se tiene que alentar a la participación y a que todos nos sintamos
útiles, el desarrollo de esta Comisión de Reconstrucción debe ser un ejemplo de
entendimiento, de consenso, de espíritu constructivo. Tiene que sentar las
bases de la Andalucía de los próximos años, en la que estemos todos, en la que
todos participemos, de la que todos nos sigamos sintiendo tan orgullosos.