Era de esperar que, una patronal contenta del teletrabajo
con el que han conseguido una media de dos horas más de jornada diaria y
traspasar los costes laborales a sus empleados, cuando el Ministerio de Trabajo
ha iniciado el proyecto de ley para su regulación traten de pararlo para
mantener esos “nuevos beneficios” que ven pueden ser controlados.
Antonio Sánchez Rodríguez
21 de julio de 2020
Declaraciones del presidente de la CEOE:
Parecía evidente el intento de freno de la ley en una lógica
de intereses. Lo que nadie esperaba, pese a lo que la historia del mundo del
trabajo nos enseña de los patronos sobre su falta de ética, era que su
representante llegase hasta unas descaradas, agresivas y burdas amenazas. Tal
actitud únicamente se explica si la CEOE forma parte con el Círculo de
Empresarios de las huestes del PP y VOX en su estrategia de acoso y derribo del
gobierno de coalición. Estoy convencido que cualquier sociedad democrática le
hubiese pedido que abandonara su puesto de inmediato.
Según comunican los medios, Antonio Garamendi presidente de la CEOE, ha soltado algunas
perlas que a mi modo de ver han tenido una respuesta bastante ‘educada’, ciertamente
no merecida. Podemos destacar algunas de las comentadas en el artículo de eldiario.es
del 26 de junio de este 2020 cuando trata una entrevista del líder empresarial
en Onda Cero.
Primera: Al parecer a Garamendi le parece una buena herramienta el
teletrabajo por su flexibilidad y como aporte a la conciliación familiar, pero no
cree que ahora sea el momento de regularla... "Estas cosas rápidas de ir metiéndonos decreto leyes cada mes y
medio no las entendemos".
Al respecto habría que resaltar en primer lugar un lenguaje hábilmente elegido
para el trabajo a distancia: “herramienta”, “flexible” y “conciliadora
familiar” y en segundo lugar la artimaña de quejarse de la “rapidez” de la
regulación cuando han aplaudido la ‘agilidad’ demostrada por el gobierno de
coalición en los ERTE, e incluso ahora piden sus prórrogas con ‘urgencia’.
Segunda: "El teletrabajo tiene
muchísimas ventajas, bien gestionado, pero cuidado con aplicar criterios que lo
hagan poco atractivo y se plantee con rigidez" y entre las cuestiones
que ha destacado dentro de esa "rigidez"
ha mencionado: "Se está hablando de
pagar la luz, pagar no se cuántos...".
En este caso ver como advierte de un “Cuidado” que suena a amenaza, un ‘poco atractivo’ porque
puede ser más caro de lo deseado y unas
“rigideces” que representan innegables derechos de los teletrabajadores. Entiendo
que Garamendi en esta segunda perla no quiere llamar a las cosas por su nombre,
o sea evita hacer referencia a “los medios de producción” un factor económico que
con total ahínco han defendido históricamente como una aportación dineraria
propia: costes de maquinaria, de local, energía, mobiliario, comunicaciones,
etc., pero que con el teletrabajo en muchísimos casos los aporta el propio trabajador
y por tanto es absolutamente justa su exigencia.
La cuestión en este caso del teletrabajo es que plantea... Si “la propiedad
de los medios de producción” es claramente aportada por los teletrabajadores además
de realizar el trabajo ¿Qué les queda a los empresarios para justificar que los
beneficios son sólo suyos y a los trabajadores sólo tienen derecho a un salario
para sobrevivir? Algo no cuadra.
Tercera: Una gran contradicción, pide hablar claro para atacar-defender al
mismo tiempo el gran trabajo hecho desde las viviendas de los teletrabajadores: "hay que hablar claro", aunque en
estos momentos de pandemia ha habido gente que ha trabajado muchísimo,
"pero también el teletrabajo permite que se trabaje menos". O
sea, se han trabajado dos horas más de jornada diaria, trabajando menos, ¿?
Tampoco cuadra.
Pero la cuarta es definitiva: "La
misma labor que hace una persona aquí en España la puede hacer en Portugal, en
Brasil o en Argentina otra persona que esté teletrabajando. Y el mundo es
global, la propia digitalización es global. Por tanto, cuidado con cómo se
plantea esto". Parece decir: si no os enteráis os
recuerdo que debéis que tener mucho “cuidado” (un nuevo peligro) porque me voy
a otra ‘patria’ más barata.
Las respuestas sindicales de CCOO y UGT a las amenazas han sido: que es “urgente” regular la prestación del trabajo
a distancia porque ahora con la pandemia se ha extendido sin cumplir derechos
de los trabajadores, como: abusos en los horarios que destaca CCOO y el soporte
de los costes laborales por los empleados que comenta UGT. Nunca es tarde…
Hasta aquí las luces de la CEOE, que vienen a cuento un mes más tarde que ya
me pronunciara en mi artículo del 29 de mayo sobre el teletrabajo, como el gran
descubrimiento de la patronal para hacer que los trabajadores siguieran produciendo
en sus empresas durante el confinamiento y la parálisis del trabajo que imponía
la pandemia. En dicho artículo relacionaba la principal ventaja que nos vendían:
La conciliación familiar. Terminaba el artículo diciendo “Sólo queda la
posibilidad de conciliación y en la realidad los trabajadores lo están haciendo
por otras vías y muy pocos por la del teletrabajo.”
La conciliación familiar nada tiene que
ver con el teletrabajo.
Hoy debo insistir en que nada tiene que ver la conciliación
familiar con el teletrabajo. La conciliación familiar debió convertirse en un
derecho laboral desde el momento en que la mujer se incorpora al trabajo
asalariado y deja la inconmensurable tarea de atender a la familia, el hogar y
gran parte de la educación de los hijos que serán los ciudadanos que conducirán
el país en el futuro, esta tarea que recaía esencialmente sobre la mujer de la
clase trabajadora debió ser compensado económicamente cuando abandonaba su trabajo
externo para atenderlo, acto que generalmente no realizaban las mujeres de la
clase acomodada.
Hoy la deuda con la mujer es difícil de saldar, a estas
fechas debe hacerse con cualquiera de los cónyuges durante la crianza de los
hijos fundamentalmente, igualmente del cuidado de hijos enfermos o necesitados
de cuidados familiares y hasta muchos casos de familiares dependientes, etc.
Tratar de hacer desaparecer el derecho de la conciliación en la clase
trabajadora con el teletrabajo para que madre o padre resuelva las tareas
familiares al mismo tiempo que trabaja es un abuso más sobre las clases más desfavorecidas.
La importancia de la actitud de Garamendi:
Este caso que pasa casi desapercibido tiene importancia
porque el mundo empresarial se sitúa en la misma senda estratégica de la
derecha neoliberal y la ultraderecha sin disimulo contra el actual gobierno;
también porque muestra sin tapujos el modelo de los supuestos empresarios
‘patriotas’ y ‘creadores de empleo’. Este es el ‘cielo’ de la muy ‘alta’
derecha como la de ¡Arriba! España, de la derecha de la economía de mercado,
defendida machaconamente a diario por todos los medios escritos y visuales, a
excepción de una resistencia virtual; la derecha de los que defienden la
monarquía como sistema político-económico integrado; la de los que rescatan
bancos que no devuelven el dinero prestado y la que recorta derechos y salarios
a los trabajadores…
Esta mala gente nunca ha tenido patria, sólo residen y
negocian aquí mientras el beneficio sea máximo, si no es así te dirán: ahí está
Portugal o Brasil y en cualquier caso allí están los países subdesarrollados
sin normativa laboral alguna.
Si los españoles no se enteran de lo que representan las
palabras del presidente de la
CEOE, de algo tan directo y claro contra los asalariados y el
menosprecio a este país, es que se ha perdido el sentido crítico, el concepto
de la ética, de la dignidad y de la justicia. En otras palabras, los españoles parecen
haberse asentado en la más absoluta ignorancia de la realidad, muy posiblemente
ayudados y confundidos por la incesante y exitosa labor de los medios de comunicación
para mostrar realidades imaginarias y falsas con sus mentiras.
La política y la pandemia.
En cualquier caso, el caso Garamendi es paradigmático de
cómo el mundo empresarial muestra cada vez con más descaro su posicionamiento
político exacerbando el conflicto histórico de clases aumentado ahora aún más por
la crisis del coronavirus, y lo hace centrándose en la cuestión que se considera,
la segunda crisis en prioridad: ‘La
Economía’, después de la salud-vida de las personas, pero hay
quien la quiere imponer como primera a toda costa, ¡Salvemos la economía! nos
dicen, pero es ‘su economía’ la nuestra nunca les importó.
Demos gracias a la ‘política’ tan depauperada por los que no
la necesitan, ya que con su poder podían manipular y humillar a la gente con
jornales de hambre y hacer sus negocios a conveniencia. Gracias a la ‘política’
que ha hecho posible que el actual gobierno de coalición de carácter
progresista, que ha tenido el infortunio de tener que luchar contra el
COVID-19, pero que hará y ha hecho lo alcanzable, y algo más, para mantener la
prioridad salud-vida.
El gobierno de coalición, afortunadamente progresista, era
conocedor de las tragedias de supervivencia alimenticia y de todo tipo, que
acompañarían a las de la enfermedad provocada por la pandemia y atacó, en un
plazo breve, con aportaciones de dinero público y su aval, créditos para las
pequeñas empresas, desplazamiento de los plazos de pagos, evitar los cortes de
luz y de agua, paró los ERE y forzó los ERTE con ayuda pública. Un conjunto de
medidas que jamás se han hecho en España y sin dilación aceleró la tramitación
del Ingreso Mínimo Vital.
No dudo que las presiones externas e internas afectarán a
sus deseos y algún que otro sapo se habrán tragado y nosotros con ellos. También
sufrirán un desgaste político no por sus actos sino por los ataques bochornosos
de bulos y mentiras para echarlos del gobierno. No hay que olvidar que la
derecha y la ultraderecha, sus adversarios, son ‘mala casta’ y la ‘mala casta’
es peor que una opción política, porque históricamente, en su ansiedad
insaciable, nunca les importó la vida humana si esta les representaba un freno
a sus beneficios.
El Castillo de Naipes de la economía y el auténtico valor
del trabajo.
El confinamiento ha trastocado las relaciones laborales, el
sistema productivo y ha sacado a la superficie, de este semidios con pies de
barro ‘La Economía’
capitalista y de mercado, su debilidad como sistema y también ha echado abajo
las cortinas de un falso y obsceno escenario dejando visibles las débiles
estructuras de un decorado de tela y cartón piedra. Toda la estructura social
se sostenía como un castillo de naipes, bastando que una simple carta se
moviese para que todo se viniese abajo, tal y como ha sucedido.
En apenas dos semanas centenares de miles de pequeñas
empresas (80% del trabajo de nuestro país con tres trabajadores de media por
empresa) veían que su ‘línea de crédito’ se consumía y que la Banca no se la reponía. Si
en dos semanas no había venta no se pagarían los alquileres de los locales, ni
las facturas, ni los impuestos… la ruina y el cierre tardarían poquísimo en
llegar. Pymes y Minipymes, autónomos y ‘falsos autónomos’ se dieron cuenta que
vivían al día, que pese a predicar su ‘éxito’, en su barrio, catalogándose de
‘Empresarios’ de ‘Emprendedores’ la dura realidad es que nunca lo fueron y su
llegada al mundo ‘empresarial miserable’ fue por obligación y por no encontrar
ninguna salida. La subcontratas de las
subcontratas era su auténtico papel a jugar en el dichoso sistema, se borraron
de los sindicatos y se apuntaron a las asociaciones empresariales, pero no
sabían que cuando la cabeza (el empresario real, el capitalista, las
multinacionales) se tambaleaba ellos, cola de látigo, se descontrolarían perdidos
hasta desaparecer.
Todo el mundo lo sabe, ahora queda asumirlo. Ha quedado
demostrado que muchas cosas que nos vendían como sagradas e inamovibles eran
una pura invención y las que eran estratégicamente devaluadas han resultado ser
el sostén real y la base de la subsistencia social. Toda el área social que
comprendía al mundo del ‘Trabajo asalariado’ desde el más catalogado
interesadamente como simple, también el manual y hasta el más complejo han
recuperado su auténtico ‘valor’, sin ellos la sociedad se paraliza y deja un
mundo fantasmal.
Estas realidades han sido un paso importante para esperar que
la población asumiera todo lo que ha estado viviendo y que en una supuesta
indignación global exigieran que no haya vuelta atrás.