Vientos de Cambio Justo

martes, 5 de septiembre de 2023

TRES TAZAS DE COEDUCACIÓN



Carmen Yuste Aguilar

5 de septiembre de 2023

Después de las vacaciones de verano, los centros educativos comienzan en estos días el nuevo curso. Todas las maestras y profesoras, las PTIS, administrativas, las conserjes y limpiadoras… todas las personas que se encargan de que la Educación Pública funcione, contra viento y marea, están ya trabajando para que cuando comiencen las clases, esté todo listo y preparado.

En las conversaciones en los pasillos de los colegios e institutos, todavía sin el alboroto de las niñas y niños que apuran aún sus vacaciones, se suceden los saludos entre compañeras que ya se conocen y las bienvenidas a las nuevas incorporaciones, los relatos de las vacaciones, las anécdotas del verano en familia o con amigos, en casa o de viaje… Y también las ideas y proyectos para el nuevo curso. Sin duda, se cuela en estas conversaciones todo lo ocurrido a raíz de la victoria de la selección de fútbol en Sydney y el bochornoso espectáculo que le ha seguido.

La Escuela Pública es un reflejo de la sociedad y un ámbito muy permeable a todo lo que pasa a nuestro alrededor. Por eso, es seguro que el affaire Rubiales recorre ya los corrillos docentes, como los de cualquier tajo y casi cualquier esquina de Ayamonte a Gerona y de La Coruña a Motril. Pero a diferencia de otros centros de trabajo, el "asunto" tendrá presencia, no sólo en nuestras charlas informales, sino también en nuestro trabajo diario: estará en las cabecitas de nuestro alumnado y, por tanto, debemos tenerlo en cuenta, porque en eso se basa nuestra tarea. Y nos haremos muchas preguntas. Por un lado, ¿qué pensarán del tema?, ¿habrán cambiado o reafirmado sus ideas previas sobre las relaciones entre hombres y mujeres?, ¿trasladarán sus reflexiones, si las hay, a su comportamiento diario? Y por otro lado, ¿debemos tratar el tema en clase?, ¿estarán de acuerdo el resto del claustro, las familias y los diferentes estamentos de la administración?

Algunas preguntas se irán resolviendo desde los primeros días de la "vuelta al cole". Iremos dándonos cuenta de hasta qué punto la agenda mediática, política y social del mundo adulto incluye e influye (y en qué medida) en las niñas y niños. Comprobaremos cómo lo ocurrido en los últimos días del verano ha modificado o no las ideas que veníamos observando en clase, si se han movido y hacia dónde. Observaremos si en los recreos, los niños continúan monopolizando el espacio físico y acaparando el patio a balonazos o si, por contra, las niñas se deciden a "saltar al terreno de juego" y son recibidas como iguales.

Tomaremos nota de todo lo anterior para responder al segundo bloque de preguntas que, éstas sí, nos toca resolver a las docentes. No tengo ninguna duda de que la respuesta a la primera de ellas es sí. Sí, debemos trasladar al aula este debate, como cualquiera que tenga impacto social, pues la escuela no puede ser una burbuja ajena al mundo. Pero este asunto, más que muchos otros, debe ser tratado además por lo que supone de cuestionamiento de las estructuras de opresión y porque seguimos reivindicando una escuela crítica, como herramienta para construir una sociedad mejor.

Muchas tenemos clara la necesidad de trabajar la educación en igualdad y la coeducación sobre debates de actualidad como el que nos ocupa, pero ¿es una posición unánimemente compartida en los claustros y en el conjunto de la comunidad educativa? Lamentablemente, no. Al plantear debates como éste, sabemos que nos vamos a encontrar con la oposición de algunos equipos directivos, de compañeros e incluso de familias que plantean que trabajar contenidos como la igualdad entre hombres y mujeres, el ecologismo o la memoria histórica es "adoctrinamiento", contra el que se defienden "vetos parentales" y otras aberraciones. Sabemos que vamos a tener que enfrentar estas actitudes, porque no será la primera vez que nos las encontremos y cada vez están más extendidas, gracias a la normalización de los discursos y las políticas ultraderechistas y filofascistas. Y esto último no es más que otro argumento que no puede hacer sino empoderarnos frente a la tentación protectora de la autocensura y animarnos a combatir cualquier intento de retroceso con todas las armas a nuestro alcance, también con nuestra práctica diaria. ¿No quieren feminismo en las aulas y en las calles? Tres tazas.