Una manera en la que
se está manifestando la desconfianza hacia los partidos políticos progresistas
es en el sentimiento de derrota de una buena parte de la sociedad civil
progresista, lo que muchos manifiestan como la imposibilidad de cambiar las
cosas en general y en Andalucía en particular.
Miguel Toro
19 de abril de 2024
Este artículo fue publicado originalmente en
elDiario.es el pasado 7 de abril
En la sociedad actual de los países democráticos es muy común observar un apoyo mayoritario a las instituciones y valores de la democracia y un sentimiento de desconfianza hacia la política, los partidos y los políticos profesionales. Es algo que ha ido creciendo en los últimos años.
Una posible explicación a esta paradoja se puede encontrar en la
frustración ante los resultados de la política. Especialmente cuando las
fuerzas políticas se revelan incapaces de garantizar un modelo de sociedad y de
desarrollo económico que satisfaga a sus votantes. Esto es especialmente
preocupante en la parte progresista de la sociedad. Esta desconfianza hacia los
partidos políticos progresistas, basada en la falta de efectividad para
conseguir los objetivos que pregonan, se está canalizando en muchos casos hacia
el alejamiento de la política. Esto hace que muchos votantes de partidos
progresistas pasen al bloque, ya muy grande, de la abstención.
En otros muchos casos la desconfianza hacia los partidos políticos progresistas se ha ido orientando hacia la búsqueda de reivindicaciones específicas y renunciando a buscar objetivos globales para la mayoría social. La sociedad civil progresista se ha ido fragmentando en movimientos, progresistas si, pero aislados uno de otros y sin objetivos comunes para alcanzar las mayorías parlamentarias necesarias. Ecologistas, feministas, memorialistas, jubilados, etc. son ejemplo de lo que decimos. Además con una amplia fragmentación dentro de cada movimiento.
Una tercera manera en la que se está manifestando la desconfianza hacia los
partidos políticos progresistas es en el sentimiento de derrota de una buena
parte de la sociedad civil progresista. Es lo que muchos manifiestan como la
imposibilidad de cambiar las cosas en general y en Andalucía en particular.
Asumen y difunden que todo está controlado por el actual Gobierno del PP y sus
redes clientelares y que así no se puede hacer nada.
Los medios de comunicación, controlados en su mayoría por intereses que
pretenden mantener los privilegios de unos pocos, difunden y aumentan el
mensaje de que todos los políticos son iguales. Que no se puede confiar en
ninguno. Este mensaje, aceptado e interiorizado en muchos casos por los
sectores progresistas, está produciendo desafección hacia la política, aumento
de los ciudadanos que no votan o como mucho militan en movimientos que luchan
por causas justas, pero sin objetivos globales para conquistar las mayorías
parlamentarias necesarias.
Pero la cruda realidad nos indica que sin mayorías parlamentarias amplias
que puedan cambiar las leyes por otras más justas, que puedan formar gobiernos
que velen por los intereses de la mayoría social, es imposible avanzar. Creo
que ser simplemente ecologista, feminista, memorialista, jubilado, etc. sin una
perspectiva global es insuficiente. Insuficiente para conseguir las mayorías
parlamentarias necesarias.
Con esto no estoy defendiendo la formación de una única coalición electoral
de todas las fuerzas y movimientos progresistas. En el momento actual en
Andalucía eso no sería viable y, además, creo que es contraproducente.
Lo que estoy defendiendo es la idea de que podemos cambiar esta situación.
De que es posible volver a tener mayorías parlamentarias progresistas en
Andalucía. Que es posible revertir las políticas del actual Gobierno del PP que
está dejando deteriorarse la sanidad pública, que está propiciando las
universidades privadas, que está manteniendo la desigual distribución del
reparto de agua en beneficio de grandes propietarios y fondos de inversión, que
sigue sin asumir los problemas asociados al cambio climático y que el único
modelo de desarrollo que contempla para Andalucía es el incremento de un
turismo basado en bajos costes de la mano de obra.
Ahora podríamos preguntarnos cómo revertir el sentimiento actual de
derrota, de desconfianza de algunos movimientos sociales entre sí e
internamente, de desconfianza de algunos movimientos sociales hacia los
partidos, de desconfianza de algunos partidos progresistas entre sí, de
desconfianza de votantes hacia los partidos por los que depositaron su voto,
etc. La respuesta no es fácil. Pero lo que sí tengo claro es que si no hacemos
nada, si nos justificamos diciendo que las cosas están muy mal y es imposible
cambiarlas, si nos refugiamos solo en reivindicaciones muy importantes, pero
sin aspiraciones a conseguir mayorías parlamentarias progresistas, entonces las
cosas no cambiarán.
Frente a eso tenemos que crear espacios donde se puedan desarrollar las
complicidades necesarias entre los movimientos sociales progresistas y entre
estos y los partidos progresistas. Espacios que permitan construir de forma
consensuada y con cierto detalle los cambios que queremos para la sociedad
andaluza en la que vivimos. Espacios que sean una fuente de irradiación de la
posibilidad de cambio, de la posibilidad de alcanzar de nuevo mayorías
parlamentarias progresistas en Andalucía. Espacios que sean una fábrica de
nuevas Alianzas de Ilusiones, según la expresión acuñada por
Roberto Lakidain en la presentación de la Plataforma Andaluza por la Mayoría
Social.
La Plataforma Andaluza por la Mayoría Social que se presentó en
público el 18 de marzo de 2024 nace con el objetivo de cambiar la situación de
pesimismo actual de los sectores progresistas. Nace como un espacio donde crear
las complicidades y confianzas necesarias entre movimientos sociales y partidos
progresistas. Nace como un espacio que permita construir de forma consensuada y
con cierto detalle los cambios que queremos para la sociedad andaluza en la que
vivimos. Nace como una nueva Alianza de Ilusiones.